El nuevo papa Francisco fue entre el año 1992 y 1998 obispo titular de la antigua Diócesis de Oca (Auca en latín), en lo que actualmente se conoce como la localidad de Villafranca Montes de Oca, una de las diócesis no presenciales más antiguas de Europa, con origen en el Medievo, según informaron fuentes del Arzobispado de Burgos.
La Diócesis de Burgos destaca que «entre las sorpresas que nos ha deparado el nuevo Papa», Francisco, «existen muchas conexiones» con esta provincia porque fue obispo titular de la antigua diócesis de Auca, hoy Villafranca Montes de Oca.
El Código de Derecho Canónico establece que cada obispo debe ser titular de una diócesis, por aquello de que «no puede existir un obispo sin su diócesis». En el caso de los obispos auxiliares, al no poder ser titulares de la diócesis donde ejercen su ministerio, la Santa Sede les nombra titulares de otras históricas.
En este contexto, mientras Jorge Mario Bergoglio era obispo auxiliar de Buenos Aires (1992-1997) y arzobispo coadjutor de Buenos Aires (1997), el papa Juan Pablo II le nombró obispo titular de la Diócesis de Oca.
La Diócesis de Oca es el germen de la actual Diócesis de Burgos. Su primer obispo fue Asterio, en el año 589. Este obispo participó en el III Concilio de Toledo, del mismo año. En el año 1075, y bajo los auspicios del rey Alfonso VI, se traslada de manera definitiva y oficial la antigua sede de Oca a la ciudad de Burgos, para ser continuación canónica de dicho obispado. De ahí que la historia de la archidiócesis de Burgos tiene su arranque en la elección de la sede aucense.