Tal día como ayer, un 30 de noviembre, pero del año 2000, los yacimientos de Atapuerca fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco. En todo este tiempo, el escenario ha cambiado sustancialmente. Se han levantado emblemáticas infraestructuras como el Museo de la Evolución Humana (MEH), al tiempo que los resultados científicos han ido avanzando y ampliándose el reconocimiento social.
El título del organismo internacional no fue un simple galardón, sino un impulso que «contribuyó a crecer», tal y como subrayó ayer el codirector y responsable del MEH, Juan Luis Arsuaga. «Podemos estar orgullosos porque se ha avanzado en todos los sentidos», precisó, para después citar el «gran cambio» que ha supuesto el centro museístico de cara a la proyección social de los yacimientos, así como los «importantes artículos» científicos que se han publicado a lo largo de este tiempo.
Pero si relevante ha sido el camino recorrido, igual o más lo es el futuro, en opinión del investigador. «Queda una larga vida», señaló, no solo en alusión a los yacimientos arqueológicos por excavar o a los hallazgos por descubrir con nuevas metodologías que crear y aplicar, sino también al crecimiento de su «dimensión social» y proyección «cultural».
Porque para el científico, que el pasado sábado fue reconocido por la comunidad de Madrid con uno de sus premios culturales en la categoría de patrimonio histórico, «Atapuerca debe ser motor del humanismo científico como solución a los problemas de la humanidad», entendido este concepto como una manera de hacer ciencia que «creo que es muy necesaria en la sociedad de hoy en día».
«Su principal contribución es crear ese ambiente, ese clima de conocimiento y discusión», aseguró Arsuaga, momentos después de llegar a la explanada de los yacimientos tras culminar la marcha a pie conmemorativa de los 14 años de este bien como Patrimonio de la Humanidad. Como él y como también el codirector Eudald Carbonell, más de 200 personas realizaron el recorrido que une Ibeas de Juarros con la sierra, a los que se unieron otros 150 que salieron del pueblo de Atapuerca.
En una jornada desapacible por la intermitente lluvia y el frío, vecinos de estas localidades no dudaron en participar, aunque con bastante menor afluencia que en otras ocasiones, en las que han superado el medio millar, en esta caminata festiva que hace 12 años promovieron las asociaciones de Amigos de Atapuerca y Acahia de Ibeas, junto a los ayuntamientos de estos municipios, y a la que más tarde se han ido sumando el MEH y la Fundación Atapuerca.
Ataviados con ropa de abrigo y calzado de montaña, los participantes caminaron entre 4 y 5 kilómetros, dependiendo del lugar de origen, hasta llegar a la entrada de la Trinchera del Ferrocarril. Una vez allí, pudieron degustar un almuerzo, amenizado con la música de una charanga, en una carpa instalada por el Ejército. Junto a ellos, efectivos de Protección Civil y de la Guardia Civil velaron por la seguridad del evento.