Los conciertos de Xoel López, Standstill, The New Raemon & Maga o los cabeza de cartel de la jornada sabatina, Supersubmarina, todos ellos excelentes representantes del producto nacional, como gusta decir el coordinador del festival, Javier Ajenjo, fueron los encargados de poner el colofón a Sonorama 2013, que ayer llegó a su término tras tres intensos días en los que se pudo disfrutar de música de calidad, de la mano de un centenar de representantes del mejor sonido independiente, entre ellos los escoceses Belle&Sebastian y Travis, y un sinfín de actividades paralelas, entre las que se incluyen catas didácticas, visitas a las bodegas subterráneas, tardes de piscina o la versión infantil.
Una edición, la décimo sexta, que supone un nuevo éxito con alrededor de 10.000 asistentes diarios, según los datos facilitados por la propia organización, que reconoció que, paradójicamente, este año ha sido uno en los que más dificultades de tipo organizativo han encontrado que han venido a demostrarles, especialmente después de las complicaciones vividas el mismo día de inauguración del festival, «que somos totalmente vulnerables y cuando parece que has llegado a algo después de 16 años, no eres nada», indicó Ajenjo, comprometiéndose a luchar por mejorar esas cuestiones.
El coordinador del festival evitó relacionar esta coyuntura diréctamente con la crisis económica o con la subida al 21 por ciento del IVA cultural, incidiendo en que ha sido más una cuestión anímica «porque no se puede trabajar con semejante fragilidad». En este sentido, expuso que se quieren grupos internacionales y se hace un esfuerzo por traerlos pero ante la exigencia de cobrar por adelantado, no encuentran fuentes de financiación ya que la recaudación de las entradas vendidas no se recibe hasta después del festival y los bancos se niegan a financiar.
No obstante, advirtió que tanto él como su equipo están dispuestos a seguir tirando para adelante, ya que es la filosofía del festival y «si hay que tirar una cuerda, se tira, si hay que encontrar una brida, se encuentra, si hay que arreglar un grifo, se arregla y si se cae una valla, la levantamos», insistió, lo que resumió en que si se ve a alguien que necesita ayuda, ayúdale.
Quizás por ello, reconoció que ya se está trabajando desde hace seis meses en la edición de 2014 de Sonorama y advirtió que este año han trabajado como nunca en el festival con el único objetivo de poder decidir si se quiere seguir celebrando, algo que hasta ahora no pueden hacer. «Estamos muy satisfechos, muy contentos, hemos mejorado muchísimas cosas, vamos a seguir mejorando. Nos sentimos orgullosísimos de no ser Madrid ni Barcelona, ni tener playa. Esto es Aranda, 15, 16 y 17 de agosto, aquí se come lechazo, se bebe vino de Ribera y se escucha producto nacional, las bandas del futuro y las bandas del presente».
El coordinador agradeció la inestimable colaboración del principal patrocinador, la Denominación de Origen Ribera del Duero, del Ayuntamiento, «a pesar de todo, como en todo hay problemas, y tenemos que seguir entendiéndonos y apoyándonos», y a todos cuantos han participado en la organización del festival, personalizando en la función de los coordinadores que han organizado a los más de 400 voluntarios que participan en esta cita. «Me siento terriblemente orgulloso de la gente que tengo a mi lado ayudándome. Ni ellos se imaginan de lo que hacen», subrayó. Asimismo, dedicó esta edición a las piezas de Sonorama «que nos van faltando», como El Alforjillas, o a Mario, el niño arandino enfermo que consiguió movilizar a toda la sociedad arandina en la búsqueda de una médula compatible, ya que «todo lo demás son cifras de asistencia, ayudas y demás cosas que no tienen ninguna importancia» ya que los que trabajan en el festival lo hacen porque creen en ellos y les hace mejores «en un mundo que cada día, tristemente es peor».