El martes, 26 de agosto, se cumple medio siglo del incendio del Santuario de la Virgen de las Viñas. Eran las primeras horas de la tarde del 26 de agosto de 1964 y, en cuanto se vio el intenso humo, fueron muchos los arandinos que, entre la sorpresa y la incredulidad, se acercaron a la ermita para sofocar el fuego. La noticia corrió rápido por las calles de la ciudad y, con prontitud y eficacia, se actuó para salvar algo tan querido por los arandinos.
En las dos fotografías que están junto a estas líneas vemos el momento en que un grupo de arandinos ya han subido al tejado del ábside y están abordando el siniestro desde arriba con mangueras. Simultáneamente y de manera precipitada, como era propio en esas circunstancias, ya habían sacado de la ermita la imagen de la Virgen de las Viñas, el Santísimo Sacramento que estaba en el sagrario y algún objeto más de valor para que no fueran pasto de las llamas. La imagen de la patrona pasará esta jornada memorable en un edificio próximo al santuario como es el Albergue de Turismo, actual Residencia de Asadema. Se dio aviso a los bomberos de Burgos pero cuando llegaron ya estaba extinguido el incendio.
Al día siguiente, una vez sofocado hasta el último rescoldo, fue el momento de hacer balance del estado del inmueble. Los daños eran cuantiosos ya que se había destruido todo el tejado pero lo más relevante era que no se ha producido ninguna víctima, se había salvado la imagen y era posible reconstruir lo que se había dañado. Precisamente durante los meses previos se había hecho un importante esfuerzo económico para arreglar el tejado, dado el estado ruinoso del mismo, algo que ahora había destruido el incendio.
Del calor reinante se habían fundido las campanas y en el interior del templo había quedado destruida parte de la balaustrada de mármol y la espectacular lámpara de araña del interior se había desplomado y destruido. Inmediatamente se inició una suscripción popular en la que pronto se llegó a la cifra de 856.892,20 pesetas. Todas las obras de reconstrucción consecuencia del incendio se prolongaron hasta 1971, empleándose más de dos millones de pesetas.
Dichas obras consistieron en la reconstrucción total del tejado a base de viguetas de hormigón, zuncho de sujeción y engrape de bóvedas, nuevo campanario con mandos desde el camarín a base de sistema eléctrico, demolición y reconstrucción de la sacristía, nueva entrada al Santuario y reforma del antiguo corredor… También se aprovechó esta amplia reforma para realizar alguna mejora como una antesala de la Sacristía, cochera para la carroza de la Virgen, servicios de acceso público para hombres y mujeres, y reforma integral de la casa de los ermitaños. También se reformó el suelo del patio a base de losetas y bordillos de granito de Ávila y canto rodado.
Al día siguiente del incendio, 27 de agosto, se programó una multitudinaria procesión para trasladar la imagen de la Virgen desde el Albergue de Turismo hasta la parroquia de Santa María, donde iba a ser depositada hasta que estuviese mínimamente dispuesta la ermita. Fue un acto cargado de emoción por ver cómo se había salvado la imagen de las llamas. Según las crónicas de la época ‘De la inmensa muchedumbre que acompañaba a su Patrona no se puede hacer una idea nadie. Fue, se puede decir, toda la población en masa en torno a la bendita Virgen, presidida por las autoridades, cofradías, y el pueblo en apretado lazo, entonando cánticos y rezos entablando una pugna por llevar las andas, durante todo el largo camino por la frondosa arboleda. Una vez depositada junto al altar mayor de la iglesia parroquial se entonó una salve popular, y en todos los rostros se podía notar la emoción más grande, ya que las pocas veces que a nuestra Excelsa Patrona se la bajó al pueblo, fueron por circunstancias muy especiales’.
Y es que la anterior vez que estuvo la imagen en Santa María había sido durante la Guerra Civil ya que, al ocupar la ermita las tropas italianas, se consideró que se debía trasladar a la patrona de la villa hasta la parroquia principal de Aranda. En otras ocasiones anteriores a la Guerra Civil había bajado la imagen en casos de extrema sequía.
En las fiestas de 1964 la novena y misa de la Virgen de las Viñas fueron en Santa María, la procesión fue por las calles de Aranda y la imagen fue sobre la carroza, tal como es tradicional en el día de la Función. Los otros traslados se realizaron sobre andas, dada la gran distancia que hay entre la ermita y el casco urbano para llevarla en carroza. El domingo, 4 de abril de 1965, retorna la imagen a la ermita una vez que han finalizado primeras obras de reparación. Para los arandinos fue muy emotivo ver pasar a la Virgen de las Viñas por sus calles, algo que todos eran conscientes que no volverían a ver jamás. Pero sin duda que el momento más emocionante fue ver cómo la Virgen de las Viñas se desviaba de su recorrido para hacer una parada en el cementerio de San Gil, donde reposaban los restos de tantos de sus devotos. Allí se rezó un responso y se entonó una Salve por todos los difuntos allí enterrados.
El 26 de agosto de 1964, día del incendio de la ermita y del que se cumplen ahora 50 años, lejos de ser una desgracia que podría haber tenido como consecuencia incluso la destrucción de la imagen de la patrona, queda grabado como uno de los días grandes de esta advocación mariana. Aquel día fue una de las jornadas en que se demostró un amor más intenso hacia la Virgen de las Viñas y su ermita, siendo muchos los gestos de heroísmo que muchos arandinos demostraron durante aquellas intensas horas.