Los seis años comprendidos entre junio de 2008 y 2014 han tenido el efecto de un tsunami en el mercado laboral de la provincia, en la que ahora hay más hogares que entonces y un desequilibrio cada vez menos pronunciado entre aquellos en los que todos sus miembros trabajan y aquellos otros que tienen a todos sus activos en el paro. Concretamente, si en Burgos había en los comienzos de la crisis más de 25 viviendas con todos sus miembros activos trabajando por cada una en la que todos estaban parados, esa proporción se ha reducido ahora hasta llegar al punto de que solo hay siete domicilios con pleno empleo por cada uno en el que nadie encuentra en qué trabajar.
La brecha entre núcleos familiares con pleno empleo y otros en situación contraria se está reduciendo a gran velocidad y, en lo que respecta a Burgos, muy especialmente en los dos últimos años, siempre según datos oficiales facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que obtiene estas series al mismo tiempo que las relativas a la Encuesta de Población Activa (EPA) pero no las publica con la misma asiduidad. Así, la estadística oficial afirma que al término del segundo trimestre del 2014 había en la provincia 11.300 hogares con todos sus ocupantes en activo parados y 81.100 en los que todos estaban ocupados. Dos cifras que están lejos de las obtenidas en 2008, cuando la crisis ya era algo más que un mal presagio pero todavía no se apreciaba en la calle con nitidez: 3.500 viviendas con todos sus activos desocupados frente a 87.700 núcleos familiares con pleno empleo.
La diferencia entre ambas fechas salta a la vista y eso tiene unas consecuencias. Por ejemplo, que Cruz Roja tenga previsto ir a repartir alimentos este año en la capital a 1.300 personas más que en 2013; que una mujer de más de setenta años haya recurrido a organizaciones como Cadena de Favores en busca de un trabajo, porque tiene unas cargas familiares que no puede asumir con la pensión; o que en las dependencias jurídicas de los sindicatos acaben haciendo una labor más propia de psicólogos que de asesores. El secretario provincial de UGT en Burgos, Roberto Gómez, afirma con vehemencia que «nadie estaba preparado para los dramas que estamos viendo, porque una cosa son las cifras de las estadísticas y otra muy distinta es tener a la persona delante contándote cuál es su situación». En este sentido, Gómez considera «imprescindible» que se pongan en marcha programas de recualificación para parados de sectores como la construcción, «que están clínicamente muertos y que son los que empleaban a muchos de los parados de larga duración de Burgos y que ahora están abocados al mundo de la economía sumergida». Gómez ha denunciado en muchas ocasiones que «hay empresarios, una minoría, pero cada vez más numerosa, que se están aprovechando de las circunstancias: contratan para cuatro horas; pagan seis, pero dos son en negro y los trabajadores acaban haciendo jornadas de ocho o diez horas. Lo que nosotros llamamos contratos de cuatro, seis, ocho». Y ante esta situación, Gómez es vehemente: «Hay que señalar con el dedo a quien defrauda. Que alguien robe, mal; pero que encima alardee de ello, peor. Y hay que tener en cuenta que ahora están robando a familias que están viviendo auténticos dramas».
2012, el peor año
La encuesta oficial no solo muestra cómo se está reduciendo la distancia entre un extremo y otro, sino que también permite comprobar a qué ritmo se está haciendo en un sentido y otro. Es decir, el incremento de los hogares con todos los miembros en paro es aún más rápido que la disminución de viviendas con pleno empleo, ya que ahora hay 7.800 familias más que entonces sin ingresos procedentes del trabajo y 6.600 hogares menos que en 2008 con pleno empleo.
En lo que se refiere a hogares sin nómina, la provincia registró unas cifras bastante estables en el primer lustro del siglo (entre 2.000 y 3.000) y se mantuvieron hasta el último trimestre de 2008, en el que empezaron a dispararse. Se pasó de los 3.500 hogares de junio ya citados a 5.100 a finales de año, cantidad que al término de 2012 ya se había duplicado (10.500 hogares sin recursos) y que, finalmente, en marzo de 2013 alcanzó el máximo histórico del siglo con 12.500 familias residentes en la provincia en las que ninguno de sus integrantes en edad de trabajar puede hacerlo a pesar de estar en búsqueda activa de empleo. A final de año eran 12.100 los hogares en esta situación; hogares en los que la cacareada recuperación es solo un espejismo. Y eso, teniendo en cuenta que en la última estadística oficial disponible ha habido una levísima disminución en este sentido.
Como contrapartida ‘optimista’, habría que destacar que las viviendas en las que todos los potenciales trabajadores están haciéndolo se ha incrementado en este último año. En concreto, los datos oficiales afirman que en junio de 2013 había 74.400 hogares en la provincia en esta situación (la cifra más baja de toda la crisis) y un año más tarde ya son 81.100. No obstante, habrá que esperar hasta final de año para ver cómo evoluciona la contratación y desde cuál de los dos extremos vuelve a acentuarse el desequilibrio.