El retorno de Baco

J.C.O. / Baños de Valdearados
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Miles de personas asisten en Baños de Valderados a la decimoquinta edición de la Fiesta en honor al dios del vino en la que la localidad retrocede a la época romana

Recorrido triunal de Baco a bordo de un carro tirado por un burro por el mercado romano fuertemente flanqueado por las legiones. - Foto: DB

La localidad ribereña de Baños de Valdearados volvió a retroceder este fin de semana más de 1.500 años en el tiempo para rememorar su pasado romano con la celebración de la XV Fiesta en honor a Baco, dios del vino.

Aunque la crisis ha privado a esta cita de grandes espectáculos circenses, la mayoritaria implicación de los vecinos en la lograda ambientación y un presupuesto de 23.000 euros, algo superior al de 2013, motivaron que la cita fuera un éxito un año más y volviera a reunir pese al asfixiante calor a miles de visitantes curiosos y deseosos de sumergirse en la época del Imperio.

En esta edición, dedicada a las fiestas romanas, la principal novedad fue la conversión de la villa durante la jornada sabatina es una especie de Olimpia improvisada en la que se disputaron distintas disciplinas de atléticos juegos romanos a cuyos ganadores, como no podía ser de otra manera, se les impuso la triunfal corona de laurel.

El tradicional mercado artesanal incorporó este año entre sus 40 puestos repartidos por las diferentes calles del mundo uno de peluquería, por el que pasaron todas las patricias deseosas de lucir las últimas tendencias en recogidos llegadas desde Roma. Artesanos del pueblo y de la zona exhibieron su arte y sus productos y dos tabernas saciaron la sed y el hambre de los asistentes.

El punto álgido de la fiesta tuvo lugar ayer domingo cuando los vecinos, ataviados con túnicas, capas y sandalias, y cada uno perfectamente caracterizado en su papel, se desplazaron hasta la villa romana de Santa Cruz, donde en 1972 apareció el mosaico dedicado a Baco que fue expoliado en 2011, para invocar la representación carnal de la deidad con el encendido del fuego sagrado y la ofrenda de vino, harina y sangre.

Las clases sociales más representativas de la Hispania romana (senadores, patricios, plebeyos, esclavos, centuriones, legionarios, gladiadores, guerreros vacceos...) se dieron cita en el yacimiento y no faltaron las doncellas y ménades, quienes agasajaron a Baco, a su esposa, Ariadna, y al sátiro Ampelo, amante de éste, con una ofrenda consistente en uvas de la tierra acompañadas de vistosos girasoles.

El cortejo inició desde allí un multitudinario y colorista desfile,  que abrían dos legionarios romanos a caballo y cerrado por Baco a bordo de un carro tirado por un burro, y en el que participaron más de 400 personas.

Una vez en la plaza, Baco dio lectura a su caústico y poético pregón de apertura de la fiesta, que recordó que se celebra con la misma ilusión que la primera edición «porque la crisis no quita ni ilusión ni alegría de celebrar al patrón de fiesta impía y bendita».

Arremetió contra la vuelta al paleolítico que ha supuesto la reforma laboral, las falsas manifestaciones del clan político respecto  a que está mejorando la situación,  el cansancio de las regias abdicaciones, el encausamiento de nobles, el procesamiento de banqueros por millonarias pensiones, la inesperada humillación de la selección española de fútbol el Mundial de Brasil, la elevada cifra del paro, la previsible rebaja del IRPFa las clases altas, las anunciadas secesiones o el excesivo número de aforados, y vaticinó la batalla que puede plantear Podemos en el panorama político nacional.

Un pregón que remató este año con buenos propósitos y que fue más participativo que nunca al invitó al público a rematar las alocuciones coreando la interjección  «ojalá».

A continuación tuvo lugar la comida popular, a la que se sumaron más de 600 comensales que dieron cuenta de un suculento estofado de carne al «más puro estilo romano» previo pago de 16 euros, y la fiesta, con bacanal incluida, se prolongó hasta bien entrada la noche.