Llegó el momento de alzar el telón. Eucharistia, la décimo novena edición de Las Edades del Hombre, que se celebra en Aranda de Duero hasta el próximo 10 de noviembre, abre sus puertas poco antes del mediodía de hoy y desde ese momento ya no valdrán explicaciones o disertaciones orales para transmitir su contenido, sino que serán las 121 piezas del patrimonio histórico religioso seleccionadas para conformar la muestra las que tomen la palabra para hacer llegar a los visitantes un mensaje que, Gonzalo Jiménez, secretario general de la Fundación Las Edades del Hombre, resume en «el amor de Dios al hombre y la belleza humana a través de unas bellísimas obras de arte».
Los dos principales templos de la capital ribereña, Santa María la Real y San Juan Bautista, se han acondicionado para albergar los cuatro capítulos de una muestra que, como principal rasgo distintivo respecto a sus predecesoras, señala Juan Álvarez Quevedo, responsable de Patrimonio de la Diócesis de Burgos y comisario de Eucharistia, es la que más «se enraiza en la tierra, en la región, en el Duero», como lugar significativo por la importancia que en su entorno tiene el pan y el vino.
La exposición, insiste el comisario, además es un gran estudio monográfico sobre la eucaristía, sus antecedentes, su institución y sus consecuencias y presencia hoy en día. Pese a la importancia que este sacramento tiene en la fe católica, hasta ahora aunque presente puntualmente en las dieciocho ediciones anteriores de Las Edades, no se había tratado en profundidad como ocurrirá en Aranda de Duero.
El comisario de Eucharistia, Juan Álvarez Quevedo, dirigió el recorrido guiado que se hizo ayer. - Foto: Luis López Araico
Cuatro capítulos. Estructurada en cuatro capítulos, los tres primeros en Santa María y el cuarto en San Juan, Eucharistia comienza con Panis Quotidianus, al que se accede desde la espectacular fachada retablo sur del templo, obra de Simón de Colonia, y que arranca con un montaje centrado en su restaurada pila bautismal. En él se pone el acento en la base humana de la eucaristía, los elementos del día a día en los que se basa el sacramento, como el pan, el vino y el carácter festivo de los ágapes.
Recoge el testigo Antiquum Documentum, en la nave central de la iglesia, lo que permite apreciar su rehabilitado retablo mayor, donde se incide en aquellas personas y acontecimientos que ya en el antiguo testamento anunciaron el sacramento del sacrificio. Santa María se abandona con Cena Novissima, donde a través de tres subcapítulos se reflejan los momentos de la vida pública de Jesús que ya presagiaban la institución de la eucaristía, su inauguración, propiamente dicha, y la percepción que la Iglesia ha tenido de la Última Cena.
San Juan se ha reservado para el cuarto capítulo Mirabile Sacramentum que, curiosamente, es el que más piezas aglutina, 67 en total, ya que en él tienen cabida pequeños elementos empleados en la celebración eucarística, ropajes litúrgicos y los más variados enseres que ayuden a comprender en qué consiste el «sacramento admirable» al que se se alude en el título, su vigencia, el compromiso solidario que conlleva o su significado de salvación.
Selección artística. Este planteamiento se traduce en la presencia en la muestra de una cuidada selección de artistas y obras que hacen que merezca la pena acercarse a la villa burgalesa y recorrer con atención los itinerarios expositivos. La figura recia castellana reflejada por los pinceles del ribereño José Vela Zanetti, un dibujo de adolescencia de Antonio López o un relieve en aluminio del escultor Víctor Ochoa se intercalan con obras de Gil y Diego de Siloé, del entorno de Felipe Vigarny o Bartolomé Esteban Murillo. Exquisitos relieves anóminos que representan la Última Cena, como el originario de la iglesia de San Juan o el original de las puertas de Santa María, tapices cuya elaboración bebe de las fuentes de los maestros flamencos, copias de un original de Tiziano ceden sitio a cuadros de Joaquín Sorolla, Javier Ciga o Francisco de Colonia. Y entre todo ello, se da cabida a autores contemporáneos, como Eduardo Palacios, en cuyo dibujo se ha basado el cartel, en un intento por «fomentar la creación artística religiosa», manifiesta el secretario general de la Fundación Las Edades del Hombre.
Es también la oportunidad de contemplar las restauradas alba y casulla de San Juan de Ortega, piezas de los siglos XI y XII, tejidos de origen árabe que se han recuperado específicamente para esta muestra. De hecho, señala Jiménez, algo más del 40% de las obras que se exponen se han sometido a distintos grados de recuperación para lucir lo mejor posible para la cita. Además, en lo que se ha denominado el Bosque de Luz, se reúne una veintena de elementos litúrgicos entre los que se puede contemplar el Cáliz de los Condestables, una de las joyas de Eucharistia «por su valor histórico, artístico y también significativo desde el punto de vista religioso», indica Álvarez Quevedo, o las piezas más antiguas, un ara de altar del siglo VIII y un pie de altar del siglo VII.
Entre ambas sedes, además, se ha habilitado una selección escultórica que componen piezas de José Leal, Víctor Ochoa, Elena Laverón y Pedro Quesada.
Este cuidado menú cultural quedará accesible a todo el público después de que, a las 11:30 horas de la mañana de hoy, la infanta Elena proceda a su inauguración oficial. Junto a ella asistirán al acto el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrero, la presidenta de las Cortes de Castilla y León, Teresa García Cirac o el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín.