El ferrocarril que perdió el Norte

I.L.H. / Burgos
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Un libro recupera los avatares de la línea Santander-Mediterráneo a través de documentos y fotografías inéditas 7 autores participan en la publicación editada por Dossoles aportando datos históricos, medioambientales y sociológicos

Obreros en el apeadero de Lermilla en los años 30. - Foto: diariodeburgos.es

Fue un sueño sin cumplir. Un proyecto que dejó en los raíles las esperanzas de decenas de familias y de aquellos pueblos que vieron en el ferrocarril una posibilidad de desarrollo y de arraigo de la población. Una infraestructura que fue desinflando las ínfulas de progreso a medida que avanzaba el siglo XX. El Santander-Mediterráneo fue un tren que con la idea de unir el mar valenciano con el Cantábrico dejó en el camino cientos de historias, locomotoras, estaciones, espacios naturales, paisajes y, por supuesto, viajeros.

Aunque la idea comenzó con el siglo XX, no fue hasta finales de 1924 cuando se iniciaron las obras. El recorrido del tren iba a transcurrir a lo largo de 720 kilómetros (en la provincia de Burgos se llegaron a utilizar 200), pero el trayecto completo nunca fue una realidad. Entre las provincia de Burgos y Cantabria el tramo finalizó en el túnel de la Engaña y tras la faraónica obra entre montañas que duró casi dos décadas tocó despertar para desandar lo andado. Apenas quedaban unos kilómetros para concluir la infraestructura, pero el tramo entre Cidad-Dosante y Santander nunca llegó a ser vía.

El último viaje del Santander-Mediterráneo se realizó el 31 de diciembre de 1984. Desde entonces se ha escrito mucho sobre su historia y se ha conjeturado sobre su recuperación. Un grupo de autores que en otras ocasiones han unido su trabajo para investigar sobre el ferrocarril minero (2005) o el petróleo de la Lora (2008) se han volcado en los últimos cuatro años en reunir textos, fotografías y archivos inéditos sobre El ferrocarril que perdió el norte, tal y como subtitulan la obra sobre el Santander-Mediterráneo.

«Es un tren que nunca volverá, pero ahora que su recorrido se está recuperando como vía verde es el momento idóneo para recordar los detalles y las historias de sus protagonistas», comenta Miguel Moreno, coordinador de la obra.

El libro reúne más de 500 fotografías entre las que destacan las de las primeras reuniones políticas y las imágenes de grupos de trabajadores en distintos rincones del trazado. También reproduce los planos del recorrido, los datos sobre cómo nace y cómo muere el proyecto, las propuestas de recuperación, y la memoria que ha quedado en los pueblos.

Los autores

A lo largo de sus 285 páginas se da cuenta de los catálogos de decoración de los vagones, las locomotoras que cursaron sus vías, los accidentes, los billetes de los trayectos, el relato de una de las viajeras que se subió a aquel tren del 31 de diciembre de 1984, y hasta las películas que se rodaron en esos paisajes.

La primera parte, que ocupa más de la mitad del libro, está dedicada a la historia global del tren que debía unir Santander con Valencia. El autor de este trabajo es Fernando Díez González, experto ferroviario, dibujante y miembro de la Asociación Burgalesa de Amigos del Ferrocarril.

El arquitecto Antonio del Castillo se centra en el aspecto técnico de las estaciones y su hermano, el farmacéutico Benito del Castillo, lo hace sobre el tren de la sal y la historia de Poza. Fray Valentín de la Cruz, Cronista de la Provincia, y el catedrático Gonzalo Martínez Díez se dividen Burgos para hablar de sus pueblos. Elías Rubio aporta el lado sociológico de los que vieron en el tren el futuro de su pueblo y Carlos Sainz Varona colabora con las fotos antiguas y un artículo dedicado a los montañeros y pescadores que hicieron del tren su medio de transporte.

Salvador Mirete explica los detalles geológicos del terreno y Martín López Cueto los micológicos. Carlos Palma recorre los tramos del tren describiendo las aves y el escritor Fernando Ortega pone literatura a El fin de una ilusión.

Por último, Miguel Moreno dedica su capítulo a los Bienes de Interés Cultural y a la vía verde que se encargará de enlazar el pasado con el futuro. Porque aunque no hay una única versión para explicar la paralización de la obra tras el túnel de La Engaña, la más utilizada ha sido la de la oposición del puerto de Bilbao, que veía en esa salida ferroviaria a Santander una dura competencia. Pero también tiene que ver con los tiempos en los que fue construido. Empezó dando servicio de Burgos a Soria y a Teruel, y cuando se visualiza la posibilidad de unir la provincia con Santander son los años 50, una época que coincide con el punto álgido del tráfico por carretera. «Es una cuestión económica y social. Todavía quedaba mucho por hacer y los tiempos ya eran otros. Es también el momento de la despoblación de los pueblos», sostiene el coordinador del libro.

 

Sobre el libro

LA PUBLICACIÓN: Ha sido editado por Dossoles. Santander-Mediterráneo. El ferrocarril que perdió el norte se ha empezado a distribuir en las librerías.

LOS AUTORES: Bajo la coordinación de Miguel Moreno, participan Fernando Díez González, Antonio y Benito del Castillo, Carlos Palma, Carlos Sainz Varona, Elías Rubio, Fernando Ortega Barriuso, Fray Valentín de la Cruz, Gonzalo Martínez Díez, Jimena del Castillo, Martín López Cueto y Salvador Mirete. El libro está dedicado a Francisco Javier Ayala Carcedo.

EL TEMA: Coincide con el acondicionamiento de buena parte del trazado como vía verde. De la mano de especialistas en las respectivas materias, la obra da a conocer la historia, las esperanzas y el entorno de un ferrocarril que quedó inconcluso.