La jueza que instruye las diligencias previas del caso de la niña burgalesa que fue exorcizada en al menos 13 ocasiones cuando era menor de edad y se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico ha ordenado la imputación, en condición de imputado-querellado, del sacerdote que practicó los rituales, el vallisoletano Jesús Hernández Sahagún, exorcista oficial de la diócesis pucelana, y del catequista de la joven en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario (Fuentecillas), J.C.S.V., para tomarles declaración en próximas fechas.
La decisión se produce después de que tanto la magistrada como la Fiscalía y la acusación popular, ejercida por seis tíos maternos de la muchacha, pudieran escuchar las declaraciones de los padres y de la profesora de Religión, B.R.M.G., que, junto con el mencionado catequista, aparecen continuamente relacionados como la correa de transmisión entre la familia, la diócesis de Burgos y el exorcista de Valladolid.
La investigación, iniciada a raíz de la denuncia de la joven el pasado mes de agosto por la posible existencia de los delitos de «violencia de género, lesiones y maltrato familiar», vira así hacia los protagonistas de los rituales que, durante meses, se estuvieron ejerciendo sobre la denunciante.
De la declaración de los padres (ver información bajo estas líneas) se desprende con meridiana claridad que Hernández Sahagún fue perfecto conocedor de que la chica estaba siendo tratada por un equipo médico. Incluso, concretaron los progenitores, tuvo acceso al historial clínico y se interesó por el tratamiento que estaba tomando. A eso, el exorcista respondió que «no interfería para nada» en la práctica de los rituales el hecho de que tuviera una dolencia psiquiátrica diagnosticada, y añadió que, a su juicio, la joven «tomaba demasiadas pastillas» y que eso podría provocar los problemas de sueño y las pesadillas que, le advirtieron, sufría.
En lo que toca al catequista, se trata de la persona que, junto a la profesora de religión y el párroco de Nuestra Señora del Rosario, Rafael Pérez Oreiro, se encargaba de la catequesis del grupo al que pertenecía la menor, hasta que recomendaron que se ausentara para no asustar al resto de los niños con los comentarios que hacía.
Las testificales le señalan como la persona que, bajo el paraguas de la diócesis de Burgos, contactó con el exorcista (él también es de Valladolid aunque por entonces trabajaba en Aranda) y estuvo presente en todas y cada una de las sesiones que se realizaron en la capital pucelana. Según las declaraciones iniciales de ambas partes, eso sucedía en el convento de San Joaquín y Santa Ana. Sin embargo, en su declaración judicial los padres y la profesora de Religión dijeron no poder concretar si efectivamente ocurrió en este lugar o en otro.
Además, la jueza tomará declaración al hermano de la chica (no lo hizo antes por falta de tiempo) y ha pedido informes médicos del último ingreso de la menor, seguido a haber vuelto a tener contacto directo con sus padres.