La imagen de aquel gato con globos cuya sola presencia estremecía de placer a todo cinéfilo es una de las imágenes más imborrables de la memoria colectiva de esta ciudad. Un reclamo convertido en icono que ha trascendido en el tiempo sencillamente porque nadie lo ha olvidado y todavía hay voces que además de añorarlo reivindican su regreso, aunque ya no sea para servir de antesala gloriosa de una sesión de cine. Durante el siglo pasado la publicidad urbana constituyó parte del paisaje cotidiano de las ciudades. Todavía hoy existen anuncios que, pese a reglamentos y ordenanzas prohibitivas, están tan imbricados en la geografía urbana que ésta ya no se entienden sin ellos. El caso del Tío Pepe de la Puerta del Sol de Madrid es uno de ellos. Pero todas las ciudades han contado con iconos similares. Tal vez el gato Félix del cine Avenida sea uno de los más importantes que hubo en Burgos, aunque la ciudad contó con muchos y muy llamativos reclamos que seguro que usted, lector, recordará ahora tal vez con un punto de nostalgia.
Hubo siempre, claro, lugares estratégicos; escenarios ideales para que tal o cual empresa instalara su cartel, fuese o no luminoso. Ese lugar, claro, era el centro de Burgos, sus calles más transitadas, sus edificios más significativos. El del número uno de la calle Vitoria fue uno de ellos, como lo ilustra este reportaje.Distintas épocas y diferentes anuncios, algunos tan llamativos como el de Fontaneda, que lucía en la azotea de la fachada que mira al río. Otras empresas se aprovecharon de la singular arquitectura del inmueble diseñado por Marcos Rico, rematadas sus esquinas en chaflán y con altura, para ubicar allí sus reclamos, siempre mirando hacia la plaza de Mio Cid. Fue el caso del Domecq, que al nombre de la marca añadía el eslogan ‘Para calidad...’. También, en la otra esquina, se anunció el Banco Hispanoamericano.
En la carretera de Valladolid, en el más alto edificio entre Correos y la plaza Vega, lució durante muchos años un enorme luminoso de la empresa Philips que todavía muchos burgaleses recuerdan por sus grandes dimensiones y su aspecto imponente. Pero fue la plaza de Mio Cid y sus edificios más cercanos el punto neurálgico de la gran publicidad. La azotea del edificio que en esta plaza hace esquina con el arranque de la calle Santander acogió varios luminosos, como acreditan las fotos de Fede, primero Fósforos Ferrera en los años 50 y 60 e Iberia, marca de radios y televisores de finales de los 70 y primeros años 80. Las cajas de ahorro y los bancos fueron siempre -todavía hoy lo son- buenos clientes de las azoteas urbanas. Cajacírculo y la Caja de Burgos coparon multitud de viviendas y edificios tan singulares como el Teatro Principal.La primera de ellas tuvo un icono que permanece indeleble en la memoria por su singularidad y porque fue retirado en el año 2004.Sobre el hotel España, cada noche entraban una y otra vez monedas en una hucha verde que, al cabo, mutaba de color para mostrar el logotipo de la entidad católica. Quizás muchos recuerden también otra entidad extinta, el Banco de Burgos, que tenía su sede en la Esquina de Almirante Bonifaz con la plaza Mayor.
Hubo más, claro, en otras zonas del centro, como la plaza Vega. Algunos, más modernos o recientes, permanecen si bien más disimulados que los de antaño. Los otros desaparecieron pero siguen conservados en la retina de la memoria, como estas añejas fotografías, tiznadas ya por el color ocre de la nostalgia.