La puesta en valor de la Mina Esperanza, seña de identidad del patrimonio industrial de la Sierra de Atapuerca, supone un punto de inflexión en el devenir de la pequeña pedanía de Olmos de Atapuerca (perteneciente al municipio de Atapuerca), que apenas cuenta con medio centenar de vecinos y un entusiasta alcalde, Eduardo Cerdá, que ha hecho realidad el proyecto soñado desde que, de la mano de su padre, recorriera estos singulares parajes y se adentrara en las minas de hierro.
Los primeros en descender y recorrer las galerías de la Mina Esperanza, con esos 200 metros visitables, tras las obras de rehabilitación acometidas durante varios meses, fueron ayer los representantes de las instituciones y entidades que han financiado el proyecto y los vecinos de Olmos, pero desde la próxima semana podrán hacerlo todos los que lo deseen. Esas fechas festivas y de vacaciones de Semana Santa, que tradicionalmente atraen muchísimo turismo a los yacimientos de Atapuerca, tienen que ser el ‘bautismo’ para la Mina, apunta Cerdá. El viaje a las entrañas de la mina costará 8 euros, que incluye almuerzo en la galería La Caverna y el transporte en un vehículo de 12 plazas que saldrá cada media hora de la plaza de Santa Bárbara.
Lo más importante de esta puesta en valor de la Mina Esperanza está en que no es un proyecto aislado, sino vinculado e integrado en el Sistema Atapuerca, idea que ha defendido siempre el alcalde porque, como reitera, ni los yacimientos de la Sierra se pueden entender sin este complejo minero ni éste puede dejar de verse como parte de la Sierra. De ahí que la visita a la mina se incorporará en el recorrido de los yacimientos, completando y enriqueciendo así el aspecto paleontológico de Atapuerca con el geológico del complejo minero.
Los 200 metros visitables inaugurados ayer son solo el principio de un proyecto más ambicioso que se irá haciendo realidad por partes. Eduardo Cerdá tiene clara su apuesta. Por una parte, en la galería La Caverna, donde la altura permite moverse sin demasiadas dificultades, se instalará el Museo de los Minerales, precisamente para mostrar en las visitas los aspectos geológicos del entorno paisajístico y de la mina, es decir, el por qué de la formación de los minerales dentro de la tierra, además de destacar la importancia y el valor del patrimonio industrial.
La idea del alcalde es vaciar La Caverna hacia una de las galerías e instalar una colección de minerales, ahora a recaudo, en las paredes. «Un museo de minerales dentro de un gran mineral, algo que no sé si hay en algún lugar», puntualiza entusiasmado.
Por otra parte, se pretende acondicionar el espacio exterior para que se pueda visitar la mina a cielo abierto existente y construir un centro de recepción de visitantes que ocuparía el lugar que antaño se destinaba a oficinas de la compañía minera, la fragua y las caballerizas.
La entrada la mina será espectacular. Háganse a la idea. La mina va a estar apagada, los visitantes van a entrar a oscuras, de tal manera que, como los mineros, solo se va a ir guiando con la luz de los faroles de la pared.
Solo al llegar al final de la mina, se encenderá ésta con un interruptor, de tal manera que la iluminación se extenderá a toda la mina. Cambia la perspectiva: se dejan los faroles y se va caminando por las galerías a la vez que se podrá participar en actividades diversas, puesto que la visita tiene un claro carácter didáctico. Así, se enseñará cómo se picaba, los sistemas de barreno, cambio de vías, se moverán las vagonetas e, incluso, se harán experimentos quimicos con el hierro (desde la oxidación de elementos hasta la producción de determinadas reacciones. En cada visita, está prevista una pequeña demostración que será más amplia y práctica cuando se acerquen grupos de escolares. El proyecto precisa para llevarse a cabo tal y como está diseñado de personal, por lo que se crearán 5 puestos de trabajos.
En el actual recorrido, además de La Caverna, encontramos otras tres galerías bastante amplias. Todo lo que está en la Mina Esperanza es original (vagonetas, raíles, picos...) y ha permanecido en ella desde el cierre de la misma, en 1974. Una de las vagonetas se ha sacado restaurado y colocado junto al monumento minero levantado en la plaza de Santa Bárbara.
El alcalde de Olmos pretende buscar la mina de hierro original. El problema, apunta, es que no hay planos originales, desaparecieron cuando se cerró. Por eso, es muy arriesgado, añade, empezar a picar, pero no se resigna. En todo caso, con lo habilitado hasta ahora y las galerías que se van viendo en el recorrido circular en los estratos superiores (se desciende sobre tierra, pero el ascensor se hace subiendo un gran tramo de escalera acondicionado), la visita merece la pena.
VERANO, A PLENO RENDIMIENTO
En verano, la promoción de la mina estará lista al cien por cien, tanto a través de folletos, cartelería y la página web. El proyecto ha supuesto una inversión de 300.000 euros, cofinanciados por el grupo de acción loca Agalsa, la Junta, a través del programa Hábitat Minero, la Administración central, Diputación, Fundación Atapuerca, Sierra Activa y la mancomunidad Encuentro de Caminos.