La ausencia de grandes precipitaciones en primavera y verano han provocado una llamativa caída de las cantidades acumuladas en los embalses que abastecen a la capital burgalesa. A la espera de comprobar los efectos del último temporal, con datos del día 16 de octubre los pantanos de Arlanzón y Úzquiza estaban en su peor nivel desde enero de 2013, hace casi dos años.
En concreto el pantano de Arlanzón acumulaba 13 hectómetros cúbicos de los 22 que es capaz de almacenar, tras perder casi la mitad de su volumen en apenas dos meses, pues a primeros de agosto estaba a rebosar. Por su parte el embalse de Úzquiza, que en pleno verano tenía 55 hectómetros, presenta ahora 43 (su capacidad máxima es de 75), un dato que lo coloca por debajo de los 51 del año anterior por estas mismas fechas aunque todavía ligeramente por encima de los 43 en los que se sitúa la media del último decenio.
El descenso en los pantanos llega en un momento del año que suele coincidir con un nivel bajo, tras superar el verano, sin grandes necesidades de regadío a la vista a corto plazo y con la confianza de que el agua y la nieve del invierno sean capaces de revertir la situación.
En zona de prealerta
La situación, por tanto, no puede considerarse preocupante aunque las gráficas de seguimiento del Plan de Sequía que tiene establecida la Confederación Hidrográfica del Duero han colocado la llamada ‘subzona Arlanza’ (que incluye los entornos de Arlanzón y Covarrubias) en estado de prealerta, que según la terminología oficial «se activa cuando los indicadores descienden por debajo de los valores medios históricos, por lo que es conveniente extremar el control».
Desde el primer mes de 2013 el índice de estado de aportes acumulados en los pantanos burgaleses no estaba en esta zona de prealerta, de la que en aquel momento salió rápidamente. Desde entonces la situación había estado tranquila, con la única excepción de diciembre de 2013. Sin embargo, en los dos últimos meses los aportes han descendido de manera muy brusca.
Al estado de prealerta le seguirían, si el panorama se fuera complicando, los de ‘alerta’ y ‘emergencia’. Los pantanos de Burgos no viven esta última situación desde abril de 2012, cuando finalizó una primavera especialmente seca a la que se había sumado el invierno previo.
Tras el último episodio de lluvias recientes, la previsión no contempla nuevas borrascas para los próximos días, pero seguro que al otoño y al invierno les queda mucho por decir para recargar los pantanos.