Reclaman medidas a los colegios para ayudar a los niños con TDAH

R.L. / Miranda
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Amidahi. La asociación agrupa a una veintena de casos, la «punta del iceberg» de un trastorno que afecta al 5% de los escolares

Sugieren a los profesores poner en práctica medidas sencillas, como que el niño con TDAH esté en primera fila o lejos de la ventana para evitar distracciones. - Foto: R.L.

Las siglas TDAH puede que no le digan mucho, pero si decimos la palabra hiperactivo, seguro que usted piensa casi al instante en un niño movido, olvidazo y que suele sacar malas notas en el colegio. El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un problema neurológico que afecta en torno al 5% de la población menor de 18 años, un porcentaje que en Castilla y León sube al 6%. La prevalencia es alta y el diagnóstico, complicado. Bien lo saben sus familias, que a menudo pasan por varios psicólogos hasta que consiguen dar con el origen del problema, un trastorno que  acompañará a sus hijos de por vida, pero que se puede dominar con un tratamiento individualizado y con apoyo familiar, escolar y social. 
En Miranda se desconoce el número de niños que padece este trastorno, pero sí existe una asociación que los acoge y asesora. Se trata de Amidahi, que agrupa a una veintena de familias, la «punta del iceberg», como ellos dicen, de un problema que es más común de lo que se piensa. Tener un hijo con TDAH no es fácil. Al margen de que los niños no pueden estar quietos o en silencio, se desconcentran enseguida, les cuesta aprender más las cosas y  acaban siendo «problemáticos» e incluso pueden «sufrir el rechazo de los compañeros de clase». Los últimos estudios apuntan que el 10% de los casos de fracaso escolar tienen como origen el TDAH. Su diagnóstico es eminentemente clínico, prestando atención a tres factores nucleares: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad. 
 
Protocolo regional. La Junta de Castilla y León tiene establecido un protocolo no obligatorio para que a la hora de abordar esta patología se facilite la comunicación y la actuación entre los profesionales de los servicios sanitarios, los profesores, el menor y la familia. Son los orientadores en los colegios los que, a petición de los padres o de un maestro, realizan una pre-evaluación del alumno para conocer si presenta o no síntomas de este trastorno. Un problema con el que pueden encontrarse las familias es que la valoración se «retrase» porque los orientadores «tienen mucho trabajo». Con el informe en la mano, el caso se deriva a los servicios sanitarios para su estudio. Será, por lo tanto, un médico el que dictamine si el niño padece TDAH, pudiéndole derivar a servicios especializados para abordar el tratamiento. También en el colegio se apoyará al menor, adaptando las técnicas de aprendizaje y tratando de aplicar programas  para modificar su conducta, mejorar su capacidad de atención o controlar su impulsividad. 
Pero la realidad, según las familias que se agrupan en Amidahi, es que no siempre encuentran en los colegios el apoyo y la comprensión que necesitan sus hijos. Reclaman «más empatía» y también «un poco de paciencia» ya que la escuela, de por sí, «es un contexto difícil para un niño con TDAH». ¿Por qué? Se trata de un lugar en el que hay que estar quieto, en silencio, esforzarse mentalmente durante un tiempo continuado, cumplir normas, órdenes y rutinas  y atender a varios estímulos a la vez. Un reto extremadamente difícil para estos niños, por lo que les piden «más colaboración», con sencillos gestos como sentarles en primera fila o lejos de la ventana para que no se distraigan. También les favorecen los exámenes orales y, si son escritos, que en cada pregunta se formula una única cuestión. «Se pueden hacer muchas pequeñas cosas por ellos, pero a veces por desconocimiento de este trastorno por parte de los profesores, falta de tiempo o interés no se hace mucho», lamenta Iratxe Vega, psicóloga de la asociación. También se recomienda evitar enviar a casa las notas negativas a través del niño porque «solo se consigue aumentar su frustración y que se rebelen todavía más». 
 Además, proponen que los logros de estos niños, por muy pequeños que sean, sean reconocidos para fomentar su autoestima. 
Para los padres, el día a día con el niño en casa también supone un reto. Al final, se aprende a vivir  con ello, y como defiende la presidenta de Amidahi, Maite Acosta, «hay que cambiar el chip». Ella por   ejemplo recuerda que buscaba que su hijo se sientiera motivado «premiándole incluso antes de que consiguiera las cosas», lo que consiguió subirle la autoestima. «Habitualmente las madres le llaman a esto malcriar, pero era la manera de que en casa hubiera menos broncas y rebajar la tensión», afirma. Su consejo para los padres, por lo tanto, es «pensar en positivo y no decirles todo el día que son lo peor; hay que quererles como son». En el origen del TDAH hay una probable transmisión genética: que uno de los padres lo padeza multiplica por 8 el riesgo,  aunque no se descarta la influencia de factores que actuarían durante la gestación, el parto o el desarrollo infantil.