Cuarteles de la Guardia Civil en Aranda

Máximo López Vilaboa / Aranda
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El benemérito cuerpo ha estado ligado a la capital ribereña desde sus mismos orígenes. Se establece en Aranda en 1845 y la primera casa cuartel fue el antiguo palacio episcopal

1925. La Guardia Civil abre la comitiva de consagración del Obispo Velasco. Al fondo, el antiguo palacio episcopal. - Foto: A.M.L

El pasado miércoles se presentaba en la capital de la provincia el libro La Guardia Civil en Burgos a través de la fotografía histórica, que ha sido editado por la Diputación provincial de Burgos. El infatigable sargento de la Guardia Civil, Carlos Chamorro, ha sabido contagiarnos a varias personas la ilusión por bucear por la rica trayectoria de un cuerpo de orden público que durante décadas ha estado entregado al servicio público en todos los rincones de la provincia. Además de Carlos Chamorro, hemos participado en esta publicación Miguel Ángel Moreno Gallo (como coordinador), Carlos Sainz Varona, Eduardo Rojo Díez, Josu Aramberri, Juan José Martín García, Enrique López Modrón y el que firma este artículo, que se ha encargado de la parte correspondiente a Aranda y la Ribera.

Y es que la Guardia Civil ha estado íntimamente ligada a Aranda desde sus mismos orígenes. Al fundarse el cuerpo se establece un plan para que se vaya asentando en todo el territorio nacional dando prioridad a las grandes poblaciones y a aquellas localidades que se encuentran en nudos de comunicación. Ésta es la razón por la que se establece en Aranda en 1845, tan sólo un año después de su fundación. La primera Casa Cuartel de la Guardia Civil en Aranda estaba en lo que hasta la Guerra de la Independencia fue el Palacio Episcopal, en los actuales Jardines de Don Diego.

A partir de 1897, tras un largo pleito entre el obispado de Osma y el Gobierno, este gran edificio vuelve a manos eclesiásticas y se establecen allí los Misioneros Claretianos con un colegio, iglesia y convento. Junto a estas líneas reproducimos una imagen tomada en la plaza de la Virgencilla el 3 de mayo de 1925, aparece la Guardia Civil a caballo abriendo la comitiva de consagración del obispo Velasco. Al fondo SE VE lo que ya era el Colegio Corazón de María y que fue el primer cuartel de la Guardia Civil en la capital de la Ribera.

Tras 1897 el cuartel de la Guardia Civil se instaló en la calle Cascajar, en el solar que ahora ocupa el Hogar de la Tercera Edad ‘Arco Pajarito’. Contaba con nueve pabellones o viviendas para los guardias civiles y sus familias, también estaba ubicada allí la dotación tanto de infantería como de caballería, ya que contaba con cuadras propias para trece caballos y un abrevadero junto al río Bañuelos. Por este motivo la bodega de propiedad municipal que hay en este lugar se sigue llamando ‘Bodega de las Caballerizas’.

Por la larga presencia de la Guardia Civil en este lugar hay constancia de numerosas obras y mejoras que se fueron realizando a lo largo de los años. En 1927 el Ayuntamiento se encarga de construir unas nuevas cuadras de cemento para los caballos de la remonta aprovechando la construcción de unas escaleras de cemento para bajar al río Bañuelos desde la Calle Francesillas, ya que se habían hundido las existentes dos años antes.

 Desde 1922 hasta 1960 existieron en Aranda dos cuarteles de la Guardia Civil. Los motivos fueron la escasez de espacio en el de Cascajar y el deseo de instalar una dotación junto a la carretera general. En 1922, siendo alcalde Bonifacio Pascual, el Ayuntamiento se compromete a abonar las 2.000 pesetas anuales del arrendamiento del nuevo acuartelamiento ubicado en la cara Sur de la Plaza de San Antonio. Este cuartel constaba de 10 viviendas con sus respectivas cocinas autónomas para guardias civiles casados y una cuadra con capacidad para ocho caballos. Aquí también se alojaban las oficinas y la coordinación de los dos puestos.

 También existió en Aranda un Cuartel de Carabineros, situado en la Calle Burgo de Osma, donde actualmente están las oficinas de Hacienda. Este Cuerpo fue creado en 1829 para el auxilio de la Hacienda Pública y se dedicaba a la vigilancia de fronteras para evitar el contrabando y a la persecución del fraude fiscal. En Aranda prestaba sus servicios en la estación de tren del Valladolid-Ariza y en el fielato que existía desde hacía siglos en la entrada de Aranda, junto al puente del Duero. En 1940 el cuerpo es disuelto, entre otros motivos porque fue un cuerpo que durante la Guerra Civil mantuvo mayoritariamente su lealtad a la República.  Sus competencias y los pocos miembros que no fueron represaliados fueron absorbidos por la Guardia Civil.

EL DEFINITIVO

En 1960 finaliza la dispersión de acuartelamientos al construirse uno nuevo en la Calle Santiago, en el naciente Barrio de Santa Catalina. El edificio se levantó sobre un terreno propiedad del ayuntamiento, que además contribuyó a su edificación con una décima parte del coste de la obra, unas 200.000 pesetas. Este inmueble contaba con 20 viviendas que fueron ampliadas a cuarenta al construirse en 1975 un nuevo bloque detrás del que ya existía. Recientemente se ha construido un edificio anexo que tendrá funciones administrativas.

En este mismo libro también se relata la curiosa visita que realizó el fundador de la Guardia Civil a Aranda de Duero. En la Gaceta de Madrid del 28 de octubre de 1846 figura una crónica en la que se relata la visita del Duque de Ahumada. Comenzó la noche del 21 de octubre de 1846 y se relata de la siguiente forma: «Aranda de Duero, 24 de octubre. A la una de la noche del 21 del que rige llegó Su Excelencia el señor Duque de Ahumada a esta villa. Salió a saludarle y recibirle el alcalde constitucional, el ayuntamiento, las autoridades civiles y militares, empleados de hacienda y clerecía. Se hospedó en la casa principal del pueblo, que de antemano se había hecho desocupar y alhajar con las cosas y efectos más exquisitos de valor y vistosos del pueblo, prestadas a invitación del alcalde y ayuntamiento por vecinos de más categoría del mismo, que dieron todos a porfía con el mayor gusto y en cortos momentos para tan digno objeto. Su Excelencia aceptó la comida que le tenía preparada gratuitamente el ayuntamiento, la que se sirvió con prontitud, profusión y abundancia. En la entrada, estancia y salida de Su Excelencia, el repique general de campanas, los cohetes, la iluminación general, el adorno de balcones y ventanas, las hogueras, la dulzaina y tamboril, y sobro todo las aclamaciones del pueblo arandino presentaban una idea halagüeña y muy exacta del júbilo voluntario y natural de que estaban poseídos los corazones de los arandinos para demostrar su afecto y adhesión a Su Excelencia, quien repetidas veces se explicó demostrando estar sumamente complacido y agradecido a su despedida hizo entregar al cocinero mayor cuatro onzas por vía de gratificación a los criados y asistentes.»