El proyecto ganador del concurso de La Cava rebaja un 35% la inversión

J.C.O. / Aranda
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El Ayuntamiento entregó ayer los premios del certamen de ideas convocado para ordenar espacio del céntrico parque, que ganaron los vallisoletanos Saúl Alonso y Andrés Carretero

El proyecto ganador del concurso de ideas convocado por el Ayuntamiento de Roa para la ordenación del degradado espacio del parque de La Cava, que firman los arquitectos vallisoletanos Saúl Alonso Pérez y Andrés Carretero Mieres,  plantea una intervención de mínimos que rebaja la inversión prevista en casi un 35% sobre el presupuesto máximo fijado en un millón de euros.

Los jóvenes alarifes diseñan una actuación que, según el jurado, «consigue objetivos con muy pocos recursos» ya que prevé un coste total de 655.000 euros. Un importante ahorro pese al cual la alcaldesa raudense, Carmen Miravalles, insistió ayer durante la entrega de premios que aún no está decidido si ve a desarrollar el proyecto y se va a sopesar muy detenidamente  en función de la capacidad económica municipal.

Andrés Carretero expresaba a DB su deseo de que su propuesta pueda llegar a materializarse haciendo una férrea defensa argumentado que está pensada para ejecutar en una época de crisis y alejada de planteamientos despilfarradores de los años de las ‘vacas gordas’.

«Estamos muy a favor de que se lleve a cabo. ¡Ojalá! Nos importa mucho y es el objetivo principal. Es un proyecto de gran escala, pero por la superficie que ocupa, no por el dinero que cuesta. Está presupuestado con mucho rigor y tiene muy en cuenta el tema económico. Somos muy jóvenes, acabamos de cumplir 29 años, y esta especie de castigo social que sufrimos las arquitectos, muy merecido por lo que ha pasado, no es nuestra generación la que merece pagarlo», justificaba.

El objeto del certamen era reordenar este vasto espacio de 6.800 metros cuadrados, con integración y adaptación del viejo polideportivo, con la finalidad de servir de zona lúdica para actividades musicales, actividades, culturales, zona infantil, espacio de deportes, mercado semanal y zona de paso de los encierros.

La solución mantiene el ágora como un espacio casi vacío sin geometrías ajenas donde poder alojar multitud de actividades. Carretero explicaba que la idea principal del proyecto tiene un arraigo histórico, habiendo buceado en su pasado y en su origen como desecación de una laguna. Y han apostado por un «salto atrás» recuperando las cualidades que tenía cuando era un descampado natural, posteriormente ocupado y pervertido.  «No hemos pretendido convertirlo en una plaza dura, que se lleva mucho, urbanizada, sino mantener la tierra y no talar ningún árbol», justificaba.

Interesados en la presencia de  restos del antiguo frontón, la  intervención en el pabellón retira los cerramientos manteniendo solo la escuadrilla del viejo juego de pelota, lo que permite visibilizar los tramos de muralla, poniendo una ‘piel’ de policarbonato para que esté cerrado, con transparencia y sea practicable y accesible.

Para salvar el desnivel de 2,5 metros existente con la avenida Padre Usera se diseña un talud natural que hace las veces de graderío. El quiosco se desplaza y anexiona a la Biblioteca recuperando el antiguo pilón en su ubicación original y la plaza de la Muralla, en la confluencia de la calle El Tinte y la avenida de La Paz, se plantea como un amplio espacio de juegos de niños «pero -explicaba Carretero- e n lugar de trabajar con elementos objetuales y juguetes, lo que hacemos es plantear un talud y luego como un gran arenero».

En resumen un  planteamiento con una radicalidad contemporánea grande, a la vez muy accesible y funcional que pone en valor los elementos históricos.