Cada sueño tiene su música

R.C.G. / R.L. / Miranda
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La soprano María Lasarte dio un pregón en el que recorriendo pasado y presente de la ciudad, evidenció que cada momento que ha marcado su vida y la de los mirandeses tiene su propia banda sonora

María Lasarte no acusó el miedo escénico y a lo largo de trece minutos de pregón, repasó infancia, sueños y presente. - Foto: R.L.

Con la serenidad y el temple que da el llevar más de dos décadas sobre las tablas, María Lasarte convirtió ayer la plaza de España en su propio escenario, y como si estuviera en el mejor palco de las grandes operas vienesas, desde el balcón consistorial interpretó una de sus mejores funciones ante un publico entregado que despidió a la artista con una sonora ovación.

Acostumbrada a emocionar con su voz, Lasarte cambió ayer su rol para evocar sentimientos con su lírica en un pregón que, como si de una pieza clásica se tratara, a lo largo de trece minutos fue capaz de navegar entre la nostalgia de su niñez, la crítica social y una invitación a la esperanza.

Todas las ciudades tienen una banda sonora, y la de Miranda la marca el ritmo de las charangas sanjuaneras. Pero la ciudad también suena a rondalla, jazz, rock, disco y coral. «Miranda fue mi nana, me arrullaron las voces de sus gentes que eran las mías, las conversaciones de los vecinos y el murmullo del Ebro», confesaba. Pero también fue «canción de corro y comba» y sonidos estridentes «en alocadas carreras de patio» e himnos «desgañitados» del equipo que ganaba al otro equipo. Y marcha nupcial y fúnebre.

Miranda «fue y es» eso para Lasarte, pero también para los miles de mirandeses que escuchaban expectantes cómo la artista evocaba sus sueños de juventud porque  en cada uno de ellos veían en parte reflejados los suyos propios.

La soprano ha hecho de la música su vida, la que le llevó hace veinte años a hacer las maletas para emprender un camino repleto de rosas y espinas en el que ha recorrido los escenarios de medio mundo. Resulta inevitable echar la vista atrás y ver a esa joven artista que decidió ser la protagonista de su propio cuento, uno con un guión similar al de Hänsel y Gretel en el que las migas de pan «son las muchas personas que han pasado por mi camino dejando esa miguita que yo he recogido como buen pajarillo. A cada una de ellas les debo un poquito de lo que soy». Una deuda que siempre será impagable emocionalmente con sus padres «porque sin su apoyo incondicional nunca hubiera llegado hasta aquí».

Los recuerdos de una infancia rodeada de «alfileres, tuberías y música» nunca pudo borrarlos la distancia. Como tampoco las melodías que tarareaban sus familiares y amigos en los quehaceres diarios y que siempre han llegado a Viena con la misma nitidez que la mejor voz de una soprano. Porque si cuando era adolescente y soñaba con escenarios, Lasarte soñaba con Viena, en la ciudad austriaca en la que reside sueña cada noche con Miranda. «Y la sueño para volver cada verano, y la sueño como es y mejorada».

Por eso cuando hace la maleta para regresar, le gustaría poder meter en ella todo lo que adora de la capital austriaca y que desde hace tiempo echa en falta en las calles mirandesas. Quizá así lograra desterrar de su corazón la pena que le estremece cuando ve  cerradas «las tiendecillas de toda la vida, donde mi madre me mandaba a comprar botones». Como cerradas están las esperanzas «de cientos de familias que no tienen para comer o han perdido sus casas, o de jóvenes que no pueden lanzarse a cumplir el sueño de su vida como hice yo porque no tienen el apoyo económico que lo hace posible».

Pero como en toda pieza musical el ritmo fue in crescendo y Lasarte aprovechó el final de su pregón para hacer un alegato a la alegría, una invitación a vivir las fiestas con la máxima ilusión y que supusieran un compás de espera en las preocupaciones diarias para darle la batuta al «buen humor, el optimismo y la convivencia solidaria».

Y cómo no, entre música de bares y verbenas, pidió que cada mirandés pusiera un poco de música clásica en estos días y sobre todo  en su rutina diaria. Ella lo hará hoy por y para todos en un concierto en la iglesia Santa María a partir de las 19 horas si sus cuerdas vocales, y el constipado, se lo permiten. Lo que no podrá silenciar el catarro es la voz de su corazón, el mismo «que os añora cuando está lejos y que os quiere siempre, un corazón que os desea a todos lo mejor para cada día del año y para estos de fiesta».

Tras su intervención, Lasarte cedió el turno al alcalde, que antes de prender la mecha del cohete reconoció que por la mañana, cuando la lluvia amenazaba con deslucir la jornada, le envió un mensaje de Whatsapp a la patrona pidiéndole buen tiempo. «Hemos enviado el pregón a la Virgen y nos ha hecho caso. Hasta el domingo va a haber sol; disfrutad del programa que hemos preparado», dijo.

Tras la interpretación del Himno a Miranda por parte de la Banda de Música y el coro Los Veteranos, Lasarte recibió el León de Oro. Emocionada, prometió colocarlo en un lugar especial de su casa de Viena: sobre el piano que se llevó de Miranda hace dos décadas y que le ha visto convertirse en lo que ahora es, una gran soprano.