Alturas, cuerdas... ¡Acción!

Andrés Seoane / Burgos
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El nuevo parque del Castillo vivió ayer una tarde de ensayos para verificar los detalles a pulir antes de su apertura oficial. Los más pequeños no dejaron pasar la ocasión de probar todo y algunas madres se animaron a la aventura

El habitual silencio que reina en el Castillo -ramas rotas por los pies de los paseantes, animales y coches aparte- encontró ayer un nuevo camarada que le acompañará muy pronto para desechar la quietud de su sigilo. Las risas y los gritos de los niños, y otros que no lo son tanto, que pudieron disfrutar del nuevo parque de cuerdas a modo de prueba de las instalaciones, como paso previo a su inauguración oficial prevista para el viernes de la semana que viene.

Los trabajadores de la Fundación CISA, empresa que gestionará esta alternativa de ocio, y sus familiares fueron los primeros inquilinos de las alturas, lo que permitió también aplicar la formación recibida por los instructores y operadores que trabajarán en el parque y guiarán a los usuarios.

Jorge Terán, el responsable del ensayo, explicaba el funcionamiento del parque a falta de concretar con la concejala Carolina Blasco los flecos del precio y los horarios, necesarios para inaugurar la infraestructura. Los usuarios entran, pasan por recepción para recoger su tique, y un operador, que será una persona con capacidades diversas, avisa al instructor. En función de la edad, cada grupo recibe la formación de seguridad apropiada -casco, arnés, polea, croché-, antes de hacer una prueba imprescindible para pasar al circuito adecuado -hay uno de 5 a 7 años, dos de 8 a 12 y tres para más de 13-.

Los niños, atentos y obedientes, escuchaban las indicaciones con interés y se aplicaban con esmero para colocarse los elementos de seguridad. En el caso de algunas madres, lanzadas también a probar las alturas, sus preguntas dejaban entrever un miedo que en el caso de los pequeños era más ansia por empezar que otra cosa.

Guillermo, de 10 años, esperaba después de terminar un circuito con la mirada puesta ya «en ese, que es más alto y más grande. ¡Y a mí me gustan las alturas y el equilibrio!». Su hermano Alejandro, de 13, le ‘picaba’ diciéndole que tenía que hacerlo «más rápido». Desde la óptica de las madres «es una idea estupenda», aseguraba María, para quien deberían «abrirlo por la noche para que en vez de venir a hacer botellón, vengan a hacer ejercicio». María Jesús aplaudía que «se active y se acostumbre» a los niños a ir al Castillo, porque además «está cerca y no hace falta coche. Ojalá funcione».