Lorenzo Maté Sadornil es desde ayer el abad del Monasterio de Santo Domingo Silos. Después de jornada y media de deliberaciones y de varias votaciones, los monjes de la comunidad benedictina elegían definitivamente en la mediodía de ayer al sucesor de Dom Clemente Serna, al obtener Maté los dos tercios de los votos necesarios para convertirse en el nuevo regidor del cenobio burgalés.
El recién nombrado abad nació en Citores del Páramo en 1955 e ingresó siendo prácticamente un niño, en 1966, en el oblatorio de la abadía silense, una especie de internado que desapareció con el incendio que sucedió en 1970. A lo largo de su vida en la misma ha desempeñado diversos cargos, como el de mayordomo, bibliotecario o archivero. También fue prior durante seis años en el Priorato de Montserrat, en Madrid, y desde hace un año desempeñaba además las funciones de párroco de Silos, por lo que es bien conocido por los vecinos del pueblo, que le aprecian y a los que no ha sorprendido este nombramiento.
La mayor parte de la vida de Dom Lorenzo Maté ha transcurrido entre los muros de la abadía, ya que sólo ha estado fuera de ella el tiempo que fue prior en Madrid, cuando cursó estudios de Teología en la Facultad de Teología de Burgos y cuando se licenció en Historia de la Iglesia en la Pontificia de la Universidad de Roma.
Maté es un hombre intelectual, que ha dedicado gran parte de su tiempo al cultivo de la mente. Es un gran investigador y un gran conocedor de la historia del Monasterio de Santo Domingo de Silos, por eso, a largo de su vida ha escrito diferentes artículos sobre monasterios benedictinos y sobre las restauraciones que ha experimentado la abadía silense. Dicen sus allegados que Maté siente un gran amor por su casa, que es el propio Monasterio y el pueblo de Silos, con sus gentes y tradiciones.
Quienes le conocen de manera más íntima dicen de él que es un hombre comprensivo, cercano, muy humano, discreto, gran conocedor de la vida monástica y eficaz en todos los cargos que ha ido desarrollando en su vida monacal. Todo ello rodeado de una gran timidez. Su reacción, tras saberse nuevo abad de Silos, como explica el padre Alfredo, portavoz de la comunidad, fue de sorpresa, pero ilusionado. «No se lo ha tomado como un honor, sino como un servicio que tiene que prestar a la comunidad», señalaba Alfredo, que reconocía que con la nueva dirección habrá cambios respecto a la línea de Dom Clemente. «Será más un profundizar en nuestra vida desde una posición más discreta», añadía. Para Emeterio Martín, alcalde de Silos, Dom Lorenzo Maté «es una persona excepcional en todos los sentidos. Es un gran conocedor de la historia y del arte de Burgos. Le deseamos lo mejor y estamos a su disposición», señaló.
Una vez que se pronunció el nombre de Dom Lorenzo Maté en alto tras haber obtenido los dos tercios de los votos, Dom Philippe Dupont, abad de la congregación y que ha presidido estas elecciones, se acercó a él para preguntarle si aceptaba el cargo, a lo que el nuevo abad respondió afirmativamente. En ese momento Dom Philippe Dupont lo confirmó en el cargo en nombre de la Santa Sede y posteriormente se celebró la ceremonia de instalación del nuevo abad, que hizo una procesión de fe, recitó el credo en latín y se comprometió, jurando ante el libro de los Evangelistas, a que va a observar fielmente la doctrina católica y la Santa Regla Benedictina.
Después, el abad general le llevó de la mano hasta la sede abacial (sillón vacío desde que Dom Clemente renunció al cargo) y en ese momento le puso la cruz pectoral y el solideo. Mientras las campanas de la iglesia sonaban antes de las 14 horas para convocar a los vecinos de Silos, los monjes de la comunidad se dirigieron hacia la puerta de las Vírgenes, por la que se accede desde el claustro. Allí, Dom Philippe Dupont hizo entrega a Dom Lorenzo Maté de las llaves, de la iglesia y del monasterio, como nuevo dueño y señor que es del mismo desde ese momento.
Entonando gregoriano fueron llegando los monjes hasta al altar y mientras entonaban el Te Deum, el nuevo abad fue recibiendo la promesa de obediencia de cada monje y después bajó del altar para saludar a los vecinos.