La elaboración de cerveza de manera artesanal ha pasado de ser un hobby casero a convertirse en un potencial nicho de negocio para emprendedores audaces. Ignacio Millán y Alfonso Moreno, dos ingenieros técnicos forestales de 31 años curtidos en diferentes empleos eventuales y también en el paro, han visto su oportunidad en el desarrollo industrial de esta popular bebida a partir de la aplicación a mayor escala de recetas que han experimentado desde hace varios años.
Su proyecto se llama Cervezas Virtus, un nombre comercial de raíces burgalesas y que pretende explorar el concepto de ‘virtud’, y que se está materializando en una nave alquilada en el polígono industrial de Villalonquéjar, donde están instalando toda la maquinaria necesaria para poder alcanzar una producción a pequeña escala de hasta unos 7.500 botellines a la semana.
De hecho, sería la primera fábrica de cerveza artesanal de Burgos capital, que recoge el ejemplo de empresas de esta naturaleza ya implantadas y consolidadas en Cataluña y en los últimos años en Valladolid, donde hay más de una docena de firmas activas.
La instalación en Villalonquéjar tiene una capacidad para la cocción de hasta 1.000 litros de cerveza de una sola tanta (3 o 4 veces por semana, dependiendo de la demanda), que serán comercializados en botellas de 33 centilitros y, en el futuro, en barriles. La idea es, explotando las ‘virtudes’ de este alimento, elaborar hasta cuatro tipos de cervezas con diferentes características: una lager «lupulada», una tostada, una de trigo y, en el futuro, una negra.
«Partidos de recetas bases y luego las elaboramos a nuestro gusto para hacerlas únicas y diferentes. Las cervezas artesanas no se parecen a ninguna de las conocidas que, con tanta técnica, han perdido su sabor original», explica Ignacio Millán, quien añade que van a contratar a un maestro cervecero para que encuentre el punto óptimo a su fórmula antes de la salida al mercado.
Los tiempos de elaboración en Villalonquéjar serán totalmente diferentes a los de las grandes marcas. «Nuestra cerveza tiene dos fermentaciones y necesita entre un mes y mes y medio para estar lista para el consumo. Lo más importante es el control de las temperaturas durante todo el proceso, tanto frío como calor».
Las Cervezas Virtus serán embotelladas artesanalmente y tendrán, por la lógica del proceso, una fecha de caducidad corta (un año o año y medio), lo que limitará su radio de distribución comercial: Bares, restaurantes y hoteles de Burgos y sus provincias limítrofes (200 kilómetros de radio, aproximadamente). «No descartamos hacer cerveza a capricho, con receta única, por encargo del cliente para una circunstancia especial, un negocio...».
Burgalesa
Tanto la botella -de vidrio marrón- como las etiquetas y tapas se fabricarán en Burgos y el deseo de estos emprendedores es que la bebida tenga el máximo posible de ingredientes locales. No hay ningún problema con el agua, dado que el que bebemos en la capital reúne unas condiciones excepcionales para una buena cerveza «blandita», aunque será más difícil añadir otros ingredientes locales, dado que la maltería más cercana a Burgos está ubicada en Navarra. «Sabemos que allí trabajan con la cebada cosechada aquí...».
Si se cumplen los plazos, la primera cocción válida se realizaría en el mes de noviembre y los primeros botellines llegarían al mercado local antes de que finalice el año a un precio aproximado de 2,5 euros. «Vamos a ir poco a poco, como requiere un producto artesanal. Queremos una distribución acorde a nuestras posibilidades»
Su ilusión suena a lema comercial:«Hacer una cerveza buena en Burgos que triunfe en Burgos».