L os vecinos de Quintanilla San García están más contentos que unas castañuelas porque su pueblo acaba de alzarse con el primer premio del Concurso de Conservación del Patrimonio Urbano Rural de la Diputación Provincial en la categoría de municipios de entre 50 y 200 habitantes y dotado con 9.000 euros. La verdad es que revisando la memoria que el Ayuntamiento presentó hace unos meses para poder optar al galardón no genera duda.
En el expediente figuran casi doscientas fotos con el antes y el después de numerosas zonas que han sido mejoradas en los últimos cuatro años, siempre respetando la arquitectura popular local. Como anillo al dedo le venían las bases del concurso a esta localidad burebana de apenas un centenar de habitantes. Pero no todo el mérito es del Consistorio, que se ha afanado en remodelar edificios y espacios municipales con fondos propios y con las subvenciones que ha podido rascar. También la implicación vecinal ha sido clave y así lo destaca el alcalde, Juan Busto. «Las mejoras que el Ayuntamiento ha ido realizando en el pueblo ha animado a los vecinos a embellecer sus propias fachadas sacando la piedra, colocando detalles o recuperando espacios verdes para dar un aspecto muy atractivo al pueblo y yo creo que ha sido una de las bazas en la concesión del premio», sostiene. Una atención especial ha merecido, dentro del paquete de mejoras efectuadas, el llamado Sitio de San Andrés, que se ubica en la zona más elevada del pueblo. El aspecto de este mirador ha dado un giro impresionante y además de consolidar sus ruinas, se ha acondicionado todo el entorno. Otro punto de interés es el nuevo centro social que ocupa el edificio de las antiguas escuelas y en el que se ha acometido una reforma integral con muy buen gusto. Este inmueble, situado a pie de carretera, dispone de taberna, área de usos múltiples y diversas salas con cobertura wifi. En su parte posterior, también es destacable la creación de la primera zona deportiva local con circuito saludable y diversas pistas. Además, la señalización y el mobiliario urbano del pueblo reflejan el esmero de sus vecinos. Las placas de las calles las han realizado ellos mismos y como novedad se ha colocado en la zona de juegos una talla en piedra como homenaje al labrador arando con mulas.
Pero hay mucho más. Se ha modificado el alumbrado público, se han adecentado las fuentes como elementos urbanos singulares y creado numerosos rincones ajardinados de pequeñas dimensiones que dan otro aire al pueblo. Juan Busto se muestra especialmente orgulloso del Monumento al Olmo que puede contemplarse en la parte inferior del muro que rodea la iglesia. Por cierto, el templo también ha experimentado cambios. Con una jugosa inversión en la que han participado los vecinos poniendo dinero de sus bolsillos, se ha renovado la cubierta «que falta tenía» afirma el regidor y varias zonas del interior como el coro. Y junto a todas estas intervenciones, hay que destacar la creación del centro de turismo rural, todo un foco de atracción.