El Ayuntamiento se había empeñado en lograr que la fiesta del Parral fuera más limpia. Había puesto más medios para ello. Un trailer de baños y cambiadores para bebés, un sinnúmero de contenedores y papeleras. Incluso vasos reciclables. Pero nada. El panorama que presentaba ayer por la mañana era más parecido al vertedero de Abajas que al de un parque urbano.
Por el suelo, la misma basura de todos los años, botellas de plástico vacías o no tanto, latas de cerveza abolladas, botellines de cristal rotos, comida maloliente. Por no hablar del hedor a orines que exhalaba todo el recinto. En fin, un espectáculo dantesco. Está visto que si el Consistorio pretende conseguir una fiesta más higiénica no le va a quedar otra que dictar un bando -al estilo del que en invierno obliga a los burgaleses a limpiar la nieve de sus puertas- para instar a peñas y particulares a recoger su basura al terminar la celebración.
Es un solo día, es verdad. Pero muchos transeúntes -quizás poco amantes del Curpillos y que el viernes no acudieron al Parral- se encontraron con un parque intransitable. Y no solo por la mañana, porque las labores de limpieza de los trabajadores de Semat se extendieron a toda la jornada. Hoy, incluso, habrá de acudir algún retén para rematar la faena, porque la cantidad de desechos que se acumularon fue ingente.
Las papeleras pasaron desapercibidas para la mayoría, igual que los contenedores. La fuerza de la costumbre. Habituados durante años a abandonar los restos en cualquier parte, no hay campaña de sensibilización que modifique rutina tan arraigada. Y los vasos reciclables, muy bonitos, pero a la gente le va mantener la tradición. Y donde esté beber de la lata o mezclar bebida en los cachis de toda la vida o en botellas cortadas por la mitad que se quiten las moderneces.
50 trabajadores
Semat destinó ayer a la recogida de basura del Parral en torno a los 50 trabajadores -menos que otros años, pues los recortes impiden contratar más personal para suplir libranzas y vacaciones-. Pertrechados la mayoría con sus perihuelas -escobas fijas- peinaron poco a poco el parque amontonando todos los restos en montones. Mientras, otros operarios manejaban sopladores para mover los desechos menos consistentes. Un total de 12 camionetas -minicajas y recolectores- fueron destinados hasta el parque para recoger después toda la suciedad. Según fuentes de la empresa concesionaria, en el parque podría haber ayer cerca de 40 toneladas de basura. Casi nada.
El servicio de limpieza comenzó su tarea el mismo viernes por la noche recogiendo la inmundicia del exterior del recinto, frente al Hospital Militar y, sobre todo, en el entorno de las piscinas de San Amaro. Había que vaciar y retirar contenedores con el fin de tenerlos preparados para la mañana de ayer, cuando empezaron los trabajos de verdad ya en el Parral propiamente dicho.
Al margen de los trabajadores de Semat y los paseantes despistados, también acudieron al parque burgaleses en busca de algún botín en forma de cartera perdida o botellas de alcohol medio llenas. También se presentó algún que otro solidario con la causa de Sergio Izquierdo, para recoger todos los tapones de plástico que se encontraron por el suelo. La finalidad es enviarlos a una empresa de reciclaje a fin de obtener a cambio dinero para la familia del joven burgalés que continúa en coma en un hospital de Valencia.