Carmen, Luis y Jose son los tres primos del falso monje shaolín que residen en Quintanarraya. Tienen en común un apellido y poco más, Gómez, el primero de aquéllos, y el segundo de él. También en esta pedanía de Huerta de Rey, Juan Carlos Aguilar Gómez tiene una tía, Rosario, la madre de Carmen y Luis, con los que vive. Y en ese parentesco empieza y acaba su relación.
Juan Carlos Aguilar Gómez pasaba por ser un refutado maestro de artes marciales que llegó a tener varios gimnasio en Bilbao y hasta sus días de gloria, como cuando salía en diversos programas de Televisión al ser el fundador del monasterio budista Océano de la Tranquilidad centrado en el budismo chan (zen). Fue, además, el primer occidental en convertirse en maestro shaolín; de hecho se hacía llamar, por lo menos por aquel entonces, Huang C. Aguilar. Pero de la gloria a los infiernos hay menos trecho que de Bilbao donde vivía, a Quintanarraya, donde pasó algunas temporadas, en verano fundamentalmente, cuando era un crío, en casa de sus abuelos. Al infierno descendió a primeros de junio pasado cuando era detenido por la Ertzaintza por agredir a una prostituta -que finalmente murió- y de paso confesaba que una semana antes había asesinado a otra mujer. Fue portada de todos los periódicos y como suele suceder en estos casos, los que decían conocerle descubrieron que no le conocían tanto, y los que no le habían visto en su vida, o sea prácticamente toda España, dejaron escapar de su boca expresiones de asombro y del tipo vaya hijo de p...
Sus primos de Quintanarraya, al igual que otros parientes que residen en distintos lugares del país, están en otro grupo, el de los familiares que, a pesar de serlo, llevaban cuarenta años sin verlo, lo que no implica que no se quedaran de piedra cuando oyeron de su detención y su ingreso en la prisión de Basuari. Es muy posible que la última vez que corrió por el pueblo aún llevara pantalones cortos o que el que recuerdan jugando al fútbol con el hijo del alcalde, Ambrosio, no fuera él sino un hermano que, por cierto, según cuentan, murió después. Y es que cuando son tantas las décadas que han pasado, los nombres, los rostros y hasta las fechas se difuminan y confunden.
En todo caso, Carmen y su hermano Luis, y Jose, primo de éstos, coinciden en decir que no tenían ningún trato con él ni con sus padres Severina Gómez, de Hinojar, y Absalón Aguilar, de Coruña del Conde, pueblos cercanos a Quintanarraya que fue donde realmente se criaron porque descendían de familia de pastores que se movían según las necesidades de los ganaderos que les contrataban.
Severina y Absalón se hicieron novios; como tantos otros profesionales del pastoreo, cuando el trabajo con la ganadería fue escaseando, decidieron emigrar en busca de nuevas oportunidades, como otros de los muchos hermanos de Severina, aunque dos de ellos se quedaron en Quintanarraya, el padre de Carmen y Luis, y el de Jose, además de los abuelos.
Como es habitual, en verano, los hijos y hermanos volvían al pueblo. Según cuentan, el origen del distanciamiento de los padres del shaolín con la familia, surgió porque uno de esos veranos que querían venir, les dijeron que lo aplazara unos días porque eran muchos en la casa y no cabían todos, lo que debió molestarles hasta el extremo de dejar de hablarles. Algunos dicen que compraron una finca, que luego vendieron.
Ahí acabó su relación con Quintanarraya y la familia burgalesa. Aunque según recuerdan estos primos. tampoco con el resto de hermanos de Severina e hijos de éstos se trataban. Nunca, dicen, han coincidido en bodas u otras celebraciones, ni siquiera entierros que muchas veces propician encuentros entre parientes.
Por lo que se ha sabido después por la prensa, los padres de Huang C. Aguilar compraron un piso en Espinosa de los Monteros donde veranearon durante años, incluido el maestro shaolín, que llegó a hacer demostraciones de artes marciales, la más recordada en las fiestas espinosiegas del año 2000.
Quizás para Carmen, Luis y Jose, el no mantener relación alguna con su primo, les ha evitado sufrir por él y compadecerle. «Yo sentí lo mismo que tú al ver la noticia, nada más», me dicen los tres primos que, a pesar de afirmar que no les gusta en absoluto lo que ha pasado, como es lógico, no ocultan su la relación familiar. Carmen es muy clara, ni ‘fardaba’ de él como primo cuando salía en Televisión y era campeón de España, ni ahora que ha pasado esto, le tiene en la boca. Pero reconoce que los días después de su detención, la gente en el pueblo hablaba y era entrar en el bar y callar. Carmen tenía que decir, que por ella, podían seguir hablando si querían, que tenía la misma relación con él que cualquier otro vecino. Un día sí se enfadó, fue cuando un vecino la identificó ante un peregrino que preguntaba por el albergue como la ‘prima del shaolín’. El tiempo pone las cosas en su sitio y más pronto que tarde, nadie en Quintanarraya hablará de Huang C. Aguilar, que de chico jugaban al fútbol, hacía pillerías con los demás niños y parecía tan normal como éstos.