En 2009 un informe interno lo puso de manifiesto: las choperas de Fuentes Blancas y Fuente Prior, que se plantaron para explotar la madera pero que nunca fueron taladas, constituyen un peligro evidente. Han envejecido y, por diferentes motivos, se han ido degrandando hasta el punto de que las caídas de ramas y de ejemplares completos no son algo extraordinario. Eso, en un parque que frecuenta toda la ciudad, no es una broma.
Pero en 2009 se estilaba más la baldosa que los chopos, así que nada, o muy poco, se hizo. Poco porque bien es cierto que el Ayuntamiento ha intervenido en numerosas ocasiones para cortar esto o arreglar aquello, pero la única solución real y definitiva es, así de simple, la tala de esos ejemplares y su reposición por especies autóctonas menos frágiles y que cumplan sin riesgo alguno el objetivo del cinturón verde de Burgos: «Su uso por parte de la ciudadanía para actividades de ocio y esparcimiento, a la vez que proteger y potenciar su biodiversidad y su valor como lugar de transición entre el área urbana y el área rural», en palabras de los técnicos replicadas por la concejala de Medio Ambiente, Carolina Blasco.
Precisamente Blasco ha sido la edil que ha devuelto este asunto a la mesa de la Comisión de Medio Ambiente, que en su reunión de ayer pudo escuchar cuál es la planificación propuesta para poder acabar con el problema de seguridad que constituye el envejecimiento de miles de ejemplares.
Esos criterios, en conjunto, son los de «reposición del arbolado en los mismos términos que se aplican en el resto del cinturón verde: maximizar el uso de especies autóctonas, minimizar los costes de mantenimiento y fomentar la prestación de los servicios medioambientales que prestan las superficies forestales».
Las zonas de actuación más urgentes que se han detectado se han dividido en dos sectores para ser ejecutados en dos años y minorar así tanto el impacto sobre la masa verde (entre la tala, la reposición y el periodo de arraigo y crecimiento pasarán algunos años en los que se produzca un ‘vacío verde’ en comparación con la imagen actual) como el coste de las actuaciones.
El primer bloque afecta a la chopera de Fuente Prior que hay entre el cámping y la carretera de Fuentes Blancas, lugar en el que «por sus grandes dimensiones y el envejecimiento, son frecuentes y peligrosas las caídas de ramas e incluso de grandes árboles».
Habrá que restringir el acceso
El segundo sector afecta a las dos choperas que existen entre el bar de Fuentes Blancas y el Arlanzón, donde el problema es que los ejemplares a talar «no se han adaptado al suelo y a las condiciones de aridez de ese entorno, por lo que además de estar aviejadas se están secando».
Los trabajos se ejecutarán entre octubre y noviembre, «que son las fechas idóneas para la plantación de nuevas especies», y no se harán de forma secuencial, sino simultánea, así que a cada retirada de un ejemplar le seguirá la plantación de otro. Eso sí, allí donde se actúe será necesario restringir el acceso a las personas, otro de los motivos que empuja a hacerlo en dos anualidades, pues de lo contrario debería privarse a los burgaleses de una parte más que importante del Parque de Fuentes Blancas durante varios meses.
Toda la operación será seguida por el grupo de trabajo que se va a constituir en el seno del Consejo Sectorial de Medio Ambiente, en el que tendrán representación, además de todos los grupos políticos, las organizaciones ecologistas. Para la primera fase existe «crédito presupuestario» propio de la Concejalía, según asegura Blasco, y su coste estimado es de 40.000 euros.
La propuesta de reposición contempla especies como el álamo (negro y blanco), el sauce blanco, la mimbrera, el cerezo silvestre, el fresno de hoja estrecha, nogales, serbal común, manzano silvestre, almendro común, arces, quejigos, robles o encinas, entre otras.