La Concejalía de Personal y Régimen Interior acaba de imponer una sanción sin precedentes a un funcionario municipal. Lo peculiar, además de los hechos en sí, es que ha sido a un bombero, algo inédito en un Cuerpo que ha cultivado una impoluta reputación por su intachable labor durante décadas y que goza de un respaldo social ganado a pulso.
Los hechos, según se relatan en la resolución a la que ha tenido acceso este periódico, le han costado a este trabajador la imposición de dos meses y veinte días de suspensión de funciones y dos apercibimientos por la comisión de cuatro faltas graves y tres leves en una misma jornada laboral. Una.
Todo sucedió el 9 de julio de 2013. Ese día se celebraba en el parque de la capital una jornada formativa (al parecer con estudiantes de la Universidad) sobre cómo actuar ante un siniestro en un edificio. Horas después, 12 de los asistentes presentaron escritos de queja, algo que también hicieron, pero con condición de informe oficial, el subjefe de Bomberos y el sargento al mando aquel día.
Uno de los primeros problemas fueron los «comentarios lujuriosos» del empleado hacia alguna de las asistentes. Entre ellos, se considera probado que espetó frases como «rubia, ven a lo oscuro que te voy a meter un buen tubo». Durante la visita a la piscina, el mismo bombero se acercó al agua y salpicó a los alumnos, apagando las luces de las instalaciones en la sala denominada ‘el laberinto’ y molestando continua y reiteradamente al grupo tanto con sus palabras como con sus actos.
Desobediencia
Al ser reprendido por los mandos, que se tuvieron que disculpar en varias ocasiones por la actitud del funcionario, cargó contra ellos. El subjefe le requirió en su despacho, pero él se negó a cumplir esta orden y se encendió un cigarro dentro de las instalaciones. Se le exigió que lo apagara por estar contraviniendo la Ley y su respuesta fueron más exabruptos contra sus superiores e incluso contra un compañero que le afeó su conducta.
Igualmente, se negó a cumplir la orden que se le dio, por parte del sargento, de ayudar a otro compañero a recoger el material utilizado durante la práctica. Al subjefe le dedicó palabras como «yo hago lo que me sale de los cojones», «estás enfadado porque no te han dejado ser jefe» o «me expedientas si tienes cojones». Al sargento otras como «eres un cabo de mierda», con añadidos que no merecen ser reproducidos.
Instruida la causa y recogidas las pruebas e informes oportunos, se le suspende un mes por una falta grave por «desconsideración con un ciudadano dentro del servicio encomendado» de forma reiterada. Otros 15 días por fumar dentro del centro de trabajo. 5 más por negarse a apagar el cigarro. Por las desconsideraciones hacia sus superiores (el subjefe) se le suspenden otros 15 días (falta grave), e igualmente ocurre con el caso del sargento (falta grave y 15 días más). Por último, recibe dos apercibimientos por sendas faltas leves (negarse a recoger el material e incorrección hacia el compañero que le afeó su actitud).
En la resolución se recoge que sus actos produjeron una «notable perturbación» del trabajo y que «atentó inequívocamente contra la imagen del propio Cuerpo», algo que ha escocido en el seno de una servicio público ejemplar.