Gamonal volvió a ser ayer el escenario de una nueva batalla campal si cabe más virulenta y descontrolada que la vivida el viernes. De nuevo los grupos radicales se ensañaron con el mobiliario urbano, prendieron fuego a decenas de contenedores, destrozaron al menos cinco oficinas bancarias, realizaron pintadas en comercios y portales y arremetieron contra los agentes que respondieron al vandalismo con fuertes cargas desde pasadas las diez de la noche hasta entrada la madrugada. Una jornada negra que se saldó con 23 detenidos, 8 de ellos menores de edad, y 12 heridos leves, 8 manifestantes, 3 policías y un bombero.
La aparente calma que se vivía por la mañana en el barrio, donde los vecinos comentaban los incidentes del día anterior, resultó ser solo un espejismo a medida que fue avanzando el día. A las siete de la tarde, en la asamblea convocada a a través de las redes sociales ya era palpable la tensión que horas después desembocaría en un acto que recordaba a la kale borroka. En ese momento, además de los alrededor de 300 radicales que montarían los disturbios nocturnos, se concentraban a la altura de la Orensana algo más de un millar de personas.
Los violentos, que tapaban sus rostros con bufandas, capuchas y que, para ocultarse, elevaban hasta la altura de los ojos un pancarta con el lema ‘La calle es nuestra’, eran ya los que lideraban una protesta que aunque vivió momentos más relajados no perdió nunca el tono agresivo. Los asistentes enarbolaron cánticos pidiendo la libertad de los «compañeros detenidos un día antes» y tras media hora de concentración, cumpliendo el guión difundido por internet, acudieron en manifestación hasta la Comisaría de la Policía Nacional.
Proclamas como Este bulevar lo vamos a parar, Detenidos Libertad y Ese agujero lo vamos a tapar fueron las consignas más repetidas por los asistentes a la protesta, que eran vigilados de cerca por los antidisturbios. Eso sí, en ningún momento les impidieron un recorrido que no contaba con el permiso de la Subdelegación. Tras otra media hora concentrados frente al edificio, acordonado por los agentes, el millar de personas volvió de regresó hasta Gamonal.
Fue a la altura de la calle Santiago, justo al inicio de las obras, cuando los radicales, muchos de ellos menores de edad, empezaron a demostrar sus intenciones de repetir los incidentes de un día antes con el derribo del vallado perimetral de la calle Vitoria. Poco antes, los manifestantes habían obligado a bajar a todos los pasajeros de un autobús urbano que se había topado de frente con la protesta. Una conducta que hacía presagiar lo peor y que se notó al mermar a la mitad los asistentes.
A diferencia del viernes, la policía decidió desde el primer momento ampliar el cordón y dejar que los manifestantes actuaran a su antojo siempre que la situación no se torciera en exceso. Algo que no se produjo ya que los actos vandálicos a esa hora de la tarde se limitaron a arrojar bolsas de basura al terreno delimitado por las vallas de las obras, a lanzar algún que otro petardo y a volcar un par de contenedores que, por otra parte, no se previó retirar. Algo más complicada fue la situación cuando los concentrados apedrearon una unidad móvil de Televisión Española que afortunadamente pudo salir de la zona conflictiva sin sufrir grandes daños.
Tras una hora en la que la situación no evolucionaba a peor, y en la que aún se redujo más el número de manifestantes, a las 22.15 volvía a crecer la tensión en la calle Vitoria con el vuelco de varios contenedores a los que, ahora sí, los radicales prendieron fuego. Las patrullas antidisturbios dejaron hacer y quince minutos más tarde una lluvia de piedras y adoquines volaba primero sobre una sucursal del BBVA y después sobre otra de Cajacírculo.
Ese ataque a las entidades, en plena calle Vitoria, fue el que provocó la primera carga de los antidisturbios, una treintena de ellos venidos de fuera de Burgos, y fue a partir de ahí cuando la situación se descontroló y los radicales comenzaron a dispersarse por el barrio formando pequeños grupos.
A la quema de contenedores y al ataque a las oficinas bancarias (también fueron víctimas Bankia, Ibercaja y CaixaBank) se le sumó el lanzamiento de piedras contra los antidisturbios y también contra un camión de bomberos. Uno de estos impactos rompió el cristal de la dotación y le provocó una herida que precisó de varios puntos de sutura.
Los grupos radicales se hicieron fuertes en la zona de Grandmontagne y de ahí extendieron los actos vandálicos hacia el entorno de la Casa de la Cultura de Gamonal, el Pueblo Antiguo y Eladio Perlado. Ese fue el momento que más nerviosismo generó y fue a partir de ahí cuando las detenciones se empezaron a suceder.
Pasada la 1.30 de la madrugada apenas quedaban algunos grupúsculos, pero la situación ya estaba dominada. En ese momento las patrullas de la Policía Nacional comenzaron a abandonar el lugar.
Con la situación calmada todo quedaba listo para que los equipos de limpieza del Ayuntamiento pudieran comenzar a eliminar los desperdicios de una protesta que dejó el barrio de Gamonal como un campo de batalla. Una tarea que ya se agilizó mucho en la jornada del viernes ya que a las 5 horas (habían comenzado a las 2) ya se ha había conseguido abrir el tráfico para autobuses, taxis y vehículos de emergencia hasta las calles Alfonso XI y San Bruno.
Una imagen que, a la mañana siguiente, hacía impensable imaginar lo que había sucedido unas horas antes. Un barrio que abarrotaba las calles con los comentarios sobre los sucedido. Gente a favor de las obras, gente en contra y una mayoría, aunque no absoluta, oponiéndose a las maneras radicales de enfocar la protesta.
A PARTIR DE HOY. En la Asamblea celebrada ayer se acordó que a partir de hoy volverán a celebrarse concentraciones en la calle Vitoria a las 12 de la mañana y a las 7 de la tarde. El lunes, sin embargo, volverán las máquinas a trabajar en el barrio ya que el equipo de Gobierno del Ayuntamiento ha reiterado su voluntad de mantenerse firme para construir un bulevar en Gamonal.