Los expertos dicen que son únicas en el mundo. Que tienen un valor excepcional. Que merecen el mayor de los intereses científicos y de conservación. Y sin embargo los yacimientos de icnitas (huellas de dinosaurios) han visto paralizarse desde hace años el proyecto para declararlas Patrimonio de la Humanidad. En su propio lenguaje, están fosilizadas.
Las huellas de Burgos, junto con otras encontradas en Castilla y León, cinco regiones más de España y Portugal, pujaron en 2010 en una candidatura conjunta por lograr la prestigiosa declaración por parte de la Unesco. Se trataba de un producto científico y patrimonial que pretendía no solo garantizar la conservación de los yacimientos sino también su puesta en valor y su proyección internacional. El marchamo de ser Patrimonio, como ya le ocurre a la Catedral de Burgos, a los yacimientos de Atapuerca o al Camino de Santiago, se esperaba como un revulsivo. Pero no pudo ser.
Tal y como había ocurrido ya en una intentona previa en el año 2005, la Unesco volvió a rechazar el proyecto alegando que los argumentos no estaban suficientemente fundamentados. El 2 de agosto de 2010 el Comité de Patrimonio Mundial consideró que «el documento de España y Portugal carecía de algunas informaciones» para decidir sobre la candidatura. Al mismo tiempo, la Unesco recomendaba que los documentos, más completos, volvieran a intentarlo pasado un tiempo. Fue una decepción, un jarro de agua fría, pero en su día fue recibido también como una oportunidad para mejorar. Hasta ahora.
El director del Museo de los Dinosaurios de Salas de los Infantes, Fidel Torcida, confiesa que «es un asunto que quedó encargada de llevarlo la Junta de Castilla yLeón y del que no sabemos nada de nada». Preguntada por este periódico, la Consejería de Cultura y concretamente la Dirección General de Patrimonio sigue guardando silencio.
La Fundación del Patrimonio de Castilla y León ha venido respondiendo en los últimos años que apoyará una nueva presentación. Y que su implicación se traduce en hechos concretos. Esta primavera, por ejemplo, invirtió casi 300.000 euros (con la ayuda del 1% Cultural del Ministerio de Fomento) en consolidar los yacimientos de Mambrillas de Lara y Regumiel de la Sierra y en realizar una maqueta de las emblemáticas huellas de Costalomo (especialmente valiosas por tratarse de relieves en tres dimensiones) que se exhibe en el Museo de Salas.
Pero más allá de estas obras concretas, del proyecto científico y multiterritorial que debe ocuparse de trabajar en la candidatura de Patrimonio de la Humanidad nada se sabe. Al menos, el entorno de Salas sigue dando buenas noticias como la que conocimos hace justo una semana. El sábado pasado el propio Fidel Torcida anunciaba el hallazgo de nuevas huellas de dinosaurios «únicas en el mundo» que reforzarían la importancia de las icnitas de la Sierra de la Demanda. Un descubrimiento casual por parte de vecinos de Quintanilla de la Viñas, hace ya tres años, ha permitido estudiar una rareza que obligará a tomar a Burgos como referente cuando aparezca algo semejante en otro lugar del mundo.
Torcida apuntaba que el hallazgo tendría entidad suficiente para sumarse a la candidatura de Patrimonio de la Humanidad. Una hipótesis que está pendiente de concretar y sobre la que las administraciones implicadas no han vuelto a dar ninguna muestra de interés real.