Parece mentira que después de haber resistido 800 años, el tiempo sea ahora el peor enemigo de la portada románica del Paseo de la Isla. Pero éste se le está agotando a vertiginosa velocidad: si tan hermosa joya del patrimonio burgalés no se traslada pronto a otro lugar, en un abrir y cerrar de ojos estará convertida en una mole de piedra informe. Las asociaciones Cerasio y Amigos del Románico llevan años alertando del progresivo deterioro del pórtico procedente de la iglesia de La Llana de Cerezo de Río Tirón, especialmente después de que se interviniera en él cuando se llevó a cabo la millonaria rehabilitación del Paseo de la Isla entre 2010 y 2011. No les falta razón: desde entonces y hasta ahora, la mayoría de sus relieves han perdido llamativamente la forma, hasta el punto de que uno de los expertos consultados por los colectivos antes citados lo compararon con el archifamoso Ecce Homo de Borja.
La presión de estos colectivos, cuyos argumentos venían avalados siempre por dictámenes técnicos, llevó al Ayuntamiento de Burgos a comprometerse a trasladarlo al Monasterio de San Juan una vez se ejecutara la cubierta; pero el mismo día de la inauguración de ésta los responsables del equipo de Gobierno municipal pusieron en duda que fuesen a cumplir con aquella promesa. Esa falta de palabra les puede salir muy cara. Las asociaciones que más se están preocupando por el estado del arco ya están estudiando emprender acciones legales. Según ha sabido este periódico, se está planteando la posibilidad de demandar judicialmente al Ayuntamiento de Burgos «como promotor y responsable de la desastrosa restauración, así como a la empresa ¿especializada? que la realizó, o mejor, perpetró», señalan fuentes de Cerasio. Asimismo, ambos colectivos está valorando la posibilidad de realizar una manifestación para llamar la atención sobre una cuestión (la del traslado del arco) que consideran tan urgente como inaplazable.
«Hay que seguir actuando, pues podemos estar ante uno de los más bochornosos y lamentables casos de destrucción de patrimonio de este país. Cuando el mundo se estremece ante la destrucción de patrimonio por el Daesh en Siria e Irak, en Burgos el Ayuntamiento hace lo propio con un arco románico: elimina la capa superficial de su escultura y lo deja a merced de los elementos hasta que desaparezca», asegura, tajante, Juan Antonio Olañeta, uno de los principales expertos en arte románico de España y gran conocedor del estado en que se halla el arco de La Llana; fue él quien realizó el espléndido artículo en el que comparaba, a través de elocuentes imágenes, el desolador deterioro que ha sufrido el pórtico en los últimos años.
El estudio comparativo de las fotos de la escultura del arco demostraba de forma inequívoca que en la restauración del 2011 «alguien eliminó la capa de policromía y la pátina exterior de la escultura. En estos momentos es como si la piedra estuviera ‘despellejada’, totalmente desprotegida ante los elementos. Gracias a la policromía y a la capa exterior de la escultura, la talla ha ido aguantando mal que bien desde los años 30 del siglo XX. Con la eliminación de esta protección, y dada la climatología burgalesa, es cuestión de muy pocos años que la imágenes del arco (las que todavía aguantan) acaben convirtiéndose en informes figuras sin relieve ni detalle alguno. El Ayuntamiento y quienes realizaron la desastrosa restauración le han dado la puntilla al arco. Los Ancianos del Apocalipsis representados en las arquivoltas están viviendo ya su propio Apocalipsis».
En opinión del ex presidente de Amigos del Románico, «lo indignante es que todo parece indicar que se ha ocultado tan grave atentado al patrimonio de forma intencionada, pues en el informe de restauración se afirmaba que se habían encontrado algunos restos de policromía, cuando la portada de Cerezo era famosa por ser de las que más policromía conservaba del románico castellano. Todo parece indicar que alguien pasó una manguera de arena sobre las imágenes, y les borró el rostro. El Ayuntamiento y los responsables de la restauración, por su parte, se han dedicado a borrar las huellas del destrozo», apostilla Olañeta.