La paciencia en Fuencaliente de Lucio, una pedanía de apenas 60 habitantes del Valle de Valdelucio, ha llegado hasta el límite ante la situación vital que padece uno de sus vecinos, M.M.M., un joven de 27 años, totalmente desamparado y con graves problemas mentales, que está alterando seriamente la convivencia en este tranquilo pueblo desde hace casi dos años.
La gota que ha colmado el vaso ha sido el destrozo de cuatro tumbas y de las tapias del cementerio hace apenas unos días, lo que va a provocar la presentación de una nueva denuncia por parte de las familias afectadas. No será la única y se suma a los varios juicios por faltas y amenazas que tiene pendientes el muchacho y a los que nunca ha asistido (probablemente tendrá que ir detenido pues ya ha faltado hasta 3 veces).
Son varios los vecinos que han emprendido acciones legales con el objeto de parar de una vez por todas la situación personal de desamparo médico y asistencial de una persona enferma que está afectando anímicamente a todos, y solicitar medidas cautelares de alejamiento del pueblo. «Tenemos a un enfermo que vive totalmente desamparado, como un episodio sórdido de la España de la posguerra», apunta uno de los afectados.
Este joven, sobradamente conocido por la Guardia Civil de la comarca, es el protagonista de los cortes de la luz y teléfono provocados por los hachazos en los cables que periódicamente sufre el municipio. También ha pinchado ruedas de los coches sin motivos aparentes, ha tirado tapias y se ha dedicado a espantar al ganado hasta provocar la muerte por asfixia de varias ovejas.
Su principal ‘hazaña’ ocupó páginas en la prensa el pasado mes de septiembre, cuandosolo como siempre y ebrio se marchó a caminar por la carretera de Aguilar de Campoo (N-623) tirando a cada paso a la calzada cuantos objetos metálicos, piedras y maderos encontraba en su camino. Su absurdo empeño provocó un accidente sin daños personales, por lo que fue detenido por un presunto delito contra la seguridad vial.
insomnio. «Madruga como los zorros», explica un vecino, acostumbrado ya a escuchar alaridos y gritos nocturnos en los campos cercanos al pueblo, unos episodios que han sido grabados en teléfonos móviles y que dan fe de los muchos momentos de insomnio que se viven en Fuencaliente, un pueblo dividido entre el hartazgo por estos episodios -algunos vecinos prevén instalar cámaras de seguridad- y la lástima por la situación vital del que los protagoniza.
Él vive solo en una casa que compró su familia hace dos años y que poco a poco ha ido destrozando hasta no dejar nada en su interior. Según cuentan los que la han visto, han desaparecido los electrodomésticos, los muebles, las camas, los baños, los techos, los tabiques e incluso hasta las baldosas del suelo. De hecho, malvive sobre la tierra pura y dura, prende fuegos y cuando le aprieta el hambre sale a rebuscar en los contenedores de basura. «No hay perro abandonado en el campo que viva peor que él», resume un paisano.
Su único consuelo, narra el alcalde, Fernando del Olmo, son las 72 latas de cerveza (contadas) que su familia le deja a la puerta de vez en cuando. Al parecer, explican, el padre y una hermana viven en Polientes de Valderredible (Cantabria), el pueblo natal del muchacho y al que no puede acercarse por una orden de alejamiento. Hasta la fecha, la familia ha hecho caso omiso a las reiteradas peticiones de informes médicos para poder tratar adecuadamente a su hijo, que estuvo un tiempo ingresado en un hospital de Cantabria.
«Aquí nadie hace nada y crece el miedo a que un día aparezca muerto de frío o quemada su casa, o que nos queme la nuestra o nos amenace otra vez... Está haciendo la vida imposible a todos».
El sentimiento es de hartazgo, no de odio. El joven reconoce temeroso sus hechos cuando se le presentan a la cara. Cuando está tranquilo, le gusta la jardinería y los árboles, incluso recoge las basuras y limpia los contenedores...
El abogado que lleva la mayoría de las denuncias, Sergio Carpio, insiste en la complejidad de las mismas y su difícil solución. «Intentamos que, por el bien del chaval, se clarifique su situación personal y médica, que sea internado en un centro especializado y, posteriormente, que se emita la medida cautelar de alejamiento».