El palacio de los Medina Rosales de Cadiñanos, levantado en el siglo XVI y que constituye uno de los mejores ejemplos de edificación renacentista de España, va a dejar de agonizar con el comienzo de las obras que servirán para consolidar su torre este, con «un manifiesto y alarmante peligro de desplome sobre la vía pública», como indica el proyecto del arquitecto César Gutiérrez de la Torre. La actuación, encargada por el Ayuntamiento de Trespaderne a la empresa Construcción Arte y Restauración Garsan, de Burgos, tendrá un coste de 41.688 euros, una cantidad de la que el propietario mayoritario del palacio, el empresario Yñigo Míguez del Olmo, asegura que se hará «cargo al cien por cien», aunque solo le corresponda obligatoriamente un pago proporcional a su volumen de propiedad.
La intervención en la torre este, «sopesando los costes presupuestarios, se ha previsto con el consenso de la Comisión de Patrimonio Cultural, el Ayuntamiento y los propietarios del palacio». Hay un acuerdo claro en la necesidad de preservar este Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento desde el año 1991, aunque las diferencias entre el Consistorio y la propiedad mayoritaria en la forma de afrontar la consolidación de la torre han conllevado varios meses de retraso.
El Ayuntamiento de Trespaderne encargó un primer proyecto al arquitecto Javier González Ágreda, que recibió el visto bueno de Patrimonio el pasado mes de enero. En una primera fase preveía invertir 51.303 euros. Pero la modificación de este proyecto destaca que, aunque buscaba la estabilización del edificio, «no daba preferencia al aprovechamiento del sistema de estabilización en un futuro inmediato, con lo cual se producía un encarecimiento y una pérdida económica, al tener que desmontar el sistema de consolidación» una vez se iniciaran las obras de restauración definitivas. La modificación del proyecto plantea unos elementos de sustentación para estabilizar la torre este «que servirán para la posterior reforma del mismo».
En esta primera intervención, con un plazo de ejecución de tres meses, está prevista la retirada de elementos constructivos en peligro de desprendimiento. Muchas de las tejas de los aleros ya han sido retiradas, aunque las vallas del perímetro de seguridad siguen impidiendo a los vecinos acercarse al palacio. Asimismo, el proyecto de la primera fase incluye la «retirada cautelosa y selectiva de la vegetación existente en las fachadas y en el interior de la torre». Las raíces de la hiedra trepadora hacen fuerza tanto en las juntas de los muros, como en la cimentación.
Para consolidar la torre este se apuntalará a base de zapatas de hormigón armado encofrado, que ya se han comenzado a construir y en ellas se colocarán los elementos de hierro que sustentarán la construcción. En las grietas abiertas se coserán varillas de acero corrugado inoxidable y el resto se rellenará con lechada de cal y cemento blanco.
Estas serán las primeras actuaciones en un palacio declarado en estado de ruina en mayo de 2014 por el Ayuntamiento de Trespaderne y para el que no se ha encontrado salida en varias décadas de total abandono. Ahora, sin duda, parece que ha iniciado un camino hacia su restauración, gracias a las gestiones iniciadas en 2008 por el Consistorio en busca de los numerosos propietarios del palacio, muchos de los cuales ni siquiera lo conocen.
Vino Chacolí
Las gestiones del empresario Yñigo Míguez del Olmo, titular de la empresa Bodegas Castillos y Vinos S.L., quien lleva más de una década haciéndose con las porciones del palacio heredadas por múltiples propietarios, también explican la situación actual. El empresario, que hace vino en distintos edificios históricos de España, tiene previsto «tener consolidado el palacio y una unidad de producción de 5.000 botellas de chacolí en marcha en 2020». Míguez afirma que en el palacio quedan restos de la bodega que guardaba el vino chacolí s y cuenta con referencias documentales que así lo atestiguan.