La falta de internet cronifica la despoblación rural

G.Arce
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Desde los pueblos advierten de que solo una cobertura de calidad y en las mismas condiciones técnicas y económicas que la capital garantizarán el asentamiento de empresas y de familias

Nunca la supervivencia de una provincia como Burgos, con toda su riqueza de vida urbana y rural, ha dependido tanto y tan estrechamente del desarrollo y la universalización de las telecomunicaciones a lo largo y ancho de los 14.000 kilómetros cuadrados que conforman su irregular geografía. Algo tan sencillo como tener cobertura de telefonía y conexión a internet con un mínimo de calidad y disponibilidad de datos está determinando más que nunca quiénes son los ciudadanos de primera y quiénes los de segunda, qué municipios pueden atraer empresas, es decir, nuevas familias, y qué otros quedarán inexorablemente despoblados y olvidados del siglo XXI. En el límite de uno y otro extremo está el enorme negocio de unas operadoras que piensan en global y en cifras y unas administraciones públicas que se las ven y se las desean para encontrar un equilibrio que parece imposible entre la rentabilidad y un servicio público vital por necesidad.

Explicar la realidad de las telecomunicaciones en Burgos es muy complejo desde el punto de vista empresarial, comercial y técnico, y las estadísticas oficiales, tan empleadas por las operadoras y los  políticos, tienden a confundir a la opinión pública cuando afirman, como ha ocurrido esta semana, que 6 de cada 10 habitantes en Castilla y León tendrán cobertura de fibra óptica este año. En Burgos, 7 de cada 10 habitantes vive en la capital o en los 4 municipios con más de 5.000 empadronados, perola provincia suma 371 municipios...

Los testimonios recogidos pueden ayudar a visualizar la cruda realidad. Aapenas 5 kilómetros de la capital es imposible descargar al instante [hay que solicitarlo con tiempo] el historial médico de un paciente en un centro de salud rural porque no hay suficiente capacidad en la red digital del pueblo (ni tampoco hay voluntad alguna para ampliarla por el operador de turno para una treintena de contratos); a 80 kilómetros, en el valle más profundo de Las Merindades, una casa rural ha conseguido, por fin, alcanzar la disponibilidad de wifi suficiente para que sus clientes puedan consultar satisfechos internet desde sus móviles mientras descansan de una jornada disfrutando de la naturaleza. Lo mismo ha logrado una pequeña bodega o una granja de cerdos para su telegestión en el valle del Arlanza y, gracias al empeño de estos empresarios, los pocos vecinos del entorno han visto que es posible comunicarse como en la gran ciudad.

Mientras en Burgos capital se generaliza el uso de la televisión digital de pago, hay negocios hosteleros a escasos kilómetros y viviendas que ven ‘capados’ la totalidad o parte de estos servicios dependiendo de quiénes se los presten y qué intereses económicos tengan  sobre los mismos. Lo mismo ocurre con las videoconferencias de trabajo por ordenador: en algunos puntos rurales llegan a ser desesperantemente ilegibles por los saltos que da la señal. Así es imposible plantearse el teletrabajo desde el pueblo o pensar en crear una pyme.

Bajo una de las principales instalaciones de antenas de telecomunicaciones que dan cobertura a la mayor parte del territorio provincial hay un pueblo con 9 vecinos en invierno, ninguno de los cuales sabe manejar internet con soltura y quizá, por edad y formación, ni tiene interés en hacerlo. Hace apenas un mes, en pleno agosto y en plenas fiestas patronales, en ese mismo sitio -hoy vacío- la red no daba abasto para dar servicio a todos los veraneantes venidos de la gran ciudad y acostumbrados a tirar de datos con Istagram a todas horas.

¿Cómo explicar tal disparidad?  Daniel Ruiz-Bravo, un joven profesional nacido en Medina de Pomar, ofrece algunas claves. Curtido en el mundo de las telecomunicaciones en los pabellones del IFEMAde Madrid y en los grandes hoteles de lujo, hace cuatro años decidió crear su propio operador de telecomunicaciones, Wifinor, y competir con los grandes. Tiene 400 clientes en nómina -apenas unas manzanas de Burgos capital- pero conoce cada rincón de la provincia como si fuese su casa. «Burgos tiene una orografía muy compleja, llena de cañones y valles que no ayudan a dar servicio a las pequeñas pedanías, las que más riesgo tienen de despoblación. Es muy complicado llegar a 1.500 pueblos, muchos de ellos metidos en auténticos fosos de piedra».

(Artículo completo en la edición de hoy)