Radiante día de la función

J.C.O. / Aranda
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Miles de arandinos lucieron sus mejores galas para asistir a la tradicional misa y procesión en honor a la patrona, la Virgen de las Viñas, cuya ermita volvió a quedarse pequeña

Momento en que la multitudinaria procesión, con la imagen de la Virgen de las Viñas intercalada, culmina la cuesta del parque justo antes de retornar a su templo. - Foto: DB

Como manda la tradición -nadie recuerda en Aranda de Duero una procesión de la Virgen de las Viñas que haya tenido que ser suspendida por la lluvia o las inclemencias climatológicas- la capital ribereña vivió ayer domingo  la jornada grande de sus fiestas patronales, conocida popularmente como el Día de la Función, con un sol radiante que contribuyó a realzar la multitudinaria demostración de fe y devoción de los arandinos hacia su patrona.

Este año, como una novedad que ha sido muy bien aceptada por los arandinos, el Ayuntamiento fletó un trenecito que comunicaba el centro de la villa con el santuario, lo que facilitó la afluencia, especialmente de las personas de mayor edad que no podían subir por sus propios medios.

La ermita se quedó pequeña un año más durante la misa que presidió el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, y concelebraron los sacerdotes representantes de las parroquias arandinas y de las comunidades religiosas implantadas en la localidad, y  numerosos fieles se vieron obligados a seguir la eucaristía desde el exterior del santuario. En su extensa homilía Gil Hellín abogó por reforzar la fe especialmente en tiempos difíciles, poniendo como ejemplo a la Virgen de María quien a lo largo de su complicada vida se vio obligada a enfrentarse a claroscuros hasta vencer las dudas que la asaltaban ante el anuncio de ser la madre de Dios.

Junto a una nutrida representación de la sociedad arandina, además de una extensa nómina de autoridades locales, a la celebración se sumaron el subdelegado del Gobierno, José María Arribas,    el delegado territorial de la Junta de Castilla y León, Baudilio Fernández Mardomingo, el presidente de la Diputación, César Rico, procuradores, el vicepresidente primero de las Cortes de Castilla y León, Fernando Rodríguez Porres, diputados provinciales y senadores como Jaime Mateu, Alfredo González Torres, Ángel Guerra o David Colinas

Fiel a la costumbre, el Orfeón Arandino Corazón de María fue el encargado de entonar los cantos litúrgicos, dirigido y acompañado al órgano por Juan Carlos. Una extensa selección de 11 obras en la que primaron composiciones  de Manuel Ángel Viro en la que no pudo falta el ‘Cuando de mi patrona’, del Padre Mielgo, fundador de la coral ribereña, el emotivo remate del Himno a la Virgen de las Viñas, de Antonio Nebreda.

Tras la eucaristía el público esperó expectante hasta que la imagen de la patrona salió del templo  por la puerta posterior montada por su carroza dorada tirada por ángeles para iniciar la procesión en torno a la ermita.

Una comitiva que abría el estandarte de Nuestra Señora de las Viñas, seguido de los estandartes y pendones de las diferentes cofradías de la localidad flanqueados por un nutrido grupo de arandinos que procesionaron vestidos  con trajes regionales, y los miembros de la junta y consejo de la Cofradía de la Virgen de las Viñas, que desde 1932 se encarga de estos oficios religiosos.

Tras la exultante talla de la patrona, la camarera de la Virgen, el presidente, secretario y tesorero de la cofradía anfitriona, el oficiante de la misa mayor y el resto de los concelebrantes, representantes del Orfeón Arandino, las autoridades civiles y militares, cerrando filas los representantes de las distintas peñas y asociaciones de la capital ribereña.

Tras el amplio recorrido en torno a la ermita ante miles de fieles, uno de los pasajes más emotivos fue cuando completado el itinerario se dio la vuelta a la carroza y la virgen enfiló entre vítores de nuevo hacia la puerta del santuario, donde permanecerá hasta el año que viene, para culminar con el canto enfervorizado del ‘Virgen Santa de las Viñas’, tú que tienes el poder’ y el remate de la salve.

Si bien la alcaldesa no tuvo que escuchar ayer sonoras pitadas como ocurrió durante el cañonazo,  el sambenito de las reivindicaciones parece perseguirle a lo largo de todos las actos festivos. Ayer llegó de la mano del exconcejal socialista Alberto Villahoz, quien se plantó desde las 10:30 hasta las 14:00 horas ante la entrada del santuario con una pancarta en la que rezaba el slogan:¿Y de la caseta qué?Pobre Virgen de las Viñas. Un acción que perseguía reclamar la demolición de una construcción declarada ilegal por sentencia judicial firme por encontrarse en unos terrenos próximos a la ermita que el planeamiento urbanístico reserva para una posible ampliación del parque circundante.