Ahora tiene una calle en su ciudad natal y se habla de ella con respeto pero en 1938 a Antonia Castillo, tocóloga municipal de Ceuta, le abrieron un expediente administrativo, le consideraron desafecta al régimen nacionalcatólico que por entonces intentaba imponerse a cañonazos, le suspendieron de empleo y sueldo y tuvo que salir de la ciudad. Tras una breve estancia en Madrid, llegó a Burgos en mayo de 1940 y aquí estuvo cinco años ejerciendo su profesión. Fue la primera mujer dada de alta en el Colegio de Médicos y la fémina pionera en el ejercicio de la Ginecología en la ciudad.
Cuenta el médico e historiador de la Medicina José Manuel López Gómez -que ha sido quien ha sacado su historia a la luz, gracias a lo cual Ceuta le tiene dedicada una calle a esta mujer- que José Luis Inclán Bolado, presidente de la institución colegial de esta provincia y de singular adscripción franquista, pidió informes a sus colegas ceutíes, al alcalde de aquella ciudad y hasta a la Guardia Civil para darle de alta. Como la información que llegó no fue tan encarnizada como la que la sacó de su cargo municipal, Antonia Castillo pudo ofrecer sus servicios a las mujeres burgalesas.
Desde el 7 de agosto de 1940 y hasta que se marchó en el 45 rumbo a México, todos los días se anunció en la guía facultativa de Diario de Burgos: «Antonia Castillo. Médico especialista en partos y enfermedades de la mujer. Tratamiento moderno de la esterilidad. Curas de adelgazamiento y engorde. Consulta de 11 a 2 y de 3 a 5. Hotel María Isabel».
Junto a su hermana África, enfermera de profesión, vivió este lustro en la calle Aparicio y Ruiz, 18, entresuelo, y aún queda alguna octogenaria que la recuerda «guapa, amable y simpática», según narra López Gómez, que reconoce que quedan muchas cosas por saber aún de su estancia burgalesa. Una de ellas es la razón de que eligiera esta capital tras su exilio de Ceuta. «Probablemente tendría aquí algún compañero de la Facultad de Medicina, donde se licenció en 1928, y eso le animó a abrir su consulta», afirma el investigador, que incluyó a Antonia en su libro de 2007 Los inicios del ejercicio médico de la mujer en Burgos, y que ha sido invitado a la ciudad autónoma el año que viene para dar una ponencia sobre ella.
Parece, pues, que Antonia era guapa y simpática pero, desde luego y a tenor de su biografía profesional fue una gran médica que tuvo siempre un especial cuidado por seguir formándose. La plaza que el fascismo le arrebató la había ganado por méritos propios en una oposición a la que se presentaron otras cuatro personas; perfeccionó sus conocimientos en Berlín y fue de las primeras españolas en formarse en oncología ginecológica; lo hizo en Nueva York.
Su delito fue estar casada con Luis Castillo, filósofo, formado en la Institución Libre de Enseñanza y presidente del Partido Republicano de Ceuta, que tras el golpe de Estado de Franco se marchó primero a Argelia y luego a Francia. No sería hasta 1954, casi 20 años después de casarse, cuando Antonia y Luis se reunieron. En 1966 la pareja volvió a España, concretamente a la provincia de Almería, de donde era Castillo. Un lustro después, en febrero de 1971, Antonia murió de un cáncer. Su marido le sobreviviría apenas nueve meses.