Va por ti, 'feo'

Eider Calvo
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Eli Wallach, el actor que dio vida al bandido mexicano en 'El bueno, el feo y el malo' de Sergio Leone, homenajeado mañana en 'Sad Hill' tras su reciente muerte

La película se desarrolló entre las localidades de Contreras y de Santo Domingo de Silos durante el verano de 1966. - Foto: DB

Tenía 98 años. No era precisamente lo que se dice un jovenzuelo pero, para haber fallecido a esa edad, el pasado 24 de junio, sin duda tenía ganas de vivir. Hijo de Abraham Wallach y Berta Chorr, natural de Brooklyn, Nueva York, y con una carrera cinematográfica inagotable que encabeza una filmografía de 150 cintas entre películas y series, protagonizó uno de los más grandes spaghetti westerns de la historia que hayan sido proyectados en una sala de cine: El bueno, el feo y el malo, del guionista y director italiano Sergio Leone, uno de los más importantes dentro de este subgénero. Y aunque le tocó ser el feo, en su defensa se podría decir que ni Clint Eastwood es tan bueno, ni Lee Van Cleef tan malo.

Una gran estrella que, sin duda, merece una despedida también estelar. Por este motivo, el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas (C.A.S.), junto con el Centro de Iniciativas Turísticas Sierra de la Demanda (C.I.T.), en colaboración con las asociaciones culturales de Serranomatiega y Sad Hill, el club deportivo Silos y el Ayuntamiento de Santo Domingo de Silos, han organizado un homenaje a toda una vida a las 19.00 horas de mañana en el mítico cementerio de Sad Hill, situado entre los municipios de Contreras y Santo Domingo de Silos, con vistas al 50 aniversario del rodaje para el año 2016.

Como resulta obvio, el lugar elegido para llevar a cabo la ofrenda no es casualidad. Cuatro años antes del verano de 1966, momento en el que se rodó la película que produjo el reconocimiento mundial de Wallach, este escenario se utilizó en otra película: El valle de las espadas de Xavier Setó. El jefe de producción de este filme, José Antonio Pérez Giner, además de director de producción de El bueno, el feo y el malo, recomendó estos escenarios a su colega Sergio Leone para que ambientara en ellos su película, pues guardaban bastante similitud con los paisajes de Nuevo México en los que se desarrolla la cinta. De esta forma, el acto consistirá en una reunión informal donde todos los asistentes podrán disfrutar de una tarde en este lugar tan especial mientras suena de fondo la música de Ennio Morricone, compositor de la banda sonora de la película.

Las escenas que se rodaron en la comarca de Sierra de la Demanda ese caluroso verano de 1966 son cuatro: la misión de San Antonio, el campo de concentración de Betterville, la batalla del Puente de Langstone y el cementerio de Sad Hill. La primera de ellas se rodó en el interior de las ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza, en Hortigüela, representando un hospital militar al que el personaje de Wallach lleva al de Eastwood para que le cure unas heridas. Cuando éste se tumba en la camilla, a través de la ventana se puede observar la ermita de San Pelayo.

La segunda escena se concentra en un altozano ubicado en la localidad de Carazo, donde se construyó un fuerte en torno al que se personificó la cara más fría de una guerra: torturas, ejecuciones... En este decorado, Leone decidió introducir a un grupo de músicos cuya misión era tocar para que no se escucharan los gritos de los torturados. Estos músicos eran reales y, además, propios de Salas de los Infantes.

La batalla del puente de Langstone se rodó en el río Arlanzón, para la que hicieron falta más de 1.500 extras, la mayor parte de estos procedentes del Acuartelamiento de San Marcial. Esta escena requería que el puente que se construyó para la película estalla en mil pedazos, cosa que preocupó a los técnicos, pues temían que la explosión dañara el monasterio de San Pedro de Arlanza. Finalmente, el valle de Mirandilla acogió la escena que con mayor precisión recuerdan los aficionados a este tipo de género: el cementerio de Sad Hill, uno de los decorados mejor conservados de la película que catapultó la carrera de Wallach. Hasta siempre, maestro.