Vecinos del entorno de Venerables han denunciado el abandono en el que se encuentran las ruinas del convento de San Francisco, en la calle del mismo nombre, cubiertas en parte por la maleza y objetivo fácil de los grafiteros y los vándalos.
El recinto se encuentra semicerrado, pero no resulta muy difícil salvar la altura de la valla para colarse en el interior. El último en firmar en estos históricos muros ni siquiera ha necesitado saltar, ya que como se observa en la imagen estampó y sombreó las letras ‘TOF’ en una de las paredes que no está totalmente desprotegida.
Los restos del cenobio franciscano, sin uso eclesiástico desde la desamortización de Mendizábal (1836), pertenecen al Ayuntamiento de Burgos tras la donación realizada por el Ministerio de Defensa, en 1972. Independientemente de la propiedad, la empresa Semat actúa de oficio en la limpieza de cualquier espacio, independientemente de su titularidad.
EN LA RUTA DE ISABEL
José Ramón Carmona se ha dirigido a este periódico para reclamar que se limpie «la firma de algún inculto», que se observa desde hace días en uno de los muros que aún quedan en pie, por el valor histórico de estos vestigios, que podrían ser incluidos en una ruta sobre Isabel de Castilla, tan de moda en otros lugares gracias a la serie televisiva, ya que fue sede del archivo de los Reyes Católicos.
Levantado a partir de 1226 en los Bayllos menores (los Vadillos), con importantes patrocinios, entre ellos el de Ramón de Bonifaz, el Almirante de Fernando III El Santo; llegó a tener 22 altares. «La desoladora actualidad es que sólo quedan unos mellados y ruinosos muros, con un arco moldurado, dos arco-solios, un rosetón con tracería hebraizante en estrella de seis puntas, dos óculos circulares sencillamente moldurados, un escudo y una lauda sepulcral con grafía romana, tristes restos que permanecen después de la desaparición del Parque de Intendencia y de los Almacenes Municipales, en los años 80 de este siglo, con las posterior destrucción y terraplanado de todo el ámbito de su emplazamiento y solar, arrancando incluso cimentaciones y carneros del subsuelo, sin beneficio de la duda ni remordimientos de conciencia», describe el arquitecto Álvaro Díaz Moreno en el Boletín 4 de la Institución Fernán González.