Pena de cárcel por azuzar un bóxer a un conocido que le rechazó una copa

I. Elices / Burgos
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P.H.J., de 43 años, se sintió desairado cuando 3 clientes de un bar de Pisones no aceptaron la invitación y ordenó a su perro atacar a uno de ellos diciendo: 'Muérdele los huevos, Tigre'

El juez le condena a año y medio de prisión, una multa de 390 euros y otros 3.500 de indemnización. La Audiencia deja sin efecto la compensación por daño moral. - Foto: diariodeburgos.es

La reacción de un hombre contra los parroquianos de un bar que rechazaron la copa a la que les invitaba resultó del todo desproporcionada, entre otras cosas porque azuzó a su perro contra uno de ellos, que acabó en el hospital. El juzgado de lo Penal 3 le ha condenado a un año y medio de prisión por un delito de lesiones, al abono de una multa de  390 euros y al pago de una indemnización de 3.500 euros a la víctima.

Los hechos ocurrieron el día 7 de mayo de 2010 en el bar Domindo, en el paseo de Pisones. El ahora condenado, de 43 años e iniciales P.H.J., trató de invitar a una ronda a tres clientes que se encontraban en el establecimiento, aunque ellos declinaron la oferta. No le sentó demasiado bien al acusado, porque rompió todos los vasos que había sobre la barra; propinó un manotazo a uno de ellos en la cara, al que rompió las gafas, y pegó un tortazo en el rostro a otro de los parroquianos.

Pero la cosa no se quedó ahí. Los agredidos no buscaban pelea y se fueron de la cafetería, algo que P.H.J. se tomó como un desplante. Salió tras ellos junto a su hijo menor de edad y un perro raza bóxer que lleva sin bozal. En el exterior, soltó al can y le azuzó animándole a atacar a los dos individuos con la ilustrativa expresión «muérdele los huevos, Tigre». Al mismo tiempo, el propietario del perro se abalanzó sobre uno de ellos, le tiró al suelo y le dio puñetazos y patadas. El animal le mordió en el gemelo de la pierna izquierda y, mientras, su dueño seguía ordenándole que hincara sus dientes en la pobre víctima. El hombre tuvo que ser operado y tardó en curar 41 días. Como secuela, le ha quedado una cicatriz de 6 centímetros en la cara posterior de la pierna izquierda. Antes de abandonar el lugar, el imputado intentó entrar de nuevo en el bar. Como su dueño había bajado la persiana, propinó varios golpes a ésta y fracturó el cristal, si bien el hostelero no reclamó por los daños.

Contra la sentencia en primera instancia, el implicado presentó recurso en la Audiencia de Burgos. Su abogado alegó que el ataque del perro fue algo accidental e imprevisible. Y que el hijo del acusado, que era quien en realidad llevaba el can, no pudo evitar que el animal se soltase y mordiera al cliente del bar. Estima el letrado que la valoración de la prueba testifical fue errónea, pero el tribunal provincial entiende que es el juez de instancia, quien ha oído las declaraciones, el que debe realizar la evaluación.

Lo que sí hace la Audiencia es  dejar sin efecto la indemnización de 1.000 euros que estableció el juzgado de lo Penal número 3 por daños morales. Argumentó para ello que «las lesiones de una mordedura de perro originan, por su propia naturaleza, mayor angustia que otras lesiones». En esta segunda instancia, entiende el magistrado ponente que «no existen variables que justifiquen dicha compensación». De hecho, la sala estima que existe una incongruencia «por tratarse de la mordedura de un perro de raza no catalogada como peligrosa».