Prohibida la esperanza e incluso hablar de ella

Antonio Pérez Henares
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La mejora de los datos en el ámbito económico no parece suficiente para quienes se amparan en la desconfianza y problemas del pasado

Bolsa De Madrid Ibex - Foto: EUROPA PRESS

En España no se te puede ocurrir escribir que no te parece mal que la prima de riesgo esté ya por los 250 y bajando, y eso que, con ello, los intereses que nos ahorramos son un fortunón, más de 3.500 millones. O que el bono a 10 años ya está por debajo del 4,4 por ciento, que la bolsa anda buscando ya los 9.000 puntos, que las exportaciones suben, que la recesión se acaba, que el paro ya no es de más de seis millones -por un poquito, pero la EPA lo situó por debajo- y que en el INEM llevamos cinco meses de bajadas y ya la cifra es de 4,7 en vez de los cinco pasados y que hasta puede que con agosto sean seis los meses de bonanza. Qué drama es y de los gordos, pero qué mejor si mengua. Pues dices todo eso, que es verdad, y te apedrean. Casi ni te dejan. Te cae la del pulpo y lo más suave que te espetan es que eres un tonto y lo siguiente es que eres un vendido.

Tú lo dices, claro, porque el año pasado estabas asustado no, lo siguiente, porque la prima andaba por los 600 puntos, el interés rondando el siete por ciento, la Bolsa perdiendo los 6.000 enteros y, por mucha estacionalidad como la que ahora dicen, el desempleo no encadenaba cifras positivas ni a tiros. O sea, que digo yo que si entonces era para aterrarse, será ahora, al menos, para alegrarse un poco. Pero ni hablar. Prohibido. Mañana mismo llegará de nuevo el llanto y el crujir de dientes. Prohibida la esperanza. Aunque sea de verdad.

Agoreros. Porque, sin embargo, y mientras a ti te ponen a caldo, resulta que aquellos que pronosticaban, impelían y aseguraban que el rescate era inminente y el desastre total nos amenazaba cuando en él cayéramos hundidos, aquellos que auguraban el apocalipsis al menos un par de veces al día y por dos cadenas de televisión diferentes, aquellos que habían sido incluso los impulsores del Plan E de José Luis Rodríguez Zapatero y otras tantas maravillosas ruinas, siguen siendo los cerebros, los guais, los que saben las recetas y los que están en la verdad y la bondad. Los buenos, vamos. Y los buenos no pueden equivocarse nunca. Aunque ni tengan por qué ser siempre los buenos y hayan demostrado, como poco, saber hacer el tonto mejor que nadie.

Pero, amén de prohibirnos ni un ápice de esperanza, resulta que incluso nos vetan hasta hablar de estos asunto. Ahora si uno no quiere que le cuelguen el sambenito de esbirro del poder y del Gobierno tiene que hablar hora a hora, día a día, mes a mes, año a año de San Barcenas bendito y mártir. Y bueno, de acuerdo, lo haremos 360 días al año, pero dejen al menos cinco para alguna otra cosas como estas de la economía y el paro que, a lo mejor, a unos cuantos hasta les preocupa e interesa.