«El Canal de Castilla fue una gran obra, mostrarla y ver que la gente disfruta es gratificante»

Aythami Pérez
-

Jesús Santamaría es capitán del barco que, desde Melgar, recorre un tramo del canal seis días a la semana. Los descansos de los demás son trabajo para él pero la felicidad de dedicarse a algo que le fascina puede con todo ello

Los miembros de la tripulación, Jesús y su hijo Jorge, llevan más de un año trabajando juntos y se compenetran perfectamente. - Foto: Patricia González

 
Años de historia, de esfuerzo y de proyectos navegan por el Canal de Castilla, uno de los proyectos de ingeniería civil más relevantes de la España ilustrada. Ya finiquitado su uso como vía de transporte de mercancías, hace más de medio siglo, ahora es el barco San Carlos de Abánades el que recorre sus aguas con fines turísticos y didácticos e inicia su recorrido en uno de los cuatro embarcaderos activos, el de Melgar de Fernamental. A bordo de él, dos marineros oriundos de Castilla, Jesús Santamaría y su hijo Jorge, son los encargados de manejar el barco y explicar a los pasajeros la historia y la construcción de esta gran obra.
Puede resultar curioso que dos castellanos acaben vinculando sus vidas a un barco pero como explica el capitán, Jesús, «a nivel de Castilla, esta zona ha dado muy buenos marinos, por ejemplo, a Medina de Rioseco, uno de los términos del canal, se la llama La Ciudad de los Almirantes y Burgos, para ser una ciudad de interior, tiene una afición náutica considerable. Incluso capitanes de marina mercante acuden aquí para dar clase a la gente que se quiere sacar las titulaciones».
Jesús Santamaría es un capitán de barco de Villasandino y lleva ya seis años surcando estas aguas. Antes de comenzar aquí estuvo mucho tiempo interesándose por el puesto y «en cuanto me enteré de que la plaza quedaba vacante, eché la solicitud a la Diputación. Soy de aquí cerca y conocía desde siempre el canal y su historia», recuerda Jesús sobre sus comienzos. Apaciblemente, tras amarrar el barco después de una de las rutas que dirige, Jesús rememora, «era un sitio que me había gustado desde siempre y cuando se empezó a hablar de la explotación turística de este lugar me alegré porque pensé que ya era hora de promocionarlo un poco porque había estado muy abandonado a lo largo del tiempo». Además, este capitán regenta una casa rural en Sasamón, lo que le permite enterarse de las actividades de ocio que se ofertan y, en su opinión, esta es una buena iniciativa porque «se trata de una actividad cultural y al mismo tiempo es lúdica».
Con todos los elementos de su parte, Jesús decidió sacarse los títulos de náutica porque, anteriormente, el capitán del San Carlos de Abánades no había hecho nada relacionado con esto, «de hecho, me daba más por el aire y por practicar paracaidismo», reconoce. Para pilotar esta embarcación se necesitan unas titulaciones profesionales mínimas a nivel de marina mercante. Por las características de este barco como la capacidad, con aforo para unas 50 personas; y la repercusión; se cobra una entrada a los pasajeros, «me exigen tener la titulación, como mínimo, de patrón portuario. Tengo esta y la de capitán de yate, la de marinería y salvamento», explica.
Jesús comparte trabajo desde hace poco más de un año con su hijo, Jorge, a quien también se le exigen titulaciones. En su caso cuenta con la de capitán de yate, el título para manejar embarcaciones de recreo en vela y el de socorrista. Jorge acabó montado en este barco por su padre, «yo le veía estudiar para sacarse los títulos y me dije: si él puede yo también», y de esta forma acabó explicando la obra del Canal de Castilla a los pasajeros. Él estudió Historia, lo que reconoce que le viene muy bien para trabajar aquí, «el Canal de Castilla es un BIC (Bien de Interés Cultural) desde 1991, se trata de una construcción importante, así que lo que yo hago durante el trayecto es explicar la historia del canal y su construcción».
El San Carlos de Abánades recorre el canal todo el año, excepto los meses de enero y febrero. El primer mes del año se saca del agua para realizar su mantenimiento y el siguiente son los marineros los que pisan tierra firme para tomarse unas vacaciones. Pero el resto de meses del año, padre e hijo los pasan navegando por las aguas de Castilla. El barco tiene que funcionar continuamente y, en especial, los meses de verano, cuando la gente tiene vacaciones y más visitas reciben. Los descansos de los demás son trabajo para ellos pero se muestran encantados por poder enseñar y explicar este tramo del canal y su historia. Jesús reconoce que ahora sí que acude bastante gente a realizar la ruta y durante el invierno y la primavera «funciona mucho con las agencias de viajes, que ofrecen un paquete turístico en el que un día se dedica a dar una vuelta por el canal». Además, reciben excursiones de colegios e institutos que es cuando el barco transporta alegría porque, como reconoce el capitán, «los niños son los que más disfrutan con esta actividad. Últimamente se nota más la promoción que se hace del canal y hemos notado que acude más gente a preguntarnos aquí directamente por las rutas».
A tres nudos de velocidad, unos cinco kilómetros por hora, se desplaza el San Carlos de Abánades y su tripulación reconoce que es complicado navegar por el canal, «es más arduo que hacerlo en el mar, aquí tienes la orilla muy cerca y al girar hay que hacerlo casi sobre el mismo eje del barco. Además, tiene poca quilla, es bastante plano, con lo que tiene poca dirección». Pese a todo, nunca se ha tenido un accidente y los pasajeros a bordo tienen garantizado un viaje singular y diferente, cargado de historia narrada por dos tripulantes que sienten devoción por lo que hacen.