El 57,5% de las mujeres atendidas por Adava carecía de ingresos

G.G.U. / Burgos
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La Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y Violencia Doméstica recibió 127 nuevos casos en 2015 y el maltrato físico y/o psicológico estaba detrás del 78%

Un 57,5% de las mujeres que recurrieron en 2015 a la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y Violencia Doméstica (Adava) no tenía ingresos de ningún tipo al estar en el paro. Una situación que, según destaca en su memoria del año pasado el colectivo que presta asistencia jurídica y asesoramiento, está teniendo incidencia directa en el problema, porque la dependencia económica con respecto a la pareja «frena las denuncias» y «también la posibilidad de que las mujeres puedan salir del círculo de la violencia».

Y datos hechos públicos ayer siguen reflejando que el maltrato es una lacra que todavía está lejos de ser erradicada: el año pasado abrieron 127 nuevos expedientes y las agresiones físicas y/o psicológicas estaban detrás del 78%.

Entre los datos más significativos del año destaca también que en la mayoría de los casos (93,7%) las víctimas fueron mujeres, aunque también recibieron 7 asuntos con menores y uno relativo a un hombre. La media de edad fue de 34,8 años, aunque en lo que se refiere a mujeres maltratadas se indica que la edad en la que se tiene conocimiento de la situación de violencia va de los 30 a los 45 años. Y en este punto, se hace hincapié en que, de media, pasan unos 7 años hasta que se reconoce y asume la condición de víctima, por lo que la horquilla de edades en las que las mujeres comienzan a sufrirse violencia podría estar entre los 23 y los 38 años.

Y si ya es complejo reconocer la situación de maltrato, tanto más difícil es dar el paso de presentar denuncia. Así parece indicarlo el hecho de que solo se fuera a juicio en ocho de los 127 nuevos casos y que el colectivo continuara presentado asistencia en 10 asuntos de años anteriores.

En este sentido, la memoria de Adava destaca que la crisis y el paro estén fomentando otra forma de violencia, la económica, que se está convirtiendo en «un factor muy importante». De hecho, subrayan que el 57,5% de las maltratadas que acudieron a la asociación en 2015 no tenían trabajo ni ingresos de ningún tipo y de entre quiénes sí estaban empleadas, un 89% «lo hacen en profesiones relacionadas con la restauración y con trabajos no cualificados». Esta falta de autonomía conlleva, primero, dependencia con respecto a la pareja y, después, que «muchas tengan miedo por su futuro» e, incluso, que «muchas elijan aguantar ante la incertidumbre que les espera».

Apoyo social

 

Una realidad que el Consejo General del Poder Judicial corroboraba hace menos de un mes con la última estadística oficial sobre denuncias presentadas en los juzgados de la provincia, en la que se revelaba que en 2015 se había producido un descenso del 9% con respecto a las tramitadas en el 2014.

Por este motivo, Adava considera fundamental que «no se recorte en el apoyo social para estas mujeres, porque sin ese apoyo es muy difícil salir de la espiral de la violencia». Sobre todo, teniendo en cuenta que en los casos de maltrato es muy frecuente un cierto aislamiento social y familiar, «porque el agresor no las deja relacionarse con nadie» y eso complica la posibilidad de pedir ayuda a un entorno con el que se han roto o al menos cortado las relaciones. «Él es todo su mundo, es el padre de sus hijos e hijas y ella sigue creyendo que lo ama. Esto la lleva a justificar y perdonar continuamente las agresiones y vejaciones».

Actitud en la que también influye que la autoestima de las víctimas de la violencia de género baje «a niveles mínimos» y que, por lo tanto, sean más vulnerables a los ataques. «La autoestima es uno de los sentimientos que más se correlacionan con problemas psicológicos, por lo que es difícil que una mujer maltratada mantenga su equilibrio después de años en esta situación», concluyen.