El incendio ocurrido en Tordómar el 24 de febrero, en el que murieron seis miembros de una familia asturiana, reveló la necesidad de que las casas rurales dispusieran de detectores de humo con el fin de alertar a tiempo a los ocupantes de que se ha producido un fuego. Pues bien los negocios de Burgos han reaccionado, no todos, y un 20% de los alojamientos ya cuenta con un dispositivo de esta naturaleza, según los cálculos de la Asociación de Turismo Rural Provincia de Burgos, Turalbur.
De las 35 casas adscritas a esta asociación siete cuentan ya con el detector, y seis de ellas lo han colocado después de la tragedia de Tordómar, señala Francisco Hernansanz. Evidentemente hay más alojamientos en la provincia -más de 300 según algunas fuentes- que no están dentro de Turalbur, pero el porcentaje puede extrapolarse a todas las viviendas, «pues los dueños se sensibilizaron mucho después del incendio».
Ahora bien, Hernansanz advierte de que los clientes no muestran gran preocupación sobre si la casa a la que llegan «tiene o no un detector de humo». «Normalmente la gente no pregunta si tenemos el dispositivo para elegir o descartar un alojamiento», asegura. Además, agrega que las muertes en Tordómar «no han causado una bajada de reservas». «Más bien al contrario, las cifras se mantienen e incluso suben», afirma.
Hernansanz quiere dejar claro que «un incendio puede ocurrir en cualquier vivienda, no solo en una casa rural», con lo que la necesidad de instalar dispositivos «afecta a todos los ciudadanos, también a los propietarios de pisos o casas particulares».
Y es que «los accidentes, como el de Tordómar, pueden ocurrir en cualquier domicilio». Ahora bien, reconoce que los alojamientos rurales «deberían contar con todos los servicios para mejorar la seguridad de los clientes». «Y es lo que hemos empezado a hacer», afirma.
Los propietarios de los negocios han instalado detectores sencillos que funcionan con pilas. Su coste oscila entre los 12 y los 80 euros y cuando aprecian la presencia de humo en el ambiente activan una alarma para avisar los residentes. Hernansanz considera que lo ideal sería contar con dispositivos conectados a una centralita, «por si las pilas fallan en el momento que se necesita».
Sin obligación
Hay que partir de la premisa de que las casas rurales no tienen obligación de colocar un detector si no disponen de más de 500 metros cuadrados. La Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos anunció tras la tragedia de Tordómar que iban a proponer a la Administración que obligara a colocar este tipo de dispositivos en todas los alojamientos y no solo en las superaran de superficie, que es lo que marca la ley ahora. Pero la Junta de Castilla y León no ha movido ficha por el momento en este sentido.
Es complicado saber cuántas casas en la provincia tienen más de 500 metros cuadrados y cuántas menos. En cualquier caso, desde Turalbur indican que habrá muy pocas con ese tamaño y que, además, entrarían a clasificarse como centros de turismo rural (hay 85 en Burgos) o posadas (en el registro oficial se contabilizan otras 20), dado que la actual legislación en vigor de la región (cambiará mañana) fija en 10 plazas el máximo para considerar como casa rural un alojamiento.
Los miembros de la asociación no son partidarios de legislar en la materia, pero apelan a la responsabilidad de los propietarios de las casas para que coloquen detectores «y no vuelva a repetirse nunca más, ni en Burgos ni en España, lo que ocurrió en Tordómar», en febrero de este año.