Un delito es un delito, y robar está muy mal. Ya lo dice el séptimo mandamiento. Pero al ladrón o ladrones que durante la noche del viernes al sábado revolvieron toda la iglesia de Santiago y Santa Águeda de Burgos (también conocida como Santa Gadea) se les puede reconocer su coherencia. Ya que estamos en pleno Fin de Semana Cidiano, eligieron como templo de sus fechorías do juran los hijosdalgo, / allí toma juramento / el Cid al rey castellano, / sobre un cerrojo de hierro / y una ballesta de palo.
Lejos de romances medievales y de casualidades, el caso es que alguien se quedó escondido dentro de la iglesia de Santa Gadea y con saña revolvió todo lo habido y por haber: cajones, despachos, almacenes... y, por supuesto, los cuatro cepillos. Según el presidente del Cabildo de la Catedral y delegado diocesano de Burgos, Juan Álvarez Quevedo, lo sustraído alcanza unos 1.000 euros (la ‘recaudación’ de varios días) y no se ha echado en falta ninguna obra de valor artístico o religioso.
La desagradable sorpresa se descubrió ayer por la mañana al abrir el templo de la calle Santa Águeda y hallar todo manga por hombro. Un primer examen no descubrió tampoco daños materiales graves.
Se cree que el o los delincuentes abandonaron el templo por la puerta de acceso a la sacristía, que también da a la calle Santa Águeda. De lo que no se tiene ninguna pista es de si los ladrones se gastaron el botín esa misma noche de marcha por las Llanas o en la mañana de ayer en el Mercado Medieval Cidiano.
Estos robos se han convertido en ‘clásicos’ de la sección de sucesos. Los anteriores fueron en Cardeñadijo, San Mamés y Villacienzo.