Burgos no ha sido ajena a la realidad política pintada por las urnas en la práctica totalidad de capitales de provincia españolas y ha roto con las mayorías. El factor determinante de los resultados en las municipales es la pérdida de 5 concejales ‘populares’, por lo que la lista encabezada por Javier Lacalle en su segundo asalto por la Alcaldía se quedará en 10 actas. Lacalle partía de los 15 ediles que le aportaron los 40.674 votos cosechados en 2011 y se ha quedado en 26.062 (siempre conforme al escrutinio al 92,53%, que es lo máximo que ofrecía el Ministerio del Interior al cierre de esta edición), lo que porcentualmente deja al Partido Popular con un 31,36% de los votos y rompe el suelo histórico que recibió en 1999 con Ángel Ariznavarreta encabezando la plancha electoral (el 34,90%). Un mal resultado sin paliativos.
La segunda variable es la que afecta al que tradicionalmente ha sido el partido tractor de la labor de la oposición: el PSOE. La candidatura de Daniel de la Rosa también ha empeorado sus resultados con respecto a la que lideró Luis Escribano en 2011. Los socialistas obtuvieron entonces 22.539 sufragios, mientras que ayer sumaron 18.823 (recuerden que al 92,53% del escrutinio). En términos porcentuales supone pasar del 25,57%% al 22,65%, peor que en 1999, 2003, 2007 y 2011, mejor que en 1995, cuando tocó fondo con 5 ediles. Es, por tanto, su segundo peor registro histórico, pero estas cifras le garantizan 7 concejales en la próxima Corporación. ¿Un mal resultado? Sobre lo que tenía, sí. Sobre las encuestas, no.
Conservará el PSOE, aunque por la mínima, su condición de partido mayoritario al margen de los ‘populares’. Pero esa condición ya no será ‘hegemónica’. La coalición Imagina Burgos, surgida de la suma directa de IU y Equo y con el apoyo explícito de Podemos, obtiene en su primera comparencia en unos comicios 17.203 votos, un 20,70% del total. La traducción son 6 concejales en el salón de Plenos. Imagina se ha quedado a 1.600 apoyos de alcanzar al PSOE y a un 2% en términos absolutos. Un resultado claramente triunfal.
El cuarto y último invitado a la fiesta de ensamblar el próximo Ejecutivo local es Ciudadanos. El Partido de Albert Rivera, cuya candidata en Burgos es Gloria Bañeres, se estrenaba en los comicios locales con encuestas que llegaron a situarla como segunda fuerza política. Esa ha sido la ‘tara’ de los sondeos, puesto que el resto de los resultados, comenzando por la caída del PP hasta los 10 concejales, ya fueron advertidos por la demoscopia. Al final no ha sido la segunda fuerza, ni tampoco la tercera, pero su concurso es crucial porque se erige como el telón que divide dos mundos políticos cuyas relaciones viven una glaciación.
La papeleta ‘naranja’ fue respaldada por 11.644 burgaleses, un 14,01% del total. Aplicada la Ley D´Hont, Bañeres acudirá al Pleno acompañada de tres concejales más, suficiente para que el PP necesite al menos su abstención para que Lacalle sea alcalde y también para que la suma de las izquierdas necesite su apoyo explícito. Es, por tanto, la llave que abre o cierra todas las puertas.
Pero además de a los protagonistas de la película electoral ayer también se juzgaba la sociología del voto en los territorios del régimen general. Más claro: se juzgaba el ‘bipartidismo’. El PP (o AP y SI en su momento) y el PSOE suman 17 escaños en el Ayuntamiento capitalino, la cifra más baja desde el regreso a la democracia en 1979. Hasta la fecha el suelo lo marcaban los comicios de 1999, cuando el PP obtuvo 10 escaños y el PSOE 9, dos más que ahora entre ambos.
Los otros cinco partidos que se presentaban al Ayuntamiento de Burgos se quedarán fuera del salón de plenos, y además por mucho margen. Ninguno alcanzó siquiera el 3% de los votos (es necesario el 5% para optar la primer concejal) siendo Porbur, el Partido fundado por el exportavoz ‘unionista’ Roberto Alonso para sostener su candidatura, el que recibió más respaldo (2.279 votos). Le siguen sus excompañeros de UPyD (2.001) con Sergio Carpio a la cabeza, VOX (1.855 votos), el Partido Castellano (833) y SAiN (527).
Pero también esos resultados, los de los denominados ‘partidos minoritarios’, tienen una lectura interesante. Por ejemplo la que afecta a las guerras intestinas por el mando de la papeleta en el caso de UPyD y Roberto Alonso. La suma de ambos partidos alcanzaría los 4.280 votos y un 5,15% del total, lo que podría haberles otorgado un concejal que sería crucial en un escenario como el cosechado ayer para decidir el Gobierno de la ciudad. Eso, una vez ventilado, publicitado y consumado el divorcio, ya no significa nada.
La siguiente lectura es que el proyecto de VOX, que en Burgos cobraba una especial relevancia por la presencia en la lista de José Antonio Ortega Lara, no termina de cuajar. Al menos no en términos electorales. No obtuvo representación en las europeas de hace un año y en esta ocasión se queda fuera de la práctica totalidad de ayuntamientos, incluyendo la capital burgalesa.
Y, en último término, se consuma la pseudodesaparición de los castellanistas, que en 1999 llegaron a tener la llave del Gobierno de la ciudad y que desde su entrada, primero, y salida, después, del famoso tripartito se han desangrado electoralmente hasta acercarse a la posición de farolillo rojo que ocupa el partido solidario internacionalista SAiN. El PCASapenas ha obtenido el 1% de los votos.
Los problemas técnicos que se vivieron durante la mañana electoral también alcanzaron a un recuento que hasta la madrugada de hoy había quedado cercenado al 92,53%, si bien la distancia para que Imagina lograra su séptimo concejal era de 1.041 votos a recortar al PP, demasiado.
La participación se incrementó en más de un punto (hasta el 66,62%), los votos nulos computados eran hasta ese nivel de escrutinio 1.556 y había 1.874 votos en blanco, lo que constituye una diferencia muy notable con los 3.243 de hace cuatro años. Quizás (o quizás no) a lo largo de hoy podamos conocer las cifras finales, aunque los porcentajes son diáfanos.