Contradicciones sobre extremos esenciales, declaraciones sorprendentes de testigos relevantes, amenaza de lipotimia de un miembro del jurado, un ‘rifi rafe’ entre el fiscal y el abogado de la defensa. De todo hubo en la primera jornada del juicio que celebra la Audiencia Provincial contra Ignacio V.O., presunto autor del asesinato de Linsy Acosta, el travesti colombiano que apareció muerto el 8 de octubre de 2009 en su casa de la calle Alfareros, en Burgos.
El acusado, que se declara inocente, aseguró ayer que ni conoció a la fallecida ni estuvo en su casa durante su breve estancia en la ciudad los días 28 y 29 de septiembre de ese año, tras salir de la cárcel de Santander, donde cumplía condena por hurto. Según su testimonio, llegó a la estación de autobuses el 28. Cogió un taxi y se desplazó al centro RETO (de desintoxicación de drogas) de Villayerno Morquillas a buscar a su novia, pero no estaba. Volvió a la capital en el mismo coche, preguntó al chófer dónde podía comprar heroína -es toxicómano- y se dirigió a varios bares del centro. La consiguió y se metió varios ‘chutes’ en vena con una jeringuilla, así como alguna raya de cocaína, cervezas y chupitos, con la persona que le ayudó a comprar los estupefacientes. Entre las 23 y 24 de ese día, no supo decir dónde, pero se quedó dormido. Despertó a la mañana siguiente, «en unos soportales, cuando ya era de día». Preguntó por la estación de autobuses y allí acudió para volver a Pamplona, donde vive.
Una vez allí, tuvo que esperar al vehículo que primero le llevaría a Vitoria. En el ínterin, acudió varias veces al baño para ‘meterse’ el resto de droga que le quedaba. Después cogió el bus y se marchó de Burgos. Y poco antes fue cuando, según su declaración, cogió por descuido -en lugar de la que portaba desde Santander- una maleta que -ya en la capital navarra- descubriría que no era la suya. Una valija que contenía varios objetos, entre ellos el móvil y un DVD de Linsy Acosta, que la Policía Judicial de Burgos halló el 24 de octubre, una vez iniciada la investigación, en un piso de Pamplona. Sus inquilinos, según señalaron ayer en la vista los inspectores, les informaron de que días antes la novia del imputado y el propio Ignacio V.O. habían acudido a su casa para venderlos, por entre 15 y 20 euros y el alojamiento por una noche.
La Policía siguió la pista de Pamplona tras intervenir, con orden judicial, la tarjeta de uno de los móviles de Linsy, el que más utilizaba con sus familiares y amigos, aunque tenía otros, pues empleaba distintos números para anunciarse en prensa como prostituta. Las últimas llamadas recogidas en dicho teléfono databan del día 28 y el último rastro que dejó el móvil en un repetidor de Burgos fue el día 29 a las 8,30 horas. Después, la compañía telefónica estableció que su señal había sido captada en Vitoria y en varios pueblos entre esta ciudad y Pamplona.
Tras hallar el móvil y el DVD, la Policía localizó la maleta en la casa de otra amiga de la novia del imputado. Allí apareció un cuchillo, de las mismas características de un juego que apareció en la casa de Alfareros, según los inspectores. El día 27 procedieron al registro de la celda de Ignacio V.O. en la cárcel de Pamplona, donde ingresó tras cometer un robo el día 4 de octubre. El acusado no reconoció su firma en el documento que acreditaba la inspección policial y la defensa puso en duda que todos los objetos que se llevaron de allí fueran del imputado, pues compartía celda con otro preso.
El letrado preguntó a los agentes por qué sabían que todas las prendas de vestir eran de Ignacio V.O. El subinspector que dirigió el registro contestó que el director de la prisión ordenó el desalojo del otro reo y todas sus pertenencias. Y el resto de agentes señaló que preguntaron al acusado si era todo suyo y contestó que sí. Sin embargo el abogado explicó que el secretario judicial no había reflejado nada de esto en las diligencias.
El fiscal le enseñó y preguntó por un pantalón manchado de sangre, si sabía si contenía restos suyos y de la propia Linsy, pero Ignacio V.O. dijo no saber nada.
La hermana de la fallecida, M.Y.A., realizó una declaración sorprendente a preguntas de la acusación particular, algo que no pasó desapercibido para el jurado ni para el presidente de la sala, que insistió sobre ello. En la última conversación que mantuvieron por teléfono -sobre el día 27 de septiembre- Linsy le había informado de su intención de viajar a Pamplona.
La tía del travesti, M.A.G., que encontró el cadáver el día 8 de octubre, realizó un testimonio que creó cierto desconcierto en la sala. Cayó en varias contracciones a la hora de describir la secuencia de llamadas a su sobrina y los días que las realizó. Por una parte, indicó -igual que a la Policía- que Linsy la llamó sobre el día 28 de septiembre para que se hiciera cargo de una maletas porque se iba a mudar de piso. Pero después aseguró que esa llamada se produjo un sábado y ese 28 era lunes. También aseguró que acudió a la casa de la fallecida -cuando encontró el cuerpo- a los cinco días de dicha llamada, con lo que el abogado defensor dedujo que esa llamada se produjo el sábado 2, lo que colocaría fuera de la escena del crimen a su cliente.
Y esta versión concordaría entonces con el testimonio de los trabajadores de un bar que Linsy frecuentaba, quienes en octubre de 2009 aseguraron haberla visto por su establecimiento los días 2 y 3 de dicho mes. De hecho el abogado defensor cuestionó al inspector que dirigió el caso por qué no hicieron caso a esas declaraciones, a lo que contestó que la investigación tomó otro rumbo. También pregunto a los policías la razón por la que desecharon incriminar a un hombre de nacionalidad colombiana del que se encontró una huella en el piso. Asimismo, insistió, y así lo reconocieron varios testigos, en que Linsy había sido amenazada por su condición de prostituta y transexual.