«Por favor, dejemos de anunciar Villatuelda como un pueblo en el Valle del Esgueva que cuenta con fuente y puente romanos, pues ya no queda prácticamente nada de una y mucho menos del otro. Es más, estoy convencida de que si nos anunciásemos como pueblo con puente romano restaurado tendríamos tanto o más éxito que Borja con la famosa ‘restauración de su ecce homo». Este fragmento del comentario de Luz Pascual en la web www.villatuelda.com viene a resumir la polémica que ha generado entre vecinos y descendientes del pueblo la intervención que acaba de realizar el Ayuntamiento en uno de los principales elementos patrimoniales del municipio: el viejo puente de piedra sobre el río Esgueva conocido popularmente como ‘el puente romano’.
Se trata de un puente en piedra de sillería, construido sobre un peñasco original de la zona, que va cerrando arcos y bóvedas con dovelas hábilmente labradas.La quilla facilita el encauzamiento por los dos ojos, lo que le confiere una resistencia y una solidez que le ha permitido sortear numerosas crecidas durante siglos. Y aunque la tradición popular lo considera romano, lo que situaría su origen en torno al siglo I, podría ser bastante posterior.
La controversia no es nueva puesto que a raíz de otra intervención anterior realizada en 2010 ya se sacrificó su estética arquitectónica cubriendo el paso con cemento hasta la altura del pretil de piedra, tapando éste con vigas de hormigón que permitieron ensancharle ligeramente y colocando unas barandillas metálicas. Una actuación que se justificó en el riesgo que entrañaba la escasa altura del pretil y que provocó precisamente la caída , sin consecuencias, de una persona.
Sin embargo los elementos de protección no duraron mucho por el paso de la maquinaria agrícola lo que fue aprovechado a finales de la pasada legislatura por un colectivo denominado Amigos de Villatuelda para iniciar una campaña de recogida de firmas tendentes a reivindicar la restauración del puente devolviéndolo a su estado original.
Con la entrada de la nueva corporación municipal se planteó la necesidad de reparar el puente, ya que su estado suponía un peligro para los viandantes. Un proyecto con el que, al mismo tiempo, se planteaban la posibilidad de ensancharlo para permitir el paso de las cosechadoras sin problemas.
El arreglo se ha llevado a cabo este mes gracias a una subvención de 5.200 euros de la Diputación y otros mil euros del parte de un seguro. El resultado ha sido la colocación de sendas plataformas metálicas junto con una barandilla de forja, ensanchando de 3 a 7,3 metros.
El alcalde, Gonzalo Tamayo, quita hierro a la polémica asegurando que nunca se actúa al gusto de todos. Defiende que la obra se ha realizado teniendo en cuenta las necesidades actuales de los escasos vecinos y bajo el objetivo prioritario de facilitar el tránsito de la maquinaria agrícola «que no podía pasar».
En cualquier caso aclara que antes solicitaron un informe a la Junta de Castilla y León, que evidencia que no es un paso de época romana y no tiene ningún tipo de protección. «Vino un técnico y nos dijo que no lo considera puente romano y que podíamos hacer lo que nos diese la gana. Por eso se ha hecho la obra así», justifica .
De cara a los detractores, recuerda que la otra solución hubiera sido dejar este puente para los paseantes y construir uno nuevo para vehículos, algo inviable en tiempos de crisis e inasumible para unas arcas municipales con mínimos recursos. «Podíamos haberlo dejado como ‘puente romano’ y haber hecho otro nuevo y que todo estos que hablan hubieran dado los doscientos y pico mil euros que cuesta uno. Cada uno debe hacer lo que puede hacer», argumenta.
El regidor, para quien el daño se hizo con la intervención anterior, incide en que la actuación realizada ahora es perfectamente reversible ya que los elementos instalados van simplemente atornillados, con lo que si algún día se proyectara un nuevo paso permitiría desmontarlo sin causar perjuicio.