La radiología intervencionista ha dado un paso hacia adelante en el tratamiento para tumores inoperables gracias a un novedoso procedimiento llamado electroporación que consiste en realizar punciones alrededor de la masa tumoral con varias agujas (de 2 a 6) conectadas a unos electrodos, que generan impulsos eléctricos para destruir células cancerosas.
El pasado jueves 12 se realizó, por primera vez en la sanidad pública, una intervención de este tipo en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU) dirigida por Roseau, un físico holandés que mostró la nueva técnica al equipo de Radiodiagnóstico burgalés formado por Cristóbal Cano -jefe de servicio-, Jesús Aldea, Miguel Castaño, José López y Jorge Nuño - jefe anestesista-.
«El procedimiento percutáneo consiste en pinchar el tumor con varias agujas rodeándolo y, a través de unas descargas eléctricas que se producen en la zona delimitada por las agujas, se matan las células tumorales», explica Aldea, quien asegura que esto posibilita nuevas líneas de tratamiento para los pacientes con tumores inoperables que invaden vasos sanguíneos. Esta es la gran novedad.
Las antiguas técnicas se realizaban de una forma similar pero por abrasión y «quemaban tanto el tumor como los vasos y conductos». Sin embargo, ahora es posible «respetar las células endoteriales, las de los vasos sanguíneos», sostiene Aldea que asegura que el nuevo método tiene «los mismos riesgos que cualquier punción». Además subraya que el equipo tiene una gran experiencia pues ya ha realizado unos 130 procedimientos con el método anterior.
«Es un tratamiento completamente nuevo. Solo se han hecho 6 en toda España», asegura Cano, destacando la importancia de este avance que «abre poros en las membranas de las células afectadas para eliminarlas». El tejido destruido en la intervención «se elimina posteriormente a través del sistema linfático y se realizan controles con escáner para comprobarlo», puntualiza.
La intervención «aún no está dentro de las guías clínicas», cuenta Aldea que aunque considera que es «demasiado pronto para hacer valoraciones», considera que los resultados «están siendo buenos y eso, junto a las publicaciones que se están realizando, indica que esto va a salir adelante».
Sin embargo, Aldea explica que esta técnica no es válida para cualquier persona y «no puede ser usada de forma generalizada». Los casos deben estar muy seleccionados y los pacientes susceptibles de recibir este tipo de tratamiento deben haber agotado las vías de terapia convencional para los enfermos de cáncer.
«Si el cirujano dice que no se puede operar y oncología considera que el paciente no puede soportar un tratamiento de radioterapia o quimioterapia, se barajaría esta posibilidad», explica Aldea y ejemplifica su discurso con el historial del hombre que se sometió a la intervención el pasado jueves: tumor de gran tamaño en el páncreas que afecta a los vasos de este órgano, avanzada edad y problemas respiratorios.
Tanto la familia como el enfermo «acogieron esta nueva opción con gran entusiasmo y mucho agradecimiento», comenta Aldea, que afirma que sin esta técnica la esperanza de vida del paciente no hubiese superado los dos meses.
La operación se prolongó durante tres horas. «No hubo complicaciones», comenta Cano que explica que el tiempo de actuación es tan prolongado debido a «la dificultad que entraña la precisión a la hora de realizar las punciones. Tiene que hacerse al milímetro».
Tras el éxito de la intervención, el HUBU ya ha tomado la decisión de incorporar este tratamiento aunque, como indica el doctor Cano, «habrá que estudiar cada caso para seleccionar a los pacientes idóneos».