Fin del misterio. ¿Quién colocó cinco banderas rusas y una de Crimea en un edificio de la Plaza Mayor hace poco más de un año? Lo hizo el 19 de febrero de 2015 la Plataforma Europea de Amigos de Rusia, con sede en Burgos y cuyo presidente y miembro fundador es propietario del inmueble. ¿Quién las quitó el pasado fin de semana? La orden la dio el Ayuntamiento de la capital y se encargaron de llevarla a cabo los bomberos el sábado por la mañana.
La decisión municipal de retirar las enseñas obedece al capítulo VI del Plan Especial del Centro Histórico, según explicó ayer el alcalde, Javier Lacalle. Es el que tiene que ver con las normas generales de protección del espacio exterior de esta zona de la ciudad y en el que queda recogido lo siguiente: «Quedan prohibidos los rótulos perpendiculares a las fechadas con excepción de banderines y banderolas. Solo se admitirán los paralelos a la misma situados en la planta baja del edificio, salvo cuando éste sea objeto de una protección específica que lo prohíba».
También hace referencia al hecho de que en las intervenciones en el entorno del espacio protegido, «se considerará de forma preferente el tratamiento armonioso del conjunto, prohibiéndose la alteración en su ámbito de percepción visual». En este punto, la concejala de Licencias, Ana Bernabé, subraya la situación estratégica del inmueble y el hecho de que se deba mantener la imagen del centro.
Además del plan especial, la edil hace referencia a la ordenanza municipal de limpieza, que en su artículo 20 prohíbe «toda clase de actividad publicitaria en los edificios calificados como histórico-artísticos y en los asimilables, a excepción de las pancartas o rótulos que hagan referencia a las actividades que tengan lugar en el inmueble o se refieran a obras de conservación, reforma o rehabilitación de los mismos». De igual forma, la normativa recoge que la colocación de pancartas y banderolas en la vía pública solamente se autorizará en periodo de elecciones políticas, de fiestas populares y tradicionales de los barrios o en las situaciones expresamente aprobadas por la autoridad.
Quejas. Antes de decidir la retirada de las banderas, el Ayuntamiento, que asegura haber recibido quejas por la colocación de estos símbolos, explica que ha intentado en numerosas ocasiones ponerse en contacto con el dueño del inmueble. Entiende, además, que la colocación de estos emblemas o cualquier pancarta reivindicativa puede mantenerse durante un tiempo limitado pero no extenderse durante un año.
El propietario del inmueble y presidente de la Plataforma Europea de Amigos de Rusia, el burgalés Eugenio Dorado, asegura, sin embargo, que no le ha llegado ninguna notificación municipal, ni tampoco a la comunidad de vecinos del edificio. Se muestra «sorprendido» por la decisión y avanza que estudiará «la base legal por la que se han retirado», así como otros posibles «antecedentes» o «ejemplos» que existan tanto dentro como fuera de Burgos.
Dorado se pregunta por qué no se procede de la misma manera con «otros carteles publicitarios» que cuelgan de edificios del casco histórico e insiste en la idea de la asociación de que volverán a colocar las banderas rusas porque «no violamos ninguna legislación».
La polémica por las enseñas ha llegado hasta los medios rusos. La agencia RIA Novosti fue la primera en hacerse eco de la desaparición de los emblemas el pasado fin de semana. El dueño del inmueble y presidente de la asociación aseguró haber puesto los hechos en conocimiento de la embajada de Rusia, además de denunciarlos a la Policía.
Tal y como explicó Dorado a este periódico el pasado lunes, las enseñas se colocaron «en honor a las víctimas» de las protestas de la plaza de Maidan de Kiev, en la capital ucraniana, y que acabaron con el derrocamiento del entonces presidente, Victor Yanukovich, coincidiendo, además, con un encuentro que se había celebrado en Burgos entre jóvenes europeos y cuyo tema de debate era las relaciones entre Rusia y la UE. «Nuestra finalidad fue únicamente pacífica», manifestó, al tiempo que remarcó que el objetivo de la entidad es promover la cultura rusa y su papel dentro de Europa.
Durante todo este tiempo, las banderas, entre las que se encontraba una de Crimea (península ucraniana que Rusia se anexionó en el año 2014) no han pasado desapercibidas para los transeúntes, sobre todo para comerciantes y vecinos del entorno, que nada sabían de su colocación y de su posterior desaparición.