Melanie Rostock: «No creía que le pudiera gustar a una persona»

J.M. FAYA -R. BARRIOS
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La joven escritora acaba de publicar su primera novela, 'Bittersweet', que se inspira en el acoso escolar que padeció durante años

Melanie Rostock: «No creía que le pudiera gustar a una persona»

El bullying es un asunto muy serio que, lamentablemente, sigue afectando a muchos jóvenes hoy en día, y lo peor es que ha empeorado con las redes sociales. Ahora, el acoso te persigue allí donde vayas. Consciente de esta problemática, Melanie Rostock presenta Bittersweet, una novela que ocupó los primeros puestos de la lista de más vendidos de Amazon, en su versión autopublicada, y que ahora llega a todas las librerías gracias al sello de literatura juvenil Plataforma Neo. La autora, que sufrió esta lacra en su niñez, denuncia una realidad que todavía permanece oculta en su vida, y lo hace a través de una historia que combina, a su vez, el romance con la intriga. ¿Cómo calificaría usted el problema del bullying? Es un asunto muy serio que, lamentablemente, sigue afectando a muchos jóvenes en la actualidad, y más con Facebook, Twitter y demás redes sociales. Ahora, el acoso te persigue allá donde vayas, y no puedo ni imaginarme lo que eso habría sido en mis días. Asegura que fue víctima de esta discriminación. ¿Cuál es su primer recuerdo al respecto? Tenía 11 años y fue al empezar en un nuevo colegio. La verdad es que no sé muy bien cómo fue, solo recuerdo que se me cayó el estuche y todo se desparramó por el suelo. Toda la clase se echó a reír. Entonces me vino una imagen a la cabeza: me sucedió exactamente lo mismo en el centro anterior, y todos se levantaron a ayudarme a recogerlo. Ese detalle, que parecía tan tonto, en realidad no lo era, porque, en ese momento, vi qué clase de compañeros iba a tener, y qué diferente sería mi vida a partir de ese momento. ¿Recuerda si hubo lágrimas? Sí, lloré, lloré. Todos se reían mientras decían: «Está llorando porque se le ha caído el estuche». ¿Desde entonces sus compañeros la etiquetaron de llorona? La etiqueta la llevé durante siete años, hasta el Bachillerato. Desde ese día no dejaron de reírse de mí cada día, llamándome fea y tonta durante la ESO. No podía ni soñar con salir con chicos porque los que me gustaban estaban reservados para las populares. La tristeza era tan grande y pesada que no sabría cómo describirlo… Me sentía como una mierda y creía que todos tenían razón, que era tonta y que era justificable que se metieran conmigo por ello. Y en su casa, ¿cómo se sentía? Cada día llegaba a casa llorando. Mi madre fue a hablar con la directora y expulsaron a una chica, a la más popular y la que creo que metía cizaña, a saber por qué. Algún problema tendría también. La expulsión fue mucho peor. Al día siguiente, un chico me agredió físicamente, no me hizo daño, solo me empujó y caí al suelo, pero su odio era tan grande que no entendía qué había hecho yo para merecer ese infierno. ¿Se volvió a encontrar con alguna de estas compañeras? Cuando acabé la Universidad me reencontré con aquella chica en un restaurante y se acercó a mi mesa para pedirme perdón por cómo me había tratado en el colegio. Imaginad cómo fue para que ella se sintiera culpable, pero también hace falta tener valor para reconocerlo y pedirme disculpas. Fuera del centro escolar, ¿tuvo alguna experiencia similar? Sí, con el hermano de una de las amigas con las que quedaba los fines de semana. Coincidíamos poco, pero cuando lo veía no desaprovechaba la ocasión para meterse conmigo. En la novela habla de dos personas que sufren acoso y que llegan a apreciarse. ¿Le ocurrió algo similar en la vida real? Existió un David y un parque de atracciones. Lo he reflejado en el libro porque significó mucho para mí en esa época. No creía que pudiera gustar a una persona popular. Fue cuando pensé que quizá sí que la gente estaba equivocada y yo no era tan tonta y tan fea. No pasó exactamente igual que en el libro, pero tuvimos nuestros momentos buenos. ¿Fue ese el momento de la superación y de una vida mejor? Nunca se supera del todo, es decir, parezco muy extrovertida y lo soy, pero lo paso fatal cuando tengo que exponerme delante de mucho público. Es algo que todavía no he superado. Lo paso muy muy mal porque los pensamientos negativos me invaden y creo que todo el mundo se reirá de mí. ¿Y cómo lo llevó a partir de su mayoría de edad? La vida adulta me ha dado todo lo que me quitó la niñez. He sido y soy muy feliz, he hecho, he conseguido todo lo que he querido, siempre con esfuerzo y dedicación, pero aquí estoy, fundadora de una editorial que nació en mi cabeza, y escritora. Esto se supera con el tiempo y por qué no decirlo, con ayuda psicológica. ¿Es ahora más fuerte ante la adversidad de las personas? No diría que el acoso que viví me hizo más fuerte, como me dijeron algunos, pero es muy posible que sea la razón por la que soy tan exigente conmigo misma, y eso tiene su parte positiva: aprendo rápido porque me exijo mucho, y eso me ha ayudado a lograr objetivos grandes en un corto espacio de tiempo. ¡Ah! y ya no me importa lo que los demás piensen de mí. ¿Qué sintió cuando se enteró de la muerte de Diego, el niño acosado? Me sentí muy triste, pensar que alguien no encuentre otra salida que el suicidio es tan devastador que todavía me sorprende que los colegios no tomen más medidas. Diego lo dijo en su carta, no veía otra manera de no ir a clase. A esa edad no piensas que hay más mundo, el colegio es el lugar donde pasas la mayor parte del tiempo y si se convierte en tu cárcel, no es tan raro que un niño tenga depresión.

¿Qué le diría a los padres y acosadores de ese chico?

A los padres no hay consuelo que sirva para hacerles sentir mejor, entiendo perfectamente que se sientan destrozados. Y a los acosadores les haría entender que ese acto tiene consecuencias, no sé qué contempla la ley en estos casos, pero tendría que estudiarse. Y por supuesto, les mandaría al psicólogo porque algún problema tienen también para tener la necesidad de amargarle la existencia a un compañero.

 

¿Vio la película Cobardes?

No la he visto, pero la buscaré porque me interesa mucho ver de qué modo lo enfoca y cómo transmiten ese horror los personajes. En mi novela, Bittersweet, el lector se mete en la piel de Bambi y sufre todo lo que ella sufre, porque ya no solo se trata de lo que dicen de ella, o de las bromas que le hacen, sino el cómo se machaca ella misma, hasta qué punto el acoso ha minado su autoestima.

 

¿Se puede convertir un acosado en acosador?

Puede darse el caso, sí. El acoso te anula como persona y lo único que deseas es ser aceptado por el grupo, si eso ocurre es muy posible que participes si se lo hacen a otro, o mucho más factible que no intervengas, solo para no volver a ser el blanco.

 

¿Por qué usa seudónimo?

No es mi seudónimo, es mi nombre real. Mi padre es alemán y soy nacida en Francia. Me encanta que suene artístico.

 

¿Han leído esta novela sus acosadores?

No lo sé, pero seguramente a estas alturas algunos de ellos se habrán enterado de que he escrito un libro. Me importa bastante poco lo que piensen.

 

En la red social y los grupos de Whatsapp el acoso es grande. ¿Qué se podría hacer?

Lamentablemente, no hay mucho que se pueda hacer. En el libro trato el tema del ciberbullying, y por ejemplo la protagonista, Bambi, no tiene perfil en redes sociales porque quiere huir de lo que le hace daño. En cambio su mejor amiga, Connie, que también sufre acoso en su clase, no quiere renunciar a compartir sus cosas como todo el mundo. Es muy fácil decirle a alguien que no tenga perfiles en las redes pero cuando has crecido con todo eso y ya forma parte de tu vida eliminar tus perfiles todavía te hace sentir más desplazado. Por suerte en mi época no existía y por lo menos el acoso no me perseguía a casa.?

 

 

¿Se planteó alguna vez el suicidio?

Yo creo que nunca llegué tan lejos porque me da mucho miedo la muerte. Recuerdo que cuando tenía ocho años me dio por pensar en el asunto de no existir y me costó mucho dormir esa noche. Me alegro mucho de que esa señal te disuadiera de hacerlo y espero que encuentres en el día a día la felicidad para seguir adelante, porque eso nunca es algo constante y hay días peores que otros, es cuestión de buscarle la parte positiva a las cosas.