Aquellos cuentos de la lechera

H. Jiménez / Burgos
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Hace 10 años se anunció una gran central eléctrica en Aranda. Antes, la BMW pudo instalarse en Briviesca y el complejo termal de Llano de Bureba iba a crear 250 puestos de trabajo. La crisis o su falta de realismo dio al traste con notables proyectos

En mayo de 2004 un sonriente Francisco Flores, entonces presidente de El Salvador, visitaba Peñaranda de Duero para conocer el proyecto de Iberecuestre que tuvo un mal final cuatro años después. - Foto: P.S.

«Esto va a ser una revolución», decía en junio de 2003 el alcalde de Llano de Bureba. Un exultante Martín Díaz, pleno de ilusión, relataba las enormes expectativas que se cernían sobre su pequeña localidad. La Diputación Provincial, de la mano de la empresa Samalús, proyectaba un centro de ocio que incluía un complejo termal, un campo de golf y un conjunto residencial que prometían transformar por completo la comarca.

Decenas de puestos de trabajo, asentamiento poblacional, futuro, desarrollo, riqueza. Todos esos conceptos venían de la mano en un tiempo en el que el país entero se creía rico y los anuncios de inversiones proliferaban como setas. En ese contexto, el 1 de julio de 2004 se anunciaba para Aranda de Duero una central eléctrica mediante la combustión de gas natural que daría trabajo a 50 personas y exigiría 180 millones de euros para su puesta en marcha.

Hace unos días se cumplió una década de aquel anuncio que finalmente no se hizo realidad y que, sobre todo en torno a los años del ‘boom’, estuvo rodeado de otras cuantas promesas empresariales posteriormente no cumplidas. Fueron todos ellos cuentos de la lechera, expectativas de progreso incumplidas que ahora, con la perspectiva que dan el tiempo y el cambio de ciclo económico, provocan sentimientos a caballo entre el sonrojo y la ternura. Repasamos aquí unas cuantas.

Complejo termal de Llano de Bureba. La más sonada en su momento fue el mencionado proyecto termal de Llano de Bureba. 250 chalés funcionando como apartahotel, campo de golf de 18 hoyos, hotel con 80 habitaciones con posibilidad de ampliación hasta 240... Allí todas las cifras eran enormes. Y había más: nada menos que ‘Foro mundial del Camino de Santiago’, centro termal y lúdico, piscina climatizada, polideportivo cubierto, campo de fútbol, tres pistas de tenis, cuatro de pádel... 250 puestos de trabajo en total, 66 millones de euros de inversión y una puesta en marcha fijada para 2006. Todo eso se decía tres años antes de la hipotética fecha. Una década más tarde, el alcalde sigue siendo el mismo pero su entusiamo por el proyecto dista mucho de aquel primer impacto.

Martín Díaz asegura que mantiene el contacto con Samalús y que hablan «de vez en cuando». Sostiene que la idea del complejo, aunque más reducido y adaptado a la realidad del nuevo tiempo, no está descartada por completo. Pero admite al mismo tiempo que «no hay ninguna novedad» al respecto desde hace muchos meses, lo que en este tipo de iniciativas suele ser equivalente a que está completamente olvidado.

BMW, en Briviesca. También en la Bureba fue muy comentada la posible implantación de BMW en Briviesca. Corría el año 2000 y la firma bávara buscaba ubicación para una nueva planta en España. O eso se decía. El alcalde, José María Martínez, y el presidente de la Cámara, José Ramón Temiño, fueron los primeros ilusionados y alimentaron la esperanza de un «eje caliente», como en su día se denominó, conformado por Burgos, la capital burebana y Miranda. Llegó a haber un ofrecimiento de terrenos junto a la carretera de Bañuelos y Briviesca compitió con más de 200 ciudades y regiones en toda Europa para albergar un proyecto que generaría hasta 10.000 puestos de trabajo directos e indirectos. Cuando en junio de 2001 se enteraron por la prensa de que la prestigiosa marca alemana no sería su nueva vecina, al alcalde y al presidente de la Cámara no les quedó más que lamentar la decisión.

Burgos capital tampoco se ha librado de los cuentos de la lechera. En el año 2005 el Ayuntamiento anunciaba el inicio de conversaciones para la creación de un ‘call-center’ de la ONCE. Iban a trabajar en él 150 personas con algún tipo de discapacidad y se barajaron varias ubicaciones, entre ellas el edificio Hydrosolar 21 (en Villafría), la segunda planta del CEEI (también en el antiguo recinto aeroportuario) e incluso el Edificio Correa, en el polígono de Gamonal, a la vista de que la organización de ciegos metía prisa. Tanto apremio y tanto vaivén se acabó en 2009, cuando la Fundación ONCE comunicó que aplazaba la iniciativa alegando la situación de crisis en general y del sector del telemárketing en particular.

Central eléctrica en Aranda. En La Ribera la mayor inversión iba a ser la de la central eléctrica ya citada. Era una idea de Foster Wheeler Ibérica, que un par de años después de saltar a la palestra (incluso antes del cambio de ciclo económico) quedó abandonada. Sus promotores aludieron, entre otras razones, que la altitud de Aranda de Duero (a 800 metros sobre el nivel del mar) generaba problemas en las centrales térmicas de ciclo combinado, y también cuestiones relacionadas con su sistema de refrigeración que no había obtenido el visto bueno de la Confederación Hidrográfica del Duero. En 2006 dijeron que aplazaban la idea durante 5 años. Y nada se ha vuelto a saber de ella.

La difícil realidad también dio al traste con el intento por construir el llamado Parque de Ocio de Arlanzón, un proyecto de 2004 que se pasó varios años paralizado. La Diputación acaba de tirar la toalla hace solo unos meses, cuando formalizó la renuncia a la idea que impulsó personalmente el anterior presidente de la institución, Vicente Orden Vigara. Se hablaba nada menos que de levantar 640 viviendas, su correspondiente campo de golf (hubo un tiempo en el que sin hoyos y ‘green’ todo perdía caché) y 60 puestos de trabajo directos. Pese al empeño de la Diputación, llegó el Tribunal Superior de Justicia y anuló la declaración de proyectos de interés regional. Y luego fue la crisis la que administró la extremaunción.

Al menos dejó una primera piedra y una foto con las autoridades, aunque solo fuera eso, la que iba a ser una planta de biodiésel en Villahoz. 15 millones de euros y 15 puestos de trabajo directos eran las cifras básicas de una empresa pionera capaz de transformar anualmente 60.000 toneladas de girasol recogido en un radio de hasta 150 kilómetros en 25 millones de litros de combustible. Tras aquel acto inaugural no hubo segunda piedra. Ni tercera. Ni ninguna más. El actual alcalde de la localidad, Francisco Palacios, explica que de todo aquello lo único que queda es «una cerca de algo más de una hectárea».

De regreso a la Ribera, el proyecto Iberecuestre también merece estar en este listado de decepciones, en su caso con el agravante de que fue protagonista de un desagradable episodio de maltrato animal. El sueño inicial era convertir a Peñaranda de Duero en un referente en la cría caballar pero problemas de liquidez provocaron que en marzo de 2008 una inspección del Seprona detectara 67 animales en aparente estado de abandono y desnutrición. Si hubiera salido adelante se habrían empleado 28 millones de euros a lo largo de tres años para un centro de formación ecuestre, instalaciones hoteleras, campo de golf (cómo no) y promoción de viviendas. Otra empresa intentó retomar la iniciativa pero hace tiempo que nada se sabe de ella.

La crisis y la época previa. Los proyectos fracasados por múltiples motivos no fueron solo cosa de la época previa a la crisis. Recientemente, por ejemplo, el Consorcio para la promoción del aeropuerto de Burgos ha tenido que decir adiós a la empresa de pintado de aviones que tenía esperanzas de ‘cazar’ para Villafría. Era la gran esperanza de futuro para el pequeño aeropuerto local, siempre amenazado por la caída de pasajeros y el coste de mantenimiento de infraestructuras, pero solo duró un año y siempre en calidad de proyecto más que de realidad. Iba a generar unos 30 puestos de trabajo, con una inversión de 10 millones de euros y permitiría la ocupación de un hangar para pintar allí aviones de gran tamaño. Las dificultades de financiación y la falta de interés de inversores locales a los que también se ‘tanteó’ para su colaboración cavaron su tumba.

Tampoco hace tanto que acabó en el limbo la idea de los invernaderos en Cerezo de Río Tirón. Allí se preveían unas instalaciones para cultivar millones de rosas aprovechando el calor generado por la mina Crimidesa y el CO2 que emite esta explotación, con su correspondiente beneficio medioambiental. 50 millones de euros se requerían. 200 empleos directos iban a crearse. Y todo se paró por las dificultades para hacerse con el suelo, que acabaron provocando el parón del proyecto en abril de 2012.

Aún más cercano en el tiempo ha sido el fiasco de la Ciudad del Reciclaje en Miranda de Ebro. Un gigantesco proyecto industrial auspiciado por la firma Vieco Serfide prometía la creación de unos (ahora) increíbles 3.300 puestos de trabajo. Iban a comprar miles de metros cuadrados en el polígono de El Bullón a través de la sociedad estatal Sepes, pero el Ayuntamiento nunca terminó de confiar en los inversores. Finalmente, y tras pedir una prórroga al organismo público, en enero de este año confirmaron su renuncia a seguir adelante. Cuando lo supo el alcalde, Fernando Campo, dijo abiertamente que todo había sido «un montaje».

Por unos u otros motivos, todos estos sueños se han ido evaporando a lo largo de los últimos años. Quedan muchos en el tintero y, lamentablemente, pronto engrosarán la lista algunos de los que ahora se barajan y que acabarán por no cuajar. La ilusión, motor de tantos proyectos, se convierte en ingenuidad cuando no tiene mesura. Y cuando el ciclo económico cambie volverán a surgir las tentaciones y los millones volverán a circular. Al menos sobre el papel.