Dos meses y medio llevan los bomberos de Burgos gestionando todos los avisos de incendios que llegan desde cualquier rincón de la provincia. Hasta el momento no se ha producido ningún error de coordinación, lo que significa que encargar al parque de la capital tramitar este tipo de emergencias ha sido un acierto. En total ha coordinado 234 alertas, de las cuales 75 ha atendido el propio servicio capitalino y el resto, 159, los parques de voluntarios repartidos por territorio burgalés.
El cambio en el modo de gestionar las emergencias se produjo tras el incendio que arrasó tres casas del casco histórico de Covarrubias en febrero de 2013. El protocolo de actuación no era el idóneo. El servicio de emergencias 112 de Castilla y León derivaba los avisos de fuego a un ‘call center’ situado en Madrid, pues ese era el servicio que tenía contratado la Diputación para movilizar a los distintos parques. Desde allí enviaban a los efectivos que consideraban más próximos al lugar de los hechos, si bien no calibraban la gravedad del incidente y en ocasiones no acertaban con los más cercanos o mejor equipados.
Desde ese momento, Diputación y Ayuntamiento se pusieron a trabajar en un acuerdo de colaboración que culminó con la firma del convenio por el cual el parque de Burgos tomaba las riendas en todos los casos de incendios de la provincia. En la sala de comunicaciones, pese a que el número de avisos se ha multiplicado, no se han producido cambios. Los equipos informáticos siguen siendo los mismos y los efectivos que se encargan de coger el teléfono y estar al tanto de las emergencias también: dos por las tardes y noches y tres por las mañanas.
Ahora el seguimiento de un incendio está mucho más controlado. ¿Por qué? En primer lugar, porque es el parque burgalés el que decide qué unidades movilizar para atender la emergencia, señala Julio Estébanez, jefe del parque de Burgos. En el ordenador de la sala de control llega el aviso del 112 con una ficha en el que aparece el pueblo, la calle y el teléfono de quien ha dado la voz de alarma. Asimismo, en el chat se cuelga una primera descripción del suceso, si es un incendio en una casa, en el campo, en un coche, si hay víctimas, etc.
Inmediatamente, en la pantalla sale el parque más próximo, posiblemente de voluntarios, que es al primero al que hay que avisar. También aparece el servicio profesional más cercano -Burgos, Aranda o Miranda- y un segundo parque de voluntarios. El monitor muestra al mismo tiempo los teléfonos de todos los efectivos, empezando por el del encargado, a quien se avisa en primer lugar. Él luego se encarga de completar la dotación que atenderá la emergencia.
Así, si se trata de un incendio de rastrojos o cereal, «seguramente baste con enviar a los efectivos del pueblo que está más cerca y, si es que hay que reforzar, al siguiente». Si las llamas afectan a las casas y el incendio es difícil de controlar es entonces cuando quizá sea necesario desplazar unidades de bomberos profesionales.
Pero en todo caso lo «fundamental» es el contacto continuo entre el parque de Burgos y los bomberos que acudan al siniestro. Son éstos los que informan en directo de la evolución del incendio y quienes en cualquier momento pueden reclamar más medios si se les va de las manos.
En todo momento, los responsables del parque burgalés controlan los tiempos de reacción en cada asistencia. Toman hasta cinco momentos: cuando llega la emergencia, cuando se avisa al parque, cuando los bomberos salen, cuando llegan y cuando terminan la actuación. La finalidad es ponderar en todo momento la eficacia de los distintos servicios.
Julio Estébanez subraya que «la velocidad de respuesta de los parques voluntarios está siendo alta y su nivel de preparación también». Para algunas tareas no cuentan con el material ni el adiestramiento oportuno, como el rescate de personas atrapadas en accidentes de tráfico. Al margen de Aranda, Burgos y Miranda, solo los parques de Medina de Pomar, Lerma, Roa, Briviesca y Salas de los Infantes cuentan con equipos de excarcelación. Pero a veces acuden también los servicios profesionalizados si la situación lo requiere.
De los 234 avisos que gestionaron los bomberos desde el 1 de mayo, 136 fueron por incendios, tanto en viviendas como forestales. En 51 casos se trató de salvamentos, no solo de personas atrapadas en accidentes sino también de ciudadanos que se cayeron en sus casas, pozos, etc. Cuarenta de las emergencias están bajo el epígrafe de asistencias técnicas (aperturas de puerta, limpieza de ramas, etc). Y el resto, 5, fueron servicios de retenes preventivos y atención a transportes de mercancías peligrosas.
La Diputación abona anualmente al Ayuntamiento de Burgos 12.000 euros por la gestión de estas emergencias, en virtud de una convenio de colaboración que expira en 2017.