Cada día que abren los cuatro aeropuertos de Castilla y León, pierden 91.000 euros. La fuga de aerolíneas, la escasa oferta de destinos y la consecuente pérdida de pasajeros es una tónica agudizada en los últimos años, que tiene sus efectos sobre las cuentas de las instalaciones abiertas. Incluso llevaron al Ministerio de Fomento a poner en marcha un plan de choque en Aena para limitar las aperturas y optimizar los recursos, cuyos efectos empezarán a verse este año.
No obstante, sólo el año pasado, los cuatro aeropuertos operativos en la Comunidad sumaron unas pérdidas de 33,35 millones de euros antes de impuestos, que sumadas a los ejercicios anteriores arrojan una deuda acumulada de estas instalaciones que supera los 320,3 millones de euros, según los datos oficiales de Aena sobre el cierre del presupuesto de 2012.
Se trata una cifra que si se divide entre el número de viajeros que utilizaron las instalaciones supondría que cada usuario tendría que haber pagado 70,5 euros más por su viaje sólo para compensar los números rojos de las instalaciones.
Al contrario de lo que se pueda pensar, las pérdidas los aeropuertos no están relacionadas directamente con el número de viajeros que los utilizan a diario. Así, el de León, que cerró 2012 con más de 51.000 usuarios (en segunda posición regional)y con los números rojos más abultados, 9,12 millones.
Le sigue Burgos, con unas pérdidas de 8,97 millones de euros y en tercer lugar Valladolid, con 8,35 millones en números rojos. Salamanca es el que menos pierde, 6,92 millones como resultado antes de impuestos.
El ranking de deuda acumulada también lo encabeza León con 118,03 millones de euros, seguido de Burgos, 80,17 millones de euros, Valladolid, 71,28 millones y finalmente Salamanca, con 50,88 millones.
La evolución de los viajeros también es alarmante y devuelve el número de usuarios a niveles de hace más de una década. Hasta el mes de octubre, los últimos datos de Aena, las cuatro instalaciones de Castilla y León han perdido 93.000 viajeros, comparado con los diez primeros meses de 2012.
El pico más alto de usuarios del transporte aéreo en la Comunidad se alcanzó en 2007 con 740.000 usuarios, cifra ya nunca alcanzada y salvo el repunte de 2011 hasta los 620.000 pasajeros, el resto de los ejercicios han ido a la baja.
En el lustro comprendido entre 2007 y 2012 un total de 267.000 personas dejaron de coger el avión desde los aeropuertos de Castilla y León y si la caída de los últimos diez meses se mantiene hasta final de año la sangría podría superar con creces los 300.000. Es decir, un cuarenta por ciento.
En ello ha influido la pérdida progresiva de destinos. De hecho, desde Castilla y León sólo se puede ir a Barcelona de forma regular, vuelo que ofertan además los cuatro aeródromos, debido al convenio publicitario de la Junta con Air Nostrum, que mantiene su apuesta por todas las instalaciones. En verano el abanico es mayor, pero siempre nacional.
Los expertos en transporte aéreo establecen en un millón de pasajeros al año el volumen de usuarios para conseguir la rentabilidad de un aeropuerto, cifra de la que ahora Castilla y León está muy alejada, aún sumando todos los usuarios. Así, el profesor de Política Económica Universidad de Barcelona experto en compañías aéreas, Xavier Fagueda, no ve hueco para tantos aeropuertos regionales en España. «La tendencia actual de las aerolíneas es a concentrar los vuelos en unos pocos aeropuertos», insiste.
En el caso de Castilla y León considera «dudosa» la viabilidad de las cuatro instalaciones. «Penaliza la escasa distancia con otros aeropuertos más importantes. Creo que la mejor opción es concentrar la atención en Valladolid que es el único que puede tener el suficiente tráfico para mantener unos niveles de rentabilidad, aunque se encuentra lejos del millón de pasajeros al año que sería la cifra idónea de rentabilidad», asegura.
Fagueda cree que el error político no sólo en Castilla y León sino en toda España fue «concebir un aeropuerto como otro servicio esencial de una provincia, como puede ser un hospital o una universidad. Nuevamente el café para todos», opina. «Se pensó más en la igualación de todos con las mismas infraestructuras, olvidando lo niveles de demanda que genera dicha instalación», insiste.
Ante las alternativas para los aeropuertos al margen del uso como tráfico comercial, el profesor esboza varias opciones complementarias como pueden ser escuela de formación de pilotos, que ya se desarrolla en Salamanca, apostar por la aviación de aerotaxis, vuelos recreativos, bases de servicios de extinción de incendios o mantenimiento de aviones. «Actividades, todas ellas que pueden contribuir a rentabilizar la inversión llevada a cabo», apunta.