No había amanecido cuando el empleado de la gasolinera vio que se le acercaba lentamente un hombre con aspecto de aterido y envuelto en una manta. No era ni un vagabundo ni una aparición fantasmal: se trataba de Javier Rupérez, diputado de la UCD que había sido secuestrado por ETA un mes antes. Sus raptores decidieron liberarlo en la gasolinera del kilómetro 233 de la N-1 (La Varga), la más cercana a Burgos, ciudad que siempre ha mantenido, a su pesar, una estrecha relación con la sanguinaria banda de pistoleros. El trabajador del surtidor, una vez se identificó Rupérez, avisó a la Guardia Civil. Dos agentes le trasladaron a la sede de la Comandancia de la Benemérita. Pocas horas después, tras confirmar que se hallaba en buen estado de salud, fue trasladado a Madrid, siendo recibido por el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, con quien estuvo reunido durante dos horas.
Rupérez, que fue secuestrado junto a la Casa de Campo de Madrid, no fue torturado durante su cautiverio. Aunque en un principio la investigación apuntó al País Vasco como el posible lugar en el que había permanecido oculto, años después, tras identificar al comando que lo secuestró, se supo que había estado escondido en un chalé de Hoyo de Pinares, en la provincia de Ávila. El juicio contra sus presuntos secuestradores se celebró en el año 1989. Uno de los acusados era Arnaldo Otegi, para el que el fiscal solicitaba 29 de prisión. Pero la inexistencia de pruebas materiales que demostraran su vinculación con aquella operación permitió que saliera absuelto. Sí pudo probarse que fue el ‘Comando Kalimotxo’ el que ejecutó el secuestro de Rupérez, por el que fueron condenadas dos mujeres: Françoise Marhuenda y Begoña Aurteneche.
Todavía hoy sobrevuela la sombra del pago gubernamental por la liberación de Rupérez. Sin embargo, desde el principio se negó tal punto. El presidente, Adolfo Suárez, reiteró en numerosas ocasiones que no se produjo desembolso alguno por el rescate del diputado de UCD. El pulso que ETA político-militar le estaba echando en ese momento al gobierno centrista buscaba la excarcelación de presos de la banda. Casualidad o no, el 22 de ese mismo mes de diciembre salieron en libertad catorce presos de ETA. Javier Rupérez no dejó la política. Tras la desaparición de UCD pasó a formar parte de Alianza Popular y más PP, partido por el que fue embajador y ha ostentado numerosos cargos en la UE.